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Calderón a un año| Jaque Mate

Sergio Sarmiento

“Año: Periodo en el que transcurren 365 desilusiones”.

Ambrose Bierce

Hace un año, la primera pregunta que nos hacíamos los ciudadanos interesados en la política era si Felipe Calderón podría llegar al Palacio Legislativo y tomar protesta como presidente de la República. Los miembros del PRD y los simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador habían prometido evitarlo. La tribuna del Palacio Legislativo de San Lázaro se encontraba tomada por diputados del PRD y del PAN, unos de los cuales querían impedir la ceremonia y otros garantizarla.

A nivel más profundo, la pregunta era si Calderón podría gobernar eficazmente el país o si tendría que dedicar todo el sexenio a justificar la legitimidad de su elección.

La respuesta es que el presidente Calderón no sólo ha podido gobernar sino que lo ha hecho con un vigor del que carecía su predecesor. Es dramático, de hecho, el contraste entre la actitud decisiva de Calderón y la indecisión que marcó al Gobierno de Fox desde Atenco hasta Oaxaca. El actual presidente ha cometido, sin duda, muchos errores, pero cuando menos no ha tenido miedo a tomar decisiones.

Calderón empezó el sexenio con una serie de acciones enérgicas contra el narcotráfico. Los operativos conjuntos del Ejército y las policías federales y estatales en varios estados del país, entre ellos Michoacán, fueron controvertidos, pero reflejaron una actitud valiente de enfrentar el narco que fue bien recibida por la población, como lo revelaron las encuestas. El presidente impulsó también en el Congreso una nueva Ley del ISSSTE que evita el desplome del instituto por la creciente carga de sus pensiones.

El presidente también logró la aprobación por el Congreso de la Unión de una reforma fiscal. A cambio de ella, el presidente otorgó su respaldo -o por lo menos se abstuvo de detener- a una reforma electoral que ahora se está concluyendo con la redacción del nuevo Cofipe. El primer presupuesto del presidente, el de 2008, fue también aceptado por los legisladores de todos los partidos.

Las dudas terminaron con rapidez. Claramente Calderón ha podido gobernar. El movimiento de protesta de Andrés Manuel López Obrador ha perdido fuerza, aun cuando no ha desaparecido. De hecho, el ex candidato decidió no presentarse en la campaña por el Gobierno del estado de Michoacán para no hacerle daño al candidato del PRD, Leonel Godoy.

En las encuestas, un 30 por ciento de los mexicanos sigue diciendo que piensa que hubo fraude en la elección de 2006, pero esto no le ha impedido gobernar al presidente. Los gobernadores del PRD, de hecho, se reúnen con frecuencia y sin problemas con el presidente Calderón. El único que se niega a “salir en la foto” con el mandatario es Marcelo Ebrard del Distrito Federal. Las protestas de Gerardo Fernández Noroña, por otra parte, se han convertido en una simple anécdota que llena los momentos de humor de los espacios informativos.

El que el presidente Calderón haya podido gobernar no significa, sin embargo, que todo lo haya hecho bien. La Ley del ISSSTE es un triunfo importante para el país: una medida que habrá de perdurar al volver viable en el largo plazo no sólo al ISSSTE sino al mismo Estado mexicano, que si no habría sido aplastado por el peso de unas pensiones impagables. Pero otras medidas impulsadas por el presidente son cuando menos cuestionables.

La lucha contra el narco debe darse; el Estado mexicano no puede rehuirla. Pero debemos estar conscientes de que se trata de una guerra en la que no puede haber victoria. Involucrar al Ejército en una lucha en la que el triunfo es imposible, tiene riesgos enormes, de los que el propio presidente ha señalado estar consciente.

La reforma fiscal es, a mi juicio, decepcionante. En lugar de tener una Ley que simplifique, que aumente la competitividad de nuestras empresas, que genere empleos y que combata la informalidad, tenemos una que hace más complejo el sistema fiscal, que cobra más a las empresas formales, que castiga la creación de empleos y que hace poco en contra de la informalidad. Lo peor de todo es que para obtener el respaldo del PRI a esta insatisfactoria reforma, el presidente hizo que el PAN aceptara una reforma electoral que representa un retroceso enorme en la democracia de nuestro país. De hecho, la destitución sumaria de los consejeros del IFE por esta reforma representa un cuestionamiento a la legitimidad de la elección del propio presidente.

El primer año de Gobierno de Calderón ha sido decepcionante en materia de crecimiento económico, aunque ha registrado un aumento sorprendentemente alto en el número de empleos formales registrados en el IMSS.

Como vemos, éste ha sido un año de luces y sombras. Calderón no es ni el monstruo que pretenden López Obrador, Ebrard y Fernández Noroña, pero tampoco el héroe que algunos de sus colaboradores y simpatizantes quieren presentarnos.

GELMAN

La decisión de otorgar el Premio Cervantes a Juan Gelman es un reconocimiento a la calidad de su poesía, pero también representa una ratificación en la lucha de toda su vida en contra de los abusos de la dictadura argentina de los años setenta y ochenta. El hijo del escritor fue asesinado por los militares, su nuera desapareció y su nieta fue secuestrada. Gelman ha pasado décadas cuestionando las acciones de los militares y buscando a su nieta, ya ubicada, y a su nuera.

Página de Internet: www.sergiosarmiento.com

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