Banda integrada por agentes policiales, pistoleros a sueldo y empresarios.
La policía federal detuvo el jueves a 18 personas y buscaba a otras 10 más en relación con un escuadrón de la muerte acusado de matar casi a un millar de personas en los últimos cinco años en el noreste del país.
Jorge Pontes, superintendente de la policía federal en la ciudad de Recife, dijo que la banda estaba integrada por agentes policiales, pistoleros a sueldo y empresarios que cobraban entre mil a cinco mil reales (entre 500 a dos mil 500 dólares) por asesinato.
Agregó que la banda también estaba involucrada en drogas y tráfico de armas.
"Este grupo operaba como lo que en la policía nos gusta llamar como 'operaciones generales'. Una compañía de homicidios S.A.", dijo Pontes.
La banda actuaba principalmente en la región Agreste del estado de Pernambuco, a unos 1,900 kilómetros al noreste de Río de Janeiro, pero también realizó operaciones en el vecino estado de Alagoas y en el estado amazónico de Pará, estos últimos reconocidos por casos de pistoleros a sueldo.
La policía dijo en un comunicado que la investigación sobre las operaciones del grupo comenzaron en febrero pasado e involucraron a unos 350 agentes en seis distintos estados brasileños. El mayor obstáculo que encontraron en la investigación fue recabar evidencias y al mismo tiempo evitar los asesinatos, que era cometidos a una tasa de tres a cuatro por semana.
La nota oficial afirmó que entre los detenidos estaban los dos jefes de la banda, varias personas encargadas de manejar las finanzas del grupo y policías, desde los grados más bajos hasta sargentos.
Agregó que el trabajo de los policías en la banda era principalmente eliminar evidencias de los crímenes en los sitios donde ocurrían los asesinatos.
Los escuadrones de la muerte, en general formados por agentes y ex agentes, son un fenómeno bastante común en Brasil, donde suelen ser pagados por comerciantes para eliminar a indigentes y chicos que viven en las calles.
Tales grupos de Brasil se hicieron conocidos internacionalmente cuando en 1992 un escuadrón de la muerte de policías mató a ocho niños de la calle, quienes dormían a las afueras de una iglesia en Río de Janeiro.
Un mes después, otro un grupo policial mató a 21 personas en la barriada Vigario Geral, de Río, aparentemente en venganza por el asesinato de agentes involucrados en el tráfico de drogas.
En marzo del 2005, policías vinculados a esos escuadrones dieron muerte a 29 personas, baleadas en las calles de dos barriadas, también en una aparente venganza.
