Las recientes lluvias extremas en Tabasco y Chiapas pusieron en evidencia el grado de vulnerabilidad que sufre México frente a los fenómenos meteorológicos, que se hacen más frecuentes e intensos por los efectos del cambio climático.
En rueda de prensa, el director de campañas de Greenpeace-México, Gustavo Ampugnani, señaló que existen más de 20 millones de personas viviendo en condiciones de vulnerabilidad ante fenómenos climáticos.
Las cuencas de los ríos Bravo y Papaloapan, la franja costera Cancún-Chetumal y los deltas de los ríos Usumacinta y Grijalva fueron identificados por el Instituto Nacional de Ecología (INE) como zonas de gran vulnerabilidad a inundaciones y crecimiento del nivel del mar.
Lo anterior, explicó, se señala en la Primera Comunicación Nacional de México al Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC) en 1997.
A su vez, Juan Carlos Cantú, director de programas de Defenders of Wildlife de México, aseveró que los efectos del cambio climático pronosticados para México son preocupan, porque se prevé un incremento en el nivel del mar, que afectará a ecosistemas costeros tan importantes como el manglar.
La posible pérdida de este ecosistema, advirtió, desencadenará una serie de consecuencias negativas para millones de mexicanos que dependen directa o indirectamente de esas áreas.
En este caso, México no puede ser un espectador inactivo en la próxima reunión de Bali, Indonesia, sino un actor muy participativo que demande compromisos y acciones concretas de todos los países industrializados para disminuir los gases de efecto invernadero.
En la conferencia participaron representantes de las organizaciones ambientalistas Teyeliz, Defenders of Wildlife, Centro Mexicano de Derecho Ambiental, Unión de Grupos Ambientalistas, Presencia Ciudadana Mexicana, Sobrevivencia y Greenpeace-México.
