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Porros en la izquierda moderna

Plaza Pública

Miguel Ángel Granados Chapa

Ingenua o ilusamente, muchos ciudadanos han creído que Alternativa Socialdemócrata y Campesina es la “izquierda moderna que el país requiere”. En parte por esa convicción, pero principalmente por la fuerza atractiva de su candidata presidencial Patricia Mercado, ese partido consiguió mantener, durante el proceso electoral de 2006, el registro provisional que le fue otorgado el año anterior. Hoy Alternativa enfrenta un nuevo litigio interior (su breve vida ha estado marcada por conflictos) porque los dos políticos que la han encabezado, la ex candidata Mercado y el actual presidente Alberto Begné se han trenzado en una disputa en cuyo último round triunfaron los porros, golpeadores contratados por alguno de los seguidores de Begné, o por este mismo, en su propósito de continuar siendo líder de este partido que se ha ido achicando año con año.

Mercado y Begné actuaron juntos para lograr el registro de una nueva tentativa socialdemócrata que participara en elecciones. Ella ha perseverado en este intento, al que Begné se declara groseramente ajeno, desde que se organizó Democracia Social, el partido encabezado por Gilberto Rincón Gallardo, que no consiguió en 2000 representación en el Congreso federal, ni mantener su patente para continuar en la liza electoral. Con algunas variantes, entre ellas la ausencia del antiguo líder comunista, a quien Vicente Fox había confiado las promociones contra la discriminación y el ascenso de Mercado, ella encabezó en 2003 el Partido México Posible, que tampoco logró persuadir a un número relevante de ciudadanos que fiaran en su perfil ideológico y político.

Participante en esas tentativas fallidas, Mercado resolvió que para tener mejor suerte Alternativa, su tercer intento electoral, debía practicar alianzas en un terreno más ancho. De ese modo se alió con dirigentes rurales cuya presencia justificara que el partido se llamara Alternativa Socialdemócrata y Campesina. El nombre de la organización se alargó con esa alianza, pero estaba destinada a frustrarse, porque los participantes buscaban satisfacer su propio interés y no construir uno nuevo en común. La crisis latente entre grupos unidos por la conveniencia se actualizó cuando Mercado dejó la presidencia del partido para buscar la del país y los grupos campesinos atendieron el pedido corruptor de Víctor González Torres y pretendieron venderle la candidatura presidencial que había sido otorgada a Mercado, que había dejado en su lugar a Begné al frente del partido.

Fracasada la maniobra a favor del Dr. Simi, la candidata Mercado consiguió 1’124, 280 votos, el 2.71 del total, con lo que aseguró el registro del partido. No lo hubieran conseguido los candidatos diputados, que sólo llegaron a poco más de 850 mil votos. Merced a la votación presidencial, Alternativa pudo formar un mínimo grupo parlamentario en San Lázaro, y una representación aún más precaria en la Asamblea legislativa del Distrito Federal.

Programada la sucesión en la presidencia del partido para el próximo domingo, Mercado se dispuso a tomar de nuevo el timón, y Begné a retenerlo. Para sorpresa sólo de quienes no lo conocen, este último ha manejado el partido en su provecho personal y por ello no escatima recurso alguno con tal de permanecer en el mando, en que ha tenido un ejercicio personalísimo, ajeno a la rendición de cuentas. Con una mentalidad que todo lo centra en sí mismo, Begné supone que han sido “irrelevantes” los intentos socialdemócratas previos a Alternativa de donde, concluye “la tradición que comenzara con Democracia Social y que luego continuara con México Posible, no tendría cabida en Alternativa mientras él estuviera al frente del partido.

“De esa identidad previa le estorban en particular dos cosas: lo que Begné llama, con tono de menosprecio, la agenda pinky, y la dificultad para sacar adelante su muy personal estrategia política de alianzas”. (Ricardo Raphael, El Universal, 24 de marzo). Esa estrategia consiste en unirse al PRI en elecciones locales, pero también interferir en comicios internos, como el que tiene en la tribulación al PRD, donde Begné se ha vinculado con Jesús Ortega, acaso por el fenómeno descrito por Goethe como el de las “afinidades electivas”.

La disputa en Alternativa ha tenido varios modos y escenarios. No ha estado ausente de ella la violencia, pero nunca en la manera y medida en que, por cuenta de Begné se desencadenó en la primera asamblea estatal de ese partido en el DF, el 16 de marzo. Atacado como muchos otros de sus compañeros por una pandilla de porros, “golpeadores de cachucha blanca”, Andrés Lajous tras narrar su amarga experiencia llegó a la siguiente conclusión:

“Cuando los vi venir, lo que más miedo me dio fue pensar que no habría manera de detenerlos. Que no sabía cuál sería su límite, que no tendrían ninguna empatía por quienes serían golpeados. Por fin, después de más de un año de conflicto interno en el partido me di cuenta que ni Jorge Díaz Cuervo ni Enrique Pérez Correa, ni Luciano Pascoe ni Alberto Begné estaban dispuestos a escuchar y dar argumentos. Hoy son delincuentes. En algún momento tuve la esperanza de que aceptarían el rigor de la competencia y de la deliberación democrática. Ahora, tras su ataque premeditado y violento me queda claro que ellos sólo creen en el rigor de la violencia” (Enfoque, 23 de marzo).

Díaz Cuervo es diputado a la Asamblea capitalina; Pérez Correa es líder en el DF; Pascoe es el vocero del partido. Y Begné es Begné.

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