TORREÓN, COAH.- Fernando Romo Gutiérrez, primer Obispo de Torreón, murió ayer a los 92 años de edad, víctima de una complicación en el hígado. Tenía 17 años retirado, pero permaneció en la ciudad, cuyos fieles católicos acudieron desde ayer a despedirlo en el templo de San José.
Su cuerpo será velado en San José todo el domingo y mañana, el Obispo José Guadalupe Galván oficiará ahí una misa para después iniciar una procesión a la Catedral del Carmen, donde el cuerpo de Romo será sepultado en una cripta.
Nacido en Guadalajara el 18 de junio de 1915, Fernando Romo fue nombrado Obispo de Torreón por el Papa Pío XII en enero de 1958, seis meses después de que se creara la Diócesis. Fue titular hasta 1990, cuando presentó su renuncia a los 75 años de edad y fue designado “Obispo Emérito”.
El libro “Elegido por Dios para su pueblo”, escrito por la religiosa Beatriz Ávila Torres, lo define como una persona amigable y con una inclinación a ayudar a los más débiles.
El Obispo Romo murió en medio del año jubilar decretado el año pasado para conmemorar los 50 años de la Diócesis de Torreón y de la ordenación episcopal de Romo, que se cumplirían en abril próximo.
Fernando Romo fue ordenado presbítero el 23 de marzo de 1940 en Roma, y al año siguiente regresó a México para convertirse en párroco en Guadalajara. En octubre de 1947 fue asignado al Seminario de esa ciudad y en 1952 fue transferido a Saltillo como rector del seminario.
Fue ordenado Obispo de Torreón el 20 de abril de 1958 en el templo del Perpetuo Socorro, donde fue acompañado por miles de personas.
En una entrevista a mediados de 2007, el Obispo Romo recordó que su mayor orgullo fue la creación del Seminario que en una década casi duplicó el número de sacerdotes que había en la diócesis. Romo recibió la diócesis en 1958 con 37 sacerdotes y la dejó en 1990 con 96.
También recordó el hecho de que perdió pocos sacerdotes durante la crisis de vocaciones en la década de los setenta. “Se ha logrado ser una diócesis ejemplar, porque muchas diócesis están enfrentadas o divididas, aquí no”, dijo en esa ocasión.
El ocho de junio de 1990, al cumplir 75 años de edad, Fernando Romo presentó su renuncia al Papa Juan Pablo II, la cual fue aceptada. Pero en los 17 años de Obispo Emérito, continuó con visitas a parroquias y obras de caridad, dejando huella en la Comarca Lagunera.
