El Universal
MADRID, ESPAÑA.- Las sospechas de que la muerte de Érika Ortiz se debió a un suicidio, se confirmaron ayer. La hermana pequeña de la princesa Letizia falleció a consecuencia de un paro cardiorrespiratorio después de haber ingerido una elevada cantidad de pastillas, probablemente tranquilizantes, según reveló la autopsia, que no se ha hecho pública oficialmente.
El hecho de que la policía hubiera encontrado envases de plástico de medicamentos en el bote de basura de su vivienda y que la joven, de 31 años, hubiera estado varios meses de baja laboral por depresión, ya que sufría estrés y ansiedad, hacían pensar que Érika había decidido quitarse la vida después de dejar varias cartas manuscritas dirigidas a distintos miembros de su familia. Como así fue.
También se confirmó que cuando Roberto García, novio de Erika, encontró su cadáver el miércoles por la mañana, la hermana de Leticia llevaba más de 12 horas muerta, ya que había fallecido a las 11 de la noche del día anterior. Algo que se sospechaba, puesto que el cuerpo, tendido sobre la cama, estaba muy frío y los equipos médicos ni siquiera intentaron reanimarla.
Hasta dentro de 15 días no se conocerán las causas exactas de la muerte, ya que tendrá que analizarse una muestra de los tejidos de la joven, en el Instituto de Toxicología. Entonces se firmará el informe definitivo de la autopsia, que se entregará al juez y a la familia de la fallecida.
Por expreso deseo de la Casa Real, el caso se está llevando con enorme discreción, lo que sin embargo no ha impedido que muchos detalles se hayan filtrado a la prensa. Para evitar que se haga pública más información de la que los Ortiz Rocasolano desean, la juez de guardia que instruye el caso ha ordenado a los agentes de policía científica que hicieron la inspección ocular del piso, que le remitan todas las fotografías tomadas y hasta la tarjeta de memoria de la cámara de fotos. Con esto quiere evitar que esas imágenes puedan ser utilizadas por terceras personas, publicadas o emitidas en algún medio de comunicación.
Sería cementerio de Sardéu su última morada
Aunque ni la familia Ortiz Rocasolano ni la Casa Real lo han confirmado, las cenizas de los restos mortales de Érika, la hermana menor de la princesa Leticia podrían ser conservadas en el cementerio de Sardéu, una pequeña localidad montañosa de Asturias donde reside su abuela materna, la periodista Menchú Álvarez del Valle.
Ese era uno de los lugares preferidos de la joven fallecida, a donde acudía todos los fines de semana que podía junto con su hija Carla y donde pasaba sus vacaciones de veranos. Allí le gustaba montar a caballo -afición que compartía con su padre y con la segunda esposa de éste, Ana Togores- y disfrutar de la compañía de su abuela Menchú y de su abuelo José Luis, hasta que éste falleció hace casi dos años.
Además, Sardéu es un pueblo muy cercano a Cangas de Onís, donde Erica vivió una temporada junto con su ex novio, el escultor Antonio Vigo, y donde nació su única hija, Carla, hoy de seis años, y quien hasta ahora desconoce la muerte de su mamá.
Se da la circunstancia, además, de que en el cementerio de Sandéu también están enterrados el abuelo de Érika y su tía Carmen, hermana de su padre, fallecida de cáncer en año 2002, y a quien las tres hermanas Ortiz estaban muy unidas, sobre todo Letizia, que era su ahijada.
Sardéu, rodeado de mar y montaña, está ubicado a 15 kilómetros de Ribadesella, y en él apenas viven 20 familias. La casa de Menchú Álvarez del Valle se encuentra sobre una pequeña colina, y desde que Érika murió, permanece cerrada y custodiada por dos policías vestidos de paisano, ya que su propietaria está en Madrid. Sin embargo, se espera que en los próximos días Letizia, embarazada de seis meses, y el príncipe Felipe, viajen hasta allí para dar sepultura a la hermana de la princesa. Hasta que ese momento llegue, la futura reina de España no abandonará el Palacio de la Zarzuela, ya que su ginecólogo le ha recomendado reposo.
El lunes, su marido deberá retomar los actos previstos en su agenda e interrumpidos durante tres días luego de lo ocurrido. También lo harán el resto de los miembros de la familia real, cuyos actos oficiales ayer se cancelaron.
Se espera que el entierro de las cenizas de Érika se celebre en la más estricta intimidad. En la ceremonia sí estará presente Telma, la otra hermana de Letizia, que no pudo asistir al responso, ya que se hallaba de viaje en Filipinas.
Telma, de 33 años, trabaja en la Agencia Española de Cooperación Internacional y en el momento de la muerte de su hermana menor estaba destinada en Manila. El jueves, a las nueve y media de la noche, llegó al aeropuerto de Madrid-Barajas acompañada por un amigo, y fue recibida por su padre, Jesús Ortiz, y por su madre, Paloma Rocasolano, en la sala de autoridades. Dado que salieron por una puerta trasera, no pudieron ser vistos por los medios de comunicación. Nada más llegar a la capital de España, la joven, destrozada por la noticia, fue al Palacio de la Zarzuela para estar con su hermana Letizia y el resto de su familia.
También el jueves por la noche aterrizaba en Madrid el avión en el que viajaba la reina de España procedente de Indonesia, quien tampoco pudo llegar a tiempo al responso de Érika, pese a que interrumpió su viaje oficial en cuanto se enteró de la noticia. No obstante llevar 24 horas de viaje, la esposa del rey Juan Carlos se desplazó a la vivienda de su hijo para dar el pésame a la princesa de Asturias y a la familia Ortiz Rocasolano.
