Pocas veces, artistas que podemos llamar “universales” se presentan en nuestro país, y más raro aún es verlos en conciertos masivos gratuitos, auspiciados por un gobierno estatal.
El pasado martes 25 de marzo, en la cercana (y entrañable) ciudad de Zacatecas, se presentó uno de los monstruos del rock mundial: Bob Dylan.
Fueron alrededor de veinte mil personas los asistentes a este concierto que cierra el periplo de Dylan por México. Sin lugar a dudas el más concurrido en lo que podría ser su última gira por América Latina. Quizá hayan sido menos de un millar los laguneros que tuvieron la fortuna de asistir a este memorable concierto.
A diferencia de la forma en que se mostró en Monterrey; Zacatecas pudo ver un Dylan relajado, muy feliz de estar sobre el escenario y con descomunal actitud. Aunque sin interactuar con el público, el “Doctor Robert” como lo llamaran los Beatles, electrizó a las más de doce mil almas que aguardaron en perfecto orden casi tres horas para que comenzara este memorable concierto.
Acompañado por una banda que no buscaba el más mínimo virtuosismo, Bob regaló a los asistentes una inolvidable noche de Rock Folk, siendo su interpretación más aclamada Like a Rolling Stone, verdadero icono que corona la vida de este músico, pilar e influencia innegable de la cultura universal del Siglo XX.
La característica y monótona voz de Dylan encendió el instinto musical de todas las generaciones ahí presentes, desde jóvenes de 16 años hasta rockeros empedernidos de más de 60, se dieron cita a este evento que cerró el Festival Cultural Zacatecano 2008.
Al igual que en le resto de su gira por México, y para tristeza de muchos, Bob no tocó su guitarra Fender más que en un par de canciones al inicio de su presentación, sino que durante todo el concierto se dedicó a guiar a su banda con un sintetizador-controlador muy moderno conectado a una base de melotrón de modelo antiguo con lo que el sonido retro no se hizo esperar, sin embargo, muchos de los momentos más intensos de su presentación fueron gracias a las desgarradoras notas que arrancó a la armónica.
Alrededor de dos horas de concierto, recorriendo con maestría su larga discografía, en las que muchos de sus temas lucieron arreglos novedosos. En dos ocasiones este legendario cantautor trató de despedirse, a lo que la vociferante multitud respondió con ovaciones para que su ídolo volviera al escenario.
Ataviado, al igual que sus músicos con ropas de los años 40, Dylan lució sobre su amplificador de bulbos, una estatuilla del premio Oscar, en alusión al galardón obtenido por Bob Dylan en 2001 por su genial trabajo en Things Have Changed.
Varios diarios locales pronosticaban, en tono fatalista, que habría terribles problemas de control debido a que la plaza de armas de Zacatecas era un lugar pequeño para esta increíble presentación gratuita. Sin embargo, los zacatecanos hicieron gala de una enorme educación al formar gigantescas filas de casi quinientos metros para acceder al lugar sin empujones ni tumultos. Lo que demuestra cómo es posible en nuestro país hacer las cosas en perfecto orden.
Mientras en Torreón se presentan grupos de rock, que si bien gozan de enorme fama y fortuna, no aportan absolutamente nada al mundo de la música, o artistas gruperos que alimentan el voraz apetito popular por consumir música de bajísima calidad, a sólo cuatro horas de nuestra querida comarca, verdaderas leyendas vivientes se acercan a nosotros para regalarnos noches inolvidables de pasión absoluta.
