¿Cuál será la razón por lo que nos sentimos tan atraídos por las mascotas?
Una de las personas que más admiramos en nuestra niñez y recordamos con mayor agrado, es a nuestro padre, la seguridad de la casa, el principal sustento, a quien rendíamos cuentas de todo, estando junto a él nada malo nos podía pasar, nos amaba y a la vez nos reprendía cuando así lo ameritábamos, jamás guardó un ápice de rencor hacia sus hijos.
Con ese amor y respeto que le tenemos al padre, en forma parecida ve la mascota a su amo, como el más grande protector y máxima autoridad en su mundo canino.
Además las mascotas se dan a querer, siempre están al pendiente del menor movimiento de su amo para complacerlo, captan de inmediato nuestro estado de ánimo, y si desafortunadamente nos toca uno de esos días negros en que llegamos a la casa con el ánimo por los suelos o de mal humor, jamás se separan de nuestro lado para alegrarnos, y si por alguna razón les llegamos a reprender, regresan y moverán su rabo como si les hubiéramos hecho alguna caricia, las mascotas no conocen el rencor, mucho menos la venganza.
Jamás nos exigen, son los seres más felices del planeta cuando les damos el paseo alrededor de la casa, o sencillamente al platicar mencionamos su nombre. Las mascotas veían nuestro sueño, siempre están alertas de lo que sucede dentro y fuera de la casa, es una gran tranquilidad tener un perro en el hogar.
Las mascotas jamás se cansan de vernos, al contrario, siempre seremos recibidos de una manera especial, se comportan como si hubieran dejado de vernos por años cuando sólo han pasado algunas horas que nos ausentamos al ir a trabajar, y se convierten en los seres más felices con sólo ver de nuevo a su amo.
Las mascotas no necesitan hablar para darnos cuenta si están contentos, enfermas o sencillamente deprimidas, las conocemos a la perfección, sabemos qué cosa les gusta más comer, a dónde les gusta ir a pasear, quién es de su agrado y quiénes no, nos enteramos por su manera de comportarse cuando hacen alguna travesura y hasta cuando quieren hacer sus necesidades.
Nos preocupamos tanto por las mascotas, que por lo regular no dudamos en llevarle al veterinario cuando notamos que padece alguna manifestación diarreica, sin embargo, no acudimos al doctor cuando nosotros o alguno de nuestros hijos o de los abuelos llega a padecer el mismo problema.
Las mascotas tienen un corto ciclo de vida, desafortunadamente para nosotros y afortunadamente para ellas, ya que evitan el sufrimiento de enfermedades crónicas e irreversibles, ni aún en su etapa senil saben ser una carga para su amo, es tan corta su vida que la viven al máximo, jamás desaprovechan ni un minuto del día para demostrar el afecto que sienten hacia su “familia”, divina cualidad que carece el único ser racional sobre la tierra. ¡Cuánto deberíamos aprender de ellas!
Las mascotas sólo saben ser útiles y afectuosas, el día que llegan a enfermar de gravedad o las internan en la clínica veterinaria, prefieren morir de tristeza a ser un estorbo para su dueño. “La muerte es el único dolor que causa a su amo y no por culpa suya”.
Y ésa es la razón por la cual las mascotas son sencillamente... ¡Encantadoras!
