?Amigas de Guadalajara, queridos amigos tapatíos: con su numerosísima presencia, con esta bondadosa bienvenida que me dieron, me han hecho sentir ustedes un segundo Gael García?. Así dije al empezar en la Feria Internacional del Libro mi obra más reciente: ?Juárez y Maximiliano. La roca y el ensueño?. Y es que la sala donde la presentación tuvo lugar se abarrotó hasta el punto en que los elementos de seguridad debieron cerrar las puertas para evitar algún desaguisado. Me dijeron después, y oí con pena, que otra tanta de la que gente que acudió se quedó afuera. ¡Qué generosos son los jaliscienses, y todos los que me hicieron el favor de ir a escucharme, gente de todas partes del país! Yo, tímido como soy de natural, entré al recinto muy espichadito, como se dice por acá de quien hace algo en forma disimulada, y escurrido. Cuando el público me descubrió rompió en un aplauso largo y afectuoso que me emocionó hasta el punto que no supe como responder a él. Mi aturrullamiento fue aumentado por un amable señor que en el momento más fuerte del aplauso gritó con estentórea voz: ?¡Somos más de cuatro!?, aludiendo a mi costumbre de decir que tengo nada más cuatro lectores. Di las gracias en forma desmañada, y mencioné al joven y talentoso actor que dije arriba, cuya presencia en la Feria fue apoteósica. Luego hablé del libro, y del asombro que me ha causado su éxito. ?Ya se han vendido 40 mil ejemplares?, declaré. Desde su asiento en la primera fila Sandra Montoya, mi ángel de la guarda en Diana, Grupo Planeta, me mostró los cinco dedos de su mano para corregirme: 50 mil ejemplares se han vendido ya. En la Feria se terminaron las existencias del libro; más de 800 se vendieron el día de la presentación, y dos horas y media estuve firmando ejemplares de la obra y retratándome con la bondadosísima gente que me dio su afecto. (Un libro firmé con especial cariño, y puse en él esta dedicatoria: ?A la señora Ana Luisa Peluffo, diva en el cine, y diva en nuestros corazones?). Manolo Fernández, sabio editor y amigo muy querido, me dijo que se acaba de hacer una nueva reimpresión de la obra, de 12 mil ejemplares. Supe igualmente que muchas empresas de Guadalajara, la Ciudad de México y otras ciudades mexicanas han pensado regalar el libro a sus clientes y amigos en esta temporada navideña, lo cual agradezco también profundamente. Ahora hago un anuncio: a petición de numerosas familias -como dice la frase consagrada- estoy trabajando ya en un libro sobre el gozo de ser abuelo. ¿Trabajando dije? No tal: estoy formando con deleite las páginas donde recogeré mis experiencias en ese mundo maravilloso que es el trato de los abuelos con sus nietos, y el cariño entre ellos, pequeña anticipación del paraíso. Ese libro saldrá, si Dios lo quiere, allá por mayo, también bajo el signo editorial de Diana y de Planeta. Mientras tanto doy otra vez las gracias a la generosísima gente que en Guadalajara me abrazó con su cariño y me ungió con el santo sacramento de la bondad humana... Una chica de tacón dorado fue contratada por un señor chino que la llevó a su hotel. Terminado el trance de amor el oriental caballero saltó de la cama, fue corriendo hacia la ventana y respiró con fuerza el aire de la noche. Luego, ante el asombro de la chica, se metió abajo de la cama, salió por el otro lado y le hizo el amor una segunda vez. Acabada esa ocasión hizo otra vez lo mismo: fue hacia la ventana, tomó aire, se metió abajo de la cama, salió de nuevo y le hizo el amor de nueva cuenta. Lo mismo sucedió tres veces más. Asombrada por la resistencia de su cliente la muchacha quiso probar aquello. Concluido el quinto trance saltó del lecho, y ante la mirada curiosa del caballero chino fue a la ventana, respiró con fuerza y se metió abajo de la cama. Ahí encontró otros cuatro caballeros chinos... FIN.
