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Ejército Mexicano, la batalla de las mujeres

El Universal

Con la apertura a la carrera de las armas, las mujeres pueden soñar ahora con un Ejército gobernado por ellas.

En México, de 537 generales, sólo cinco, es decir, 0.7% es de mujeres. Su principal logro y batalla ha sido abrir un hueco al muro del “machismo y la misoginia” en el Ejército Mexicano, que ha impedido que más mujeres tengan acceso a grados militares superiores.

Tres generales -María Eugenia Gómez López, María Norma Esquivel y Rodríguez y Nelly I. Balderas Olguín-, refieren en entrevistas por separado que las que han alcanzado altos rangos forman parte del esfuerzo que han hecho otras militares para que este año se abra, por primera vez, la carrera de las armas a 14 mujeres, antes exclusiva para hombres.

Es un parteaguas en el Ejército, coinciden.

Hasta ahora sólo han podido ascender a los grados superiores haciendo carrera militar en las oficinas. Son generales brigadier y de brigada, pero no de división.

De acuerdo con sus datos, la primera mujer que consiguió los grados de general brigadier y general de brigada fue María Eugenia Gómez López, en 1991 y 2002; la siguió María Norma Esquivel y Rodríguez, en 2002 y Nelly I. Balderas Olguín, en 2003. Todas están retiradas.

Sólo dos generales brigadier están en activo: Gloria Virginia Ramírez Pérez (2002) y Graciela Carranza (2004); una es subdirectora de Administración de la Dirección de Sanidad y la otra está adscrita al Hospital de Veracruz de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Pero a María Norma y Nelly, que eran coroneles, sólo les concedieron el rango de general brigadier “para efectos de retiro” (cuando se jubilan) en el sexenio de Vicente Fox. Estos nombramientos no requieren de la autorización del presidente de la República, sino sólo del secretario de la Defensa Nacional.

María Eugenia también está retirada, pero le dieron el cargo de general brigadier en activo en 1991, con la autorización del presidente Carlos Salinas de Gortari y la promoción del secretario de la Defensa, Antonio Riviello Bazán, y 11 años después, al retirarse, en 2002, la ascendieron a general de brigada con la autorización del secretario Clemente Vega García, en el Gobierno de Vicente Fox.

Todas son odontólogas de profesión, ya sea por que cursaron la carrera en la Universidad del Ejército o en la UNAM. A este gremio también perteneció la primera mayor, Guillermina Tejeda (1959); la primera teniente coronel, Estela Gracia García y Martínez (1979) y la primera coronel, María Eugenia Gómez López (1986), quien también fue la primera general.

A las mujeres no les ha sido fácil ascender dentro del Ejército. Algunas recuerdan el caso de la mayor Estela Gracia García, hermana del fundador de la Escuela Médico Militar, que quería ser teniente coronel en 1971, en el sexenio de Luis Echeverría.

Concursó y aprobó con calificaciones de excelencia, pero el entonces secretario de la Defensa, Hermenegildo Cuenca Díaz, le negó la promoción.

Aguerrida, peleó su derecho a ascender y como respuesta la detuvieron y encarcelaron tres días en el Campo Militar Número 1. El motivo: para que aprenda a no reclamar. Obtuvo el grado de teniente coronel hasta 1979, en el sexenio de José López Portillo, pero por retiro.

Hoy tiene 83 años de edad y no acepta entrevistas porque aún tiene miedo a la reacción del Ejército.

Hace algunos lustros la única escuela de formación militar para mujeres era la Escuela Militar de Enfermeras. Posteriormente, la Escuela Médico Militar abrió sus puertas a aspirantes femeninas.

La Escuela Militar de Odontología desde su fundación admite a personal de ambos sexos.

Hoy están abiertas todas las escuelas pertenecientes a la Universidad del Ejército y Fuerza Aérea, el Heroico Colegio Militar, la Escuela Militar de Ingenieros, la de Trasmisiones y el Colegio del Aire, donde ahora las mujeres podrán graduarse como oficiales de infantería, caballería, artillería, pilotos aviadores; en fin, de todas las armas o especialidades de guerra, así como los servicios que apoyan a las armas, aseguran.

Con la apertura a la carrera de las armas, las mujeres pueden soñar ahora con un Ejército gobernado por ellas. Se saben inteligentes para la estrategia, valientes y seguramente introducirían sensibilidad y humanidad al quehacer militar. Quizá no alcancen necesariamente la paz con el ataque, sino con los acuerdos, sin violencia, afirman por separado.

“Ya nos están dando más oportunidad. A partir de este año podemos entrar a la Escuela Superior de Guerra, al Colegio Militar y al Colegio del Aire. A nivel mundial, en Israel hay varias generales de armas y en Estados Unidos hay generales mujeres de servicio”, asegura la general María Eugenia Gómez López.

Felicita también a las tenientes que acompañan al presidente Felipe Calderón, ya que siempre era un oficial el que escoltaba al primer mandatario. Estima que Calderón las habilitó con ese grado militar ya que observa en sus uniformes “sardinetas” -bordados en las mangas- que sólo portan los egresados de la Escuela Superior de Guerra.

El Ejército está dividido por tres clases de militares: de arma, de servicio y auxiliares. Hasta este año, explica, las mujeres sólo podían ascender en servicios, aunque hacían labores de armas cuando estaban en el cuartel o eran jefas de vigilancia.

“Qué bueno que ya se sembró la semillita porque a lo mejor los siguientes presidentes ya van a tomar en cuenta a la mujer. Además, las mujeres somos más organizadas, menos faltistas y más cumplidas en muchos aspectos”, dice la general Gómez López.

—¿Aportarían sensibilidad o la humanidad al Ejército?

—No es cosa tanto del machismo, sino del poder más que nada. Y las mujeres como que somos más maternales a fuerza, como que pensamos más antes de actuar.

María Norma Esquivel y Rodríguez tenía deseos de ascender a general, pero en activo. Obtuvo el grado sólo para efectos de retiro, a pesar de que en su momento hizo las promociones y quedó en primer lugar. Eso la dejó insatisfecha.

Pero está agradecida con el Ejército porque considera que es una institución noble y que si volviera a nacer, entraría de nuevo a sus filas.

Lo que pasa es que “no nada más en el Ejército, sino en otros lugares, todavía hay reticencia para aceptar a la mujer. Los entiendo, porque la cultura de nuestro país proviene de culturas machistas. Si no hemos cambiado en corrupción, en docilidad, en mala educación, en muchas otras cosas, pues tampoco íbamos a cambiar en esto tan pronto. Yo creo que sí se va a lograr, ojalá lo vean mis hijos y mis nietos”.

La general Nelly Balderas también coincide en que “por el machismo y la misoginia en el Ejército no se permitía a las mujeres el ingreso a las carreras de las armas y ahora sí”.

Agrega: “Creo que con este cambio las Fuerzas Armadas están ubicando a la mujer, con todas las garantías que tiene un ser humano. Me siento halagada por pertenecer a un Ejército de vanguardia. Sobre todo si esa incorporación de las mujeres a las armas le va a dar otro sentido y sensibilidad al Ejército”.

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