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¡Ya Cállate Campana!

Juan de la Borbolla R.

Pareciera que se han puesto de moda las frases que buscan acallar a algo o alguien molesto. De aquel famoso ¡Ya cállate Chachalaca!, al ¿Por qué no te callas? A la reciente susceptibilidad manifestada expresamente por el tañir de las campanas de la Catedral Metropolitana que motivó que la senadora Rosario Ibarra lanzara a las turbas lopezobradoristas a “inquirir” por que la molestaban en su discurso laudatorio del autoproclamado “presidente legítimo”.

Aducen los lopezobradoristas que irrumpieron por enésima vez, violentamente en el recinto religioso más importante del país, que la larga duración del repique de campanas de Catedral fue un acto de provocación.

Y es que: Imagínense ustedes, la llamada a Misa de doce del mediodía duró más de siete minutos…, cosa que por otra parte sucede a diario y especialmente los domingos.

Mientras que el bloqueo que ellos hicieron del Paseo de la Reforma y las principales calles del centro de la Ciudad de México duró no unos cuantos minutos, sino 170 días y 12 mil empleos perdidos, sin que existieran contra-provocadores que reaccionaran de la manera violenta que ese grupo que penetró en Catedral lo hiciera con todo lujo de violencia verbal y física.

No puedo imaginarme qué hubieran dicho los seguidores del supuesto presidente “legítimo” si se les hubiera violentado su “derecho” de molestar a millones de capitalinos por el susodicho bloqueo, si alguna camarilla de exaltados hubiera hecho lo que ellos hicieron el pasado domingo 18 de noviembre.

A muchos ya se les habrá olvidado aquel sábado de abril en que coincidió la muerte de Juan Pablo II con un acto festivo organizado por el propio López Obrador en el Zócalo capitalino y en el que el “legítimo” al parecer llegó a comentar que el deceso en esa misma fecha fue para perjudicarlo. Pues bien independientemente de dichos atribuidos o efectivamente pronunciados, lo cierto es que mientras el pueblo católico doliente en Catedral solicitó reiteradamente bajar el volumen del sonido en torno a la pachanga lopezobradorista, pasaron bastante más de siete o de doce minutos para que se hiciera, sin que en esos momentos se hubiera siquiera insinuado que ese ruido festivo en los momentos de un duelo popular pudiera ser provocación contra la feligresía católica.

La agresividad contra personas y objetos que se encontraban a mediodía en el templo católico; los insultos dirigidos contra la persona del cardenal Norberto Rivera (ausente de Catedral en esos momentos) por acusaciones calumniosas ya debidamente desmentidas por los tribunales norteamericanos a los que acudieron los difamadores, el slogan repetido autómatamente a favor de López Obrador por quienes impidieron la celebración de la Santa Misa no son indicativos de ser simples inquisidores del por qué la larga duración del tañir de las campanas.

Sobre todo si ésta hubiera sido la primera o única vez en que las hordas azuzadas por personajes como Fernández Noroña o Jesusa Rodríguez penetran en Catedral para insultar o agredir, podríamos de algún modo preguntarnos también si el repique de campanas pudiera haber sido provocativo.

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