Después de veinticinco años dedicados a las mascotas, no he visto algún perro que se valga por sí mismo, o no sufra después de haber pertenecido a una familia y sea abandonado a su suerte.
Aún las grandes razas de perros como el rotweiler que imponen por su majestuosa musculatura y su fuerza, son seres indefensos cuando son “echados” a la calle por sus dueños después de haber gozado una vida placentera al lado de “su familia”.
Los perros son seres humanos que no pueden valerse por sí mismos, al igual que los niños y los ancianos, nos tienen a nosotros para darles de comer o asearlos, ellos nunca se quejan, incluso casi tenemos que adivinar cuando algo anda mal y llevarles al médico cuando enferman, sólo dependen de nosotros.
Cuántas de las ocasiones en que salimos de vacaciones con toda la familia, lo primero que procuramos es a nuestro perro, hay clientes que han llegado a cancelar sus viajes por no tener con quién dejar a su querida mascota. Hoy en día, principalmente en el verano, tienen que hacer las reservaciones no sólo para el lugar donde se dirigen a vacacionar, sino con su veterinario para apartar lugar, ya que en esos días es cuando existe la mayor demanda para alojamiento para sus animales. En ocasiones no pasan ni 24 horas después de haber dejado a su mascota o pensión, cuando recibimos la llamada de larga distancia para preguntar por la salud de su perrito.
Hay clientes que se justifican por su comportamiento hacia su mascota, pero realmente los comprendemos, pues en algunos de ellos, representan a toda su familia, otros, simplemente los adoran.
Por fortuna mía he llegado a tener clientes que los hijos que tienen son de adopción, sin embargo a las mascotas que llevan, las tratan con cariño y un respeto considerable, como si se tratase de una persona, y digo por fortuna mía, pues es una lección de amor al prójimo en todos los sentidos que ellos nos dan al ser tan especiales.
Un bebé jamás se quejará de la comida, sencillamente con el hecho de que venga de la mano de su madre, abrirá la boca con gusto para recibir el alimento, al igual que nuestra mascota, ella confiará ciegamente y estará a expensas de nosotros para darle de comer lo que nosotros elijamos.
Los ancianos, ellos después de haber dedicado los mejores años de su vida para el bienestar de sus hijos, es justo que él reciba ahora de nosotros un techo, comprensión, y sobre todo paciencia, que él más que nadie la merece, pues dedicó gran parte de su vida para nosotros, desde enseñarnos a caminar hasta los sabios consejos de: “Qué hacer con nuestras vidas”. Así nuestras mascotas, ellas dan y dieron lo mejor de sus vidas hacia nosotros, sólo viven para complacernos, somos todo para ellas, pues no conocen de otro ser supremo, más que ¡su querido amo!
