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La violencia los rodea/ Videojuegos afectan el criterio de los niños

Por Vicente Rodríguez

TORREÓN, COAH.- Al tiempo que los tanques avanzan sobre la ciudad y desalojan a los miembros de la guardia personal del dictador, los aviones sobrevuelan el norte para practicar los últimos bombardeos. A pesar de su aspecto amenazante, los combatientes enemigos no han montado una defensa coherente y el grueso de los enfrentamientos ha terminado según lo previsto: queda tiempo para congregar a las tropas en el cajón de los juguetes y desayunar, antes de que pase el camión de la escuela.

Una de las consecuencias indirectas de la reciente campaña militar de Estados Unidos en contra de Iraq fue el aumento de la presencia de regimientos de plástico en los estantes de las jugueterías: tanques, aviones, helicópteros de guerra. Existen hasta diminutos personajes con perfil árabe dispuestos recrear a escala doméstica los enfrentamientos difundidos en las últimas semanas. Hace apenas unos días, agencias informativas anunciaban que la división de entretenimiento de Sony estaría reconsiderando un proyecto de juegos de video que se llamaría “Choque e Intimidación” en una clara alusión a la ofensiva inicial del ejército norteamericano sobre Bagdad. Estos hechos reavivaron un debate que se centra en los efectos que ejercen los juguetes y videojuegos de contenidos bélicos o violentos sobre millones de niños y adolescentes en todo el mundo.

El jueves pasado, en el estado norteamericano de Pensilvania, un estudiante de catorce años mató al director de su escuela y luego se suicidó. Las autoridades dijeron que desconocían los motivos del crimen. No fue un hecho aislado, sino el eslabón más reciente en una larga cadena de incidentes similares: en mayo del año pasado, un joven texano de 13 años disparó dos veces contra un amigo. La defensa alegó que ambos habían pasado la tarde juntos enfrascados en una sesión de videojuegos. Unas semanas antes, un pequeño costarricense de cinco años había agredido con un rifle a su hermano de catorce meses. La familia, de pocos recursos, vivía en la región del Guanacaste, en una zona apartada: no tenían energía eléctrica, mucho menos juegos de video. Sin embargo, ése era el segundo caso que ocurría en ese poblado en menos de un mes.

El 20 de abril de 1999, los adolescentes Eric Harris y Dylan Klebold abrieron fuego en su escuela, la Columbine High School de Denver, Colorado, matando a 12 de sus compañeros y un maestro antes de suicidarse. Dos años después, los parientes de las víctimas emprendieron una acción legal contra las empresas productoras de juegos de video, pidiendo una compensación de 5,000 millones de dólares. Entre las compañías acusadas estaban Sony, Nintendo, Sega y Atari.

Psicólogos, educadores y sociólogos debaten sobre la influencia en los menores de edad de los juguetes y videojuegos violentos: algunos consideran que las hostilidades recreadas con realismo en el plástico o en la pantalla pueden ser sugerencias para desatar conductas reales. En el otro extremo están quienes afirman que ese tipo de juegos permiten a los niños canalizar los impulsos agresivos que de otro modo afectarían sus relaciones interpersonales. En todo caso, muchos coinciden en que la raíz del fenómeno se afianza no sólo en las fuentes de entretenimiento, sino mucho más cerca: en la familia y las instituciones en donde cada niño se desenvuelve.

“Que constantemente un pequeño se esté exponiendo a juegos de video o juguetes en donde el que gana sea el que mata más, con derramamiento de sangre, con violencia directa física, afecta sus criterios —dice Adriana Murra de Dávila, Licenciada en Psicología que trabaja con niños y jóvenes—. Sin embargo esto se amplifica, repercute más, cuando en su ambiente inmediato están viviendo una guerra: cuando los padres tienen una relación conflictiva, cuando hay luchas de poder, cuando son agredidos verbal y físicamente. Cuando al niño lo violentan sus padres, cuando no se cumplen sus necesidades básicas como alimento y vestido, su derecho al estudio, sus necesidades de escucha y de pertenencia, como cuando ignoran quién es su papá, entonces hay violencia directa hacia el niño. Además está el maltrato emocional, cuando no se toma en cuenta su autoestima, no se valora su persona e incluso se llega al maltrato físico o a la explotación”.

Murra Dávila afirma que ver cómo juegan los niños habla mucho de ellos. Sin necesidad de juguetes bélicos, algunos pueden imaginar que están matando a alguien cuando hunden un muñeco en la arena o cuando disparan un rifle que en realidad es un palo de escoba. Si en la familia hay violencia y además acostumbran juegos en donde está presente la agresión, empiezan a ver con naturalidad a las personas que atacan a sus semejantes. En el caso de los adolescentes o niños que han llegado a cometer actos violentos en la vida real, necesariamente a la hora en que se investiga es notorio que aparte de los juegos, los menores que presentan estas conductas tienen una vida carente de afecto y atención.

“En esos casos el menor no necesita ver nada externo para llegar a ser violento, porque ya lo está viviendo en su familia. Esa dificultad para manejar sus emociones se va a reflejar en su vida. Por ejemplo, aquí en México el nivel de divorcios está aumentando mucho, en Estados Unidos parece que se está estancando. Las etapas previas al divorcio son a menudo agresivas para los niños. Podemos tener pequeños que son muy inhibidos, tímidos, introvertidos y que es evidente que han sido objeto de demasiada violencia, pero también los hay muy agresivos, que afectan a los demás, que no respetan los derechos de los otros y que también pueden ser consecuencia de un entorno familiar conflictivo”.

“Hay que considerar también que la agresividad y la violencia son una parte del ser humano que le puede ayudar a crear y construir. Tener la capacidad de levantarse, de defender algo que se asume como propio, forma parte de la agresividad que tenemos. Hay que percibir entonces que la agresividad puede ser buena en los humanos, sin embargo, el problema viene cuando nos dejamos envolver por demasiada agresión, por ira cuando ya no logramos manejar nuestras emociones. No debemos satanizar la agresividad, es parte de nosotros: lo que debemos hacer es aceptarla y orientarla” agrega la psicóloga.

Para quienes buscan el control en los contenidos violentos en juguetes, videojuegos y programas televisivos, el panorama es difícil y los logros parecen llegar a cuentagotas. En una coincidencia que quizás no lo sea tanto el pasado 21 de abril, es decir cuatro años y un día después de la muerte de 15 personas en la Columbine High School en Denver, el senado del estado de Washington aprobó una ley que impide a los comerciantes vender juegos violentos a los menores de edad. A quienes no respeten la disposición se les aplicará una multa de al menos 500 dólares.

Dos días más tarde, en Inglaterra, la Autoridad de Estándares de Anuncios de Gran Bretaña (ASA por sus siglas en inglés) calificó como “ofensivo e irresponsable” un cartel que anunciaba el popular juego de video “Mortal Kombat: Deadly Alliance” porque podía desorientar a los niños con el mensaje, y advirtió a la compañía que desarrolló el programa que en adelante deberá consultar con un asesor de la industria de Gran Bretaña antes de volverse a anunciar.

Pero el factor determinante y por lo tanto el antídoto más eficaz para evitar que la violencia impregne las vidas de los niños está en su entorno inmediato, como aconseja Adriana Murra: “Hay que ayudar a los niños a que sean críticos en la medida que su capacidad de pensamiento va lográndolo. En el caso de los juguetes y los juegos de video se puede buscar que ellos se den cuenta hasta qué punto algunas cosas son reales y otras no. Sobre todo, hay que evitar en lo posible los ambientes agresivos en el entorno familiar.

Desgraciadamente el ritmo de vida es cada vez más rápido y estos cambios se reflejan en el ambiente doméstico que en muchos casos se vuelve menos armonioso. Todos podemos contribuir a mejorarlo, en primer lugar tratando de conocernos a nosotros mismos y nuestras emociones. ¿Cómo podemos pretender que nuestros hijos las manejen si a menudo nosotros como adultos no podemos?”.

LA LUCHA DIARIA

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) informó en febrero pasado que el empleo infantil prevalece como un problema grave y reconoce que las actividades peligrosas que desempeñan menores de edad son mayores de lo que se suponía:

* Son más de 350 millones de menores los que laboran en el mundo, casi 171 millones lo hacen en circunstancias de alto riesgo.

* Unos 211 millones de niños

pertenecientes a los grupos de edades de cinco a 14 años se dedican a alguna forma de actividad económica.

* El mayor número de cinco a 14 años

de edad (127.3 millones),

corresponde a la región de Asia

y el Pacífico.

* Ocupan el segundo y el tercer lugar

el África subsahariana y América

Latina y el Caribe, con 48 millones

y 22 millones, respectivamente.

* En América Latina y el Caribe se

calcula que uno de cada cinco

niños trabaja.

* Se advierte el crecimiento de este fenómeno entre las poblaciones

rurales e indígenas, donde impera

la pobreza y el bajo nivel de

educación.

* De acuerdo con un balance de

las actividades llevadas a cabo

en 2002 por el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC), señala el crecimiento de la explotación sexual comercial de

menores, tema sobre el cual inició

un programa en México.

todo

cambia

Según una investigación

realizada en Estados Unidos por la Universidad de Indiana, los adolescentes que pasan muchas horas al día jugando a los videojuegos violentos sufren modificaciones en los lóbulos frontales del cerebro:

* Aún no está claro si

estas modificaciones son permanentes.

* Los videojuegos

violentos modifican

la actividad cerebral de los jóvenes con

alteraciones del

comportamiento

e incluso en aquellos sin problemas

psíquicos.

* Según publicó la revista WebMDHealth, este estudio se ha realizado en jóvenes con edad media de 14 años.

n Los lóbulos frontales del cerebro rigen las emociones, la

atención y la inhibición.

* Quienes dirigen la investigación aseguran que hay un mayor impacto en los jóvenes que pasan muchas horas jugando.

FUENTE: Agencias

Maltrato

Durante febrero pasado se realizó en Oaxaca el VII Congreso Latinoamericano sobre la Violencia contra Niños y Adolescentes, en donde especialistas iberoamericanos coincidieron en la necesidad de perfeccionar los mecanismos médicos y legales para lograr el diagnóstico y el seguimiento de los casos de maltrato infantil. Denunciaron nuevas formas de maltrato a menores: el síndrome del niño sacudido o impactado (que ocurre en menores de dos años que son agitados impulsivamente por los padres, provocándoles lesiones graves), el síndrome de Munchaüsen (que ocurre cuando los familiares les inventan padecimientos para mantenerlos en atención médica, lo que causa tensión en los menores) además de los efectos negativos de ciertos contenidos manejados por los medios masivos.

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