Añoranza“Siempre pienso en mi madre, fue todo para mí, mi mamá y mi papá”. Margarita Rosales Rosales, ama de casa.
El Siglo de Durango
El Día de Muertos no sólo es motivo para visitar a los difuntos a los cementerios, sino también para recordarlos con más ahínco a través de flores, remozamiento de las sepulturas acompañadas de oraciones, como lo menciona Margarita Rosales Rosales, de 68 años de edad, que acudió a visitar a su madre.
Al igual que ella, cientos de duranguenses acudieron a los cementerios de la ciudad a visitar a sus familiares que ya fallecieron, a quienes adornan sus sepulturas con flores, diversos arreglos y el remozamiento de las lápidas y epitafios.
Margarita recuerda a su madre, quien nació en 1904 y se encontró con el Señor en 1987, como aquella persona que cuidó de ella junto con su hermana, convirtiéndose en mamá y papá, luego de que éste murió cuando ella aún se encontraba en el vientre de su mamá.
Ella consideró que no sólo debe recordarse a los fieles difuntos el 2 de noviembre, sino todos los días pues aunque no acude al Cementerio Valle de los Sabinos comúnmente dice que le hace oraciones en su hogar.
Además de visitar a madre, también pretende acudir con sus abuelos, su padre y otros familiares que se encuentran en el Panteón de Oriente, una vez que dejó la sepultura de su mamá adornada con flores de muchos colores.
Consideró a la muerte como algo inevitable y duro, de acuerdo con su experiencia en el fallecimiento de su madre que recuerda como si hubiera pasado apenas ayer, “siempre pienso en mi madre, fue todo para mí, mi mamá y mi papá”.
“Con la muerte de un ser querido uno se quiere ir con aquella persona; es algo de volverse loca, no sólo es llorar sino pensar que ahí va a quedar también, como mi mamá que la veía y no me resignaba que sería la última vez; no quería dejarla de ver y separarme de ella”, subrayó.
Ante la separación de sus seres queridos, Margarita señala que Dios debe dar fuerzas para encontrar la resignación y seguir viviendo, “no quisiera que se muriera mi hermana y demás familiares, ya no quiero saber lo que se siente”.
Mientras tanto, dijo que siempre visitará a su madre en el camposanto y la recordará como aquella persona trabajadora, que cuidaba de sus hijas, convivía con sus compañeras de trabajo, pero sin descuidar su hogar.
Gastos funerarios
Según datos de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), el costo de un servicio funerario puede ir de siete mil a 300 mil pesos.
La Dirección General de Estudios sobre Consumo de la dependencia concluyó que un paquete básico que comprende trámites legales, embalsamamiento, ataúd, misa, capilla para velación y transporte al panteón costaría alrededor de siete mil pesos.
Mientras que el plan con costo de hasta 300 mil pesos incluye ataúd con chapa de oro, flores, misa con música en vivo y transporte de familiares que vivan en otra ciudad.
Para los familiares que opten por la cremación, las urnas van de 450 hasta más de 20 mil pesos, dependiendo del material con que estén fabricadas y del diseño que tengan, ya que pueden ser de madera de pino o caoba, mármol, bronce con aluminio, acero inoxidable, con chapa de oro y hasta con esculturas de bronce.
