ASOCIACION DE PSIQUIATRIA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C.
(PSILAC)
CAPÍTULO INTERESTATAL COAHUILA-DURANGO DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
(VIGÉSIMA SEXTA PARTE)
Dentro de las corrientes psicológicas y psiquiátricas que existen en la actualidad para el tratamiento de cualquier tipo de trastorno emocional, ya sea que lo presenten niños, adolescentes o adultos, sean del sexo masculino o femenino, lo primero que se les tiene que ofrecer antes de mencionar ningún tipo de terapia, es una completa y detallada valoración clínica que consiste en una serie de pasos que veremos a continuación, un procedimiento que se aplica igualmente en el caso de los pacientes con TDAH. Se trata de un tipo de procedimiento con el que hemos sido educados todos los que pertenecemos a este tipo de profesiones, seamos médicos o licenciados en psicología, y que en el fondo tenemos que considerar como la base de nuestra práctica cotidiana. Es así como el uso de esta llamada valoración clínica o historia clínica, se convierte en el instrumento fundamental en nuestro trabajo cotidiano, ya que gracias a él podemos explorar y conocer los problemas, males o conflictos básicos que aquejan al paciente que tenemos enfrente y que ha llegado hasta nosotros para consultar y pedir ayuda. Gracias al uso de tal instrumento y a la exploración que efectuamos con el mismo, logramos delimitar una serie de diagnósticos, los que a su vez nos permitirán conocer y comprender la patología que presenta cada paciente, de modo que entonces sí podremos planear un programa de tratamiento, a base de las diferentes estrategias que consideremos necesarias y efectivas para ayudarlo.
En la actualidad, debido principalmente a las presiones del tiempo, sobre todo en las instituciones públicas, pero muchas veces aún en las privadas, donde las listas de pacientes llegan a ser muy numerosas e inclusive interminables, y la presencia del personal profesional no alcanza del todo a llenar tales demandas, se ha generalizado en un alto porcentaje el tipo de consultas rápidas enfocadas principalmente a recomendar medidas inmediatas. Tales medidas casi siempre van dirigidas al uso de cualquier tipo de medicamento, sin que se haya tenido la oportunidad de llevar a cabo la exploración necesaria y suficiente para obtener una historia clínica completa, que en el fondo y a la larga permitiría llegar al diagnóstico más preciso, y quizás a otro tipo de tratamientos diferentes. Este tipo de práctica ha dado como resultado, el que para muchas personas la consulta médica resulte en una especie de condicionamiento pavloviano, en el que consultar a cualquier médico, implica automáticamente el recibir una receta para tomar algún tipo de medicamento, sin importar muchas veces el llegar a conocer la raíz de sus síntomas, sino más bien el disminuirlos o desaparecerlos por completo lo más pronto posible. Quizás en un buen porcentaje de casos, ese tipo de consulta es todo lo que se requiere para resolver el problema, la dolencia o el sufrimiento de un paciente, ya que es muy natural y comprensible que en ese momento preciso de dolor o sufrimiento, todos desearíamos suprimirlo lo más rápidamente posible. Sin embargo, en otro porcentaje de casos, la desaparición del o los síntomas puede representar solamente una mejoría transitoria de ellos, pero sin que se haya llegado a conocer ni a comprender a fondo cuáles son las raíces o causas de los mismos. Por lo tanto, un tipo de “cura” tan rápida, en el que no se tuvo tiempo de efectuar una exploración más extensa a través de una historia clínica, puede hacer a un lado la oportunidad para obtener un buen diagnóstico y llevar a cabo un programa de tratamiento más específico y oportuno, que a la larga le podría ahorrar al paciente en el futuro, no sólo la recurrencia de sus síntomas, sino también el cuidado de su salud e integridad general, según el tipo de malestar o enfermedad de que se trate.
Me parece que en nuestra práctica médica actual tendríamos que poner en una balanza, sí lo importante profesionalmente es “curar” con la mayor rapidez posible, para abarcar un mayor porcentaje de pacientes y llenar de ese modo nuestras estadísticas (concepto que se puede traducir de muchas maneras) sacrificando así la oportunidad para obtener un diagnóstico más completo, o si por el contrario, debemos dedicarle mayor atención, tiempo y oportunidad para escuchar y conocer mejor a nuestros pacientes, y realizar así una más completa valoración clínica, que cumpla con los objetivos que perseguimos en nuestra práctica profesional. Creo que definitivamente, se trata de un dilema que enfrentamos, y sobre el cual tenemos mucho que reflexionar todos los profesionistas que trabajamos en el campo de la salud (Continuará).
