Finanzas Wall Street Economía Mexicana Inflación Torreón Cartera de Huevo

Un nuevo discurso de los organismos empresariales laguneros.

HERIBERTO RAMOS HERNÁNDEZ

¿Cuáles son las raíces que han configurado el discurso de las agrupaciones empresariales en nuestra región? ¿Cuál es la pertinencia y funcionalidad de dicho discurso en un México inserto y actor del proceso de transformaciones políticas, sociales y económicas al inicio del Siglo XXI?

El neoliberalismo, solo un juego

Durante cuatro décadas, y hasta finales de los años setentas, el paradigma central para el crecimiento económico de los países menos desarrollados fue detectar las fallas de mercado que dificultaban dicho crecimiento. El proteccionismo, el subsidio a las exportaciones, la inversión pública en infraestructura y los controles de precios buscaban evitar que el proceso de asignación de recursos únicamente se diera a través de un mercado que era entonces, por lo demás incipiente, desestructurado, y en ocasiones hasta inexistente.

Los gremios patronales se constituyeron como agrupaciones sindicadas cuyo objetivo primario fue dar representatividad y hasta coherencia a los esfuerzos empresariales hasta ahí individuales. En un entorno donde el principal motor económico era el Estado. Aun así, muchas de las medidas de fomento y corrección del mercado se constituían como una fuente de rentas perpetuas incluso para combativos dirigentes empresariales actores de una representatividad ficticia.

La estrategia fue eficaz, (que no eficiente), en la medida que el ingreso medio por habitante creció a una tasa anual de 3.2%. México paso de lo rural a lo urbano, se construyo una base industrial, y la franja demográfica clase media tuvo su apogeo con la promesa de la movilidad social.

Cuando el entorno mundial cambio, y esta estrategia desemboco en las crisis recurrentes en la llamada década perdida en los años ochenta, el foco migro de buscar fallas de mercado para intervenirlas; a buscar fallas de gobierno para liberalizarlas. Privatizar y aperturar… Se pensó que el proceso de asignación de recursos seria entonces óptimo mediante una disciplina asociada al libre mercado. El momento de la “competencia” había llegado.

Pero los resultados son hasta hoy desencantadores. La receta del Consenso de Washington no entrego lo prometido, y dado que en los instrumentos tradicionales de política económica y monetaria queda poco por reformar, la exigencia de algunos gremios empresariales se ha enfocado desde exigir la segunda ronda de reformas estructurales, hasta criticar ciertos esfuerzos gubernamentales porque ¡no atraen la inversión extranjera! Que en ultima instancia, (y por si se olvida) siempre será competencia para los mismos empresarios de los gremios nacionales.

Y como toda aspiración desarrollista debiera apoyarse en una construcción teórica, los propulsores de este nuevo estructuralismo económico se han colgado de la llamada “Teoría del diseño de mecanismos” una rama de la teoría de juegos, donde el diseño de reglas implica la búsqueda y consecución de un resultado deseado, pues los jugadores alinean su comportamiento por incentivos predeterminados por el diseñador. Aun cuando Myerson, Maskin, y Hurwitz obtienen en el 2007 el premio Nóbel de Economía por esta teoría de vanguardia, la Academia se los otorga únicamente por “sentar las bases teóricas”. Estamos muy lejos de poder estandarizar alegremente su aportación. Pues ¿Quién-es seria-n el diseñador? y ¿Por qué?

Fumando, espero la reforma

Este nuevo discurso estructuralista afirma que los resultados económicos no han sido los mejores porque el mercado laboral no es flexible, el sistema fiscal introduce distorsiones, el sistema educativo es ineficiente, y los derechos de propiedad son frágiles. No obstante, la no distinción entre lo deseable y lo probable, resulta también en una suerte de inmovilidad gritona en los actores económicos que por definición construyen.

D. Rodrik, (en “Rethinking Growth Policies in the Developing World” Harvard University 2004) Resume las aristas débiles de esta perspectiva: “En primer lugar, al tratarse de una larga lista de reformas institucionales definidas en términos relativamente vagos, tales como abatir la corrupción, o establecer el Estado de Derecho, o bien flexibilizar el mercado laboral; y cuya vinculación con el crecimiento económico es, en el mejor de los casos, muy difícil de medir, la segunda generación de reformas difícilmente puede discutirse racionalmente. En caso de que no produzcan los resultados esperados, siempre se puede argumentar que falta algo en la reforma de tal o cual aspecto del entramado institucional, o que, como seguramente será imposible tener todas las reformas al mismo tiempo, falto esa reforma crucial. El contexto estructural ideal es entonces un horizonte que se aleja conforme avanzamos hacia el”. Hasta aquí Rodrik.

No todos los capitalismo son iguales

Strategy + Business, el magazine de la consultora internacional Booz Allen & Hamilton, eligió entre los mejores libros económicos del 2007 a “Good Capitalism, Bad Capitalism, and the Economics of Growth and Prosperity” (Baumol, Litan, Schramm. Yale University Press 2007)

Y si, los autores categorizar cuatro diferentes tipos de sistemas capitalistas, algunos redundan en desarrollo económico, mientras que otros lo ralentizan, y hasta lo inhiben.

El Capitalismo Emprendedor, donde las pequeñas y medianas firmas, así como los nuevos emprendimientos juegan un rol significativo en el desarrollo económico, con altas tasas de apertura, encadenamiento productivo, innovación y supervivencia. Sin monopolios sectoriales. Un modelo que los autores identifican en una gruesa franja de la enorme economía estadounidense, y que personalmente ejemplificaría con los clusters italianos.

El Capitalismo Oligárquico, donde elites relacionadas por nexos familiares y de negocios, representan un enorme porcentaje de la actividad económica, de la oferta productiva y laboral, en sectores tradicionalmente mono-dúo-policos. (Los autores identifican a algunas economías emergentes asiáticas bajo este modelo)

El Capitalismo de Estado, donde el Estado impulsa mediante enormes subsidios y otros incentivos la creación de sectores y propietarios favorecidos. (Los autores ejemplifican con ciertas economías europeas)

El Capitalismo de la Gran Corporación. Ejemplificado con Japón y Corea del Sur, donde los motores del crecimiento económico se centralizan en grandes firmas de origen local ya multinacionales.

Entonces, y abusando del clásico Orwelliano. Existen Capitalismos mas iguales que otros. Joseph Stiglitz, Amartya Sen, y hasta Milton Friedman haciendo una lectura cuidadosa lo han venido advirtiendo.

Inventar el crecimiento, discurso y objetivo

Schumpeter en palabras de José I. Casar : “La experiencia histórica sugiere que el crecimiento acelerado y sostenido, basado en la transformación de la estructura económica, en el desarrollo de nuevas y mas productivas actividades, requiere de la convicción de que es necesario acometer proyectos que no se han intentado antes y de la voluntad de llevarlos adelante. En México, en los dos episodios históricos de crecimiento sostenido, -el porfiriato y la sustitución de importaciones-, la elite en control del estado, lo mismo que amplios sectores empresariales, compartieron la voluntad de transformar la economía y actuaron en consecuencia. Hoy esa convicción y esa voluntad brillan por su ausencia” Hasta aquí Casar.

Heriberto Ramos Hernandez

[email protected]

Leer más de Finanzas

Escrito en:

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Finanzas

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 321548

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx