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Santa Martha Acatitla, una Torre de Babel

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El Universal

Francesas, holandesas, estadounidenses, una egipcia y sudamericanas enfrentan condenas en el penal

¿Cuántos idiomas se hablan en el penal femenil de Santa Marta Acatitla? El número no es preciso, pero las detenidas por el tráfico de drogas ha convertido a este reclusorio en una desafortunada Torre de Babel. El lenguaje universal que hay adentro, son los planes que hacen diariamente de lo que ellas van a hacer cuando estén libres.

Datos oficiales destacan que hasta noviembre de 2007 había más de 40 extranjeras. Hay francesas, holandesas, una egipcia, estadounidenses, centroamericanas, pero las venezolanas y colombianas son mayoría con ocho y siete representantes, respectivamente.

Es 5 de enero. En la aduana de registro se quedan empeñados tres pasaportes de un grupo de cinco colombianos, los cuales, serán devueltos cuando termine su visita al penal. Ellos visitan a dos mujeres que ya han cumplido más de tres años de su sentencia.

Intrigada, una custodia aprovecha para interrogarlos cuando les coloca los sellos de visita en la parte interna del brazo, pero se abstiene con un matrimonio de la tercera edad que viajó puebleando en autobús, por lo que tuvieron más horas de viaje.

—¿Vienen desde Caracas? —preguntó la uniformada.

—No señora, llegamos desde Bogotá responde el más alto de la comitiva apenas despegando los labios, como si quisiera reprobar en silencio a la uniformada en la prueba, de saber las capitales del mundo, de tercero de primaria.

—Oiga, ¿y no se les hace muy pesado?

—No, señora, mire, eso no duele, en serio, señora -comenta el de la voz escondida y se sigue-, en tanto la custodia sonríe y comenta con voz que quiere transpirar experiencia: “así son estos sudamericanos… sí, señora, no señora, se ve que los trae cortos ese Chávez, ¿verdad?”. Y sigue poniendo sus sellos...

Las foráneas se juntan para comer, pero las alianzas las hacen con las mexicanas que tienen peso en el penal a fin de obtener algún beneficio, como lo es la posibilidad de dar clases de lo que sea e incrementar los puntos suficientes para reducir su sentencia.

Así está Natasha, francesa, que tiene ocho meses encerrada contra las seis horas que estuvo libre en México, ya que en ese lapso se le encontró droga en una aduana portuaria tras bajarse del barco donde trabajaba como asistente de negocios. Jura inocencia.

Natasha comenzó con un nutrido grupo de 81 entusiastas alumnas que en unos días se redujo a una decena de internas que ya comienzan a decir sus primeras palabras en francés, principalmente groserías o diversas peticiones sexuales que rematan con carcajadas. La gala también participó en la organización de una pastorela.

Más allá está la egipcia, María Saba Motouk, que da clases de acondicionamiento físico, las cuales interrumpió en noviembre pasado, ya que fue apandada luego de que se le encontró un celular en una revisión de rutina.

De manera periódica, las autoridades promueven la presentación de artistas, como pasó en los últimos meses del año con Alejandro Sanz, quien llegó al penal con un personal digno de un concierto en el Auditorio Nacional.

Hasta la fecha, el cantante español es el más repudiado entre las reclusas, ya que llegó, dejó que se desgañitaran por él y cuando se callaron, aclaró que él había ido a comer… y cumplió, ya que solamente tarareó la mitad de unos de sus éxitos cuando lo grababa la televisión, repartió saludos y se fue.

Los aplausos van para Paquita “la del Barrio”, quien estuvo en una de esas celdas por unas horas tras sus problemas de impuestos, pero ahora, convertida en férrea inquisidora de las “ratas fiscales de dos patas”, alcanzó a entonar 17 canciones.

Otro día, estuvo la Sonora Dinamita, cuyo grupo se presentó en domingo, día en el que hay mayor número de visitas, por lo que hubo pista… perdón, patio lleno.

Un personaje que arriba con frecuencia es “El Tarín”, quien tiene un equipo de sonido que alcanza decibeles tan altos, que internas y familiares se comunican casi a señas. “El Tarín” no falla cuando es el cumpleaños de alguna de las reclusas que pretende, además de que es señalado de colarse a las celdas en medio de las parejas de baile, con la complicidad de los custodios para saltarse los requisitos de la visita conyugal.

En noviembre quedó libre Rebeca Márquez tras cumplir el 50 por ciento de su condena, la cual redujo por buena conducta y puntos que acumuló como estafeta. Era una de las reas asignadas para buscar a sus compañeras cuando reciben visita.

Rebeca, estuvo 3.4 meses encerrada, así dan el dato las acusadas, como si fuera calificación escolar. De los seis años y ocho meses a los que fue sentenciada luego de intentar capar con un filoso cuchillo a Rodolfo, su pareja sentimental tras descubrir que le era infiel. Rodolfo tuvo suerte, ya que se recuperó luego de haber sido herido de gravedad, pero ella fue acusada de intento de homicidio.

Ahora, con sus 50 años de edad, cuyo rostro refleja unos 10 más, comenta que ahí aprendió muchas cosas que la hicieron ver las cosas de distinta manera, tanto que antes de irse, anuncia que se va a dedicar a dar pláticas a parejas en conflicto.

Unos metros más allá, en la misma mesa de siempre, está Sara Aldrete, mujer que desde 1989 ha estado recluida tras haber sido acusada de ser parte de aquella banda de los narcosatánicos, acusación que ella ha tratado de echar abajo año tras año. Ella dice que es una víctima del otrora líder Adolfo de Jesús Constanzo.

Aquí, Sara no es la narcosatánica, sino la interna por la que pasa el aval a la agenda de actividades del penal, donde a la par, apoya la solución a varias de las demandas que tienen sus compañeras, ya que lo mismo organiza un curso de literatura que va y checa cómo resolver el problema en el área donde se venden las frutas y verduras.

Ahí, recargada en una columna esperando un cliente para darle bola a los zapatos, está Idalia, mujer de 60 años de edad, detenida por robo con varios ingresos a reclusorios, que además de cargar con su cajón de bolera, ha promovido en los últimos años un programa de reciclaje de basura, que ya fue autorizado.

“Enfatiza que adentro del penal, se pueden hacer varias cosas, por lo que lleva a su interlocutor al otro patio de visitas para mostrar árboles casi secos por tener la mitad de sus raíces a la intemperie. Una extranjera de origen holandés se acerca a Idalia.

“Es de los trabajos que deben hacerse, aquí también la holandesa le entra, pero no importa el idioma, ni que esto sea en una cárcel, lo que cuenta es que aquí también podemos sembrar flores”, remarca.

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