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Ética, civismo, civilidad.../Hora Cero

Roberto Orozco Melo

Los vocablos “ética” y “civismo” sonaron huecos en México a partir de los años setenta, aunque fueran invocados y repetidos a cada momento. El civismo como materia escolar de estudio se limitaba entonces a que los niños asistieran a las ceremonias cívicas, los profesores relataran las biografías de los personajes históricos y en los hogares se evocaran los antiguos programas educativos; luego, la ética y el civismo se volatizaron misteriosamente del programa de educación básica.

Recuerdo que los alumnos del Colegio Renacimiento de Parras de la Fuente recibíamos en el tercer grado de primaria unas clases de moral bajo la docencia de monjas católicas, quienes ponían un gran énfasis en la Ética; mas no en la de Romano Muñoz sino en el catálogo de pecados del Padre Ripalda. Este período duró 10 meses, menos los días festivos y las vacaciones cortas. Yo no continué en la institución porque hubo poca demanda de inscripciones para el cuarto grado y en la escuela de niños Benito Juárez no había lugar. Entré entonces, por mediación de la profesora Elena Cortés a la escuela Miguel Hidalgo, de niñas; luego surgió un espacio en la Escuela Juárez y empecé a cursar Civismo y además, en la misma clase, fui instruido racionalmente en la Ética.

Hace días el Gobierno Federal anunció que se repondrían las clases de ética y civismo en la educación primaria, después de haber estado fuera del programa de la SEP. Esos años sin esas clases convencieron a las autoridades educativas de la necesidad de que la niñez conociera, a tierna edad, las razones para adentrarnos en la ética y el civismo. Y si, anteriormente, muchos habíamos logrado aprenderla sólo como “civismo” ahora se planean separadas.

En la malhadada reforma educativa, ocurrencia del presidente Luis Echeverría Álvarez, el civismo resultó eliminado del programa de nivel básico. ¿Por qué razones? Imagino que los forjadores de la devastadora reforma pensaron aligerar la carga de los alumnos de primaria eliminando una materia que les parecía obvia e innecesaria; o fue sencillamente que los autores del cambio educacional desplazaron el civismo para que el magisterio aprovechara el tiempo de aquellas horas clase perdidas para dedicarlas a reflexionar en otra reforma.

Hasta los años setenta del siglo XX el civismo constituyó una materia escolar útil e imprescindible en las escuelas oficiales. En la escuela confesional la “ética” estaba ausente pues se dictaban clases de “moral” religiosa. Para conocer en términos generales el objetivo de ambas materias vale revisar los conceptos desde la óptica más accesible: el diccionario de la lengua.

El último lexicón de la Real Academia Española consigna ambos vocablos “Civismo” y “Ética” con dos significados: Del Civismo dice: “Comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública/ Celo por las instituciones e intereses de la Patria”. Veamos lo que define la Academia en relación con la Ética: “(Es la) Parte de la filosofía que trata del bien y del fundamento de sus valores/ Conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida profesional, cívica, deportiva y desde luego individual”. La civilidad debería ser incluida en las reformas a los planes de estudios de la enseñanza básica. Además de otras complementarias pues se requiere preparar a la niñez en los temas medulares del siglo XXI como la Ecología y la siempre creciente Tecnología; es sí, sin que se abandone la ética y el civismo recién reincorporados.

No obstante existen opiniones en claroscuro sobre la aplicación de esta renovación programática. El presidente del Consejo Académico de Mexicanos Primero, A.C. David Calderón, señaló que el programa integral de formación ética y cívica para primaria que se establece en los libros de texto gratuito, “resulta ambicioso y acertado en términos generales”. Empero alertó que se puede caer, otra vez, en una simulación “pues los profesores en servicio y en formación no reciben la capacitación necesaria para impartir estas enseñanzas, mucho menos si se toma en cuenta que el programa se basa en ocho competencias encaminadas a promover el respeto a las leyes, el aprecio a la democracia, la participación social y la resolución pacífica de los conflictos.

Apuntalamos la opinión de David Calderón, bajo la premisa de que lo que abunda no daña. Igual pensamos que si la SEP debe preparar al alumnado también debe capacitar al profesorado, para que éstos hagan la tarea, y no solamente la encargarla. Los retos educativos son grandes por sí mismos, pues la niñez y la juventud demandan un mayor saber y una mejor comprensión del entorno geográfico, político, económico y social. La ética en la conducta, la praxis del civismo y el ejercicio de la civilidad constituyen la respuesta más apropiada ante las ingentes necesidades sociales; la ética y el civismo son materias educativas que bien enseñadas y frecuentemente practicadas van a preparar a las futuras generaciones para tener éxito las emergentes sociedades humanas a mediano y largo plazo.

Hoy es apenas el tiempo de prepararse para aprovechar las oportunidades de mañana… siempre que no sobrevenga otro Echeverría y otra reforma.

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