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ESPECIAL| Cada vez menos hombres se casan con la Iglesia

Cristal Barrientos Torres

RELIGIÓN | RECONOCE LA DIÓCESIS DE TORREÓN QUE EXISTE UNA CRISIS DE VOCACIÓN SACERDOTAL.

EL SIGLO DE TORREÓN

Para la comunidad católica, la ordenación de seis diáconos de hoy representa un logro

TORREÓN, COAH.- Desde hace años, sueñan con celebrar su primera misa, con bautizar, confesar o casar a alguna pareja. Ahora, después de enfrentar las dudas de sus familias y sus propias crisis, seis diáconos recibirán la ordenación sacerdotal.

Para la comunidad católica de Torreón, la ordenación de seis sacerdotes es un logro, pues en 2005 sólo uno lo consiguió. Ese número se repitió en la Diócesis de Piedras Negras, mientras que en la de Saltillo fueron dos.

El obispo José Guadalupe Galván Galindo reconoce que la vocación sacerdotal enfrenta una crisis: ?Hay varios factores, en primer lugar la Diócesis de Torreón apenas tiene 48 años, además estamos en el norte de México y aquí la evangelización llegó tarde porque comenzó en los estados del sur?.

Esa opinión también la comparte Ignacio Mendoza Wong, sacerdote y director de Comunicación Social de la Diócesis de Torreón, pues considera que en la actualidad existe una sociedad de consumo que insiste más en la búsqueda del placer, que hace todo con el mínimo de esfuerzo, y en donde hay dificultad para asumir compromisos permanentes.

El primer obispo de la Diócesis de Torreón, Fernando Romo Gutiérrez, tuvo que acudir a los seminarios de otros lugares para pedir que vinieran sacerdotes o seminaristas a trabajar en Torreón.

?Con todos estos elementos la vocación sacerdotal se encuentra en un momento difícil porque también hoy en día los jóvenes tienen un amplio abanico de posibilidades profesionales. La vida sacerdotal no busca la comodidad porque implica renunciar a muchas cosas en una sociedad que no está acostumbrada a eso?, dice Ignacio Mendoza Wong.

Rodolfo Reza Palomares, rector del Seminario Diocesano de Torreón, informa que de 2000 a 2005, sólo 16 sacerdotes recibieron la ordenación, por lo que esté año es considerado como una buena cosecha: ?de acuerdo al crecimiento de la ciudad, podríamos decir que seis son pocos, necesitamos trabajar más porque va creciendo el número de habitantes de la Diócesis, pero no crece al mismo ritmo el número de sacerdotes?.

A pesar de las dudas, Marco Antonio González Salazar está dispuesto a hacer lo necesario para demostrar su vocación sacerdotal. A partir de este sábado, será colaborador y consejero del obispo, luego, en septiembre, será enviado a una de las 52 parroquias de la Diócesis.

En la actualidad, la Diócesis de Torreón cuenta con 52 parroquias, 96 sacerdotes diocesanos, 48 sacerdotes religiosos que, en 2005, bautizaron a 16 mil 528 recién nacidos, confirmaron a ocho mil 59 pequeños, realizaron ocho mil 626 primeras comuniones y casaron a dos mil 361 parejas.

A pesar de las dudas de la sociedad, Marco Antonio asegura que no le teme al reto. Dice que desde los 12 años, cuando acudía a los encuentros de evangelización, soñó con convertirse en sacerdote.

?Me quiero consagrar a Dios para toda la vida?, comenta Marco Antonio. ?No fue fácil porque soy hijo único, mi padre ya falleció, pero mi mamá y mis tías, me apoyaron en mis estudios?.

Cuando le dijo a su familia que quería ser sacerdote, la primera reacción fue de ?al rato se le pasará, vamos a dejarlo que haga la preparatoria en el Seminario, y luego que decida?, y ya han pasado 14 años desde que Marco Antonio asegura haber recibido el llamado de Dios.

?Desde que entré al seminario soñaba con mi ordenación sacerdotal, con mi primera misa. Aunque tengo que reconocer que tuve momentos de duda, sobre todo cuando mi padre murió y como hijo único me sentía con la responsabilidad de cuidar a mi madre. Fueron días de discernimiento, pero con la ayuda de la oración y de los consejos de los padres, descubrí que tenía que continuar?.

Ahora la madre de Marco Antonio está feliz: ?Vamos a demostrar que nuestra vocación es verdadera con nuestro testimonio. Cuando la gente nos vea felices y contentos, se darán cuenta de la realidad; hay una falta de credibilidad en las instituciones, sobre todo en la Iglesia, pero es un momento de prueba en el que nosotros debemos dar el testimonio de que el Reino se puede construir, de demostrar que es posible ser feliz y realizarse como persona a través del sacerdocio?.

CRISIS NACIONAL

En 2004, el Departamento de Estadística de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), dio a conocer que la Iglesia Católica dispone de sólo 14 mil 719 sacerdotes y diáconos para ofrecer sus servicios religiosos en las cinco mil 784 parroquias. En ese año, en México había 89.6 millones de fieles bautizados.

Para realizar adecuadamente su labor, la Iglesia requeriría de al menos otros diez mil sacerdotes, según la Comisión Episcopal de Seminarios y Vocaciones. La CEM estima que cada uno de los poco más de 14 mil religiosos católicos que existen en el país tiene que atender en promedio a seis mil 382 fieles.

La cifra se dispara, sin embargo, en el caso de algunas demarcaciones religiosas, como en la Diócesis de Neza, donde existe un sacerdote por cada 50 mil católicos bautizados; en la de Ciudad Juárez, con uno por cada 29 mil; en la Arquidiócesis de Acapulco, con uno por cada 25 mil o en la prelatura de Cancún-Chetumal, con un cura por cada 22 mil fieles.

En cambio, en la Arquidiócesis de México la proporción es de un sacerdote por cada dos mil 600 fieles, en las de Morelia y Guadalajara de uno por cada cuatro mil 500 y en la Diócesis de Tuxtla Gutiérrez de uno por cada cuatro mil 700.

NUEVOS TIEMPOS

Al igual que Marco Antonio y otros cuatro jóvenes, Héctor Hugo Rodríguez Martínez recibirá este sábado, la ordenación sacerdotal. ?Descubrir una vocación específica es un proceso de fe al igual que en el resto de las profesiones. Participaba en un grupo juvenil que se dedicaba a la convivencia, a la oración y a la reflexión de la palabra, y esto me marcó, entonces quise servir a la Iglesia en su mismo entorno?.

Héctor ríe cuando recuerda la sorpresa que se llevó su familia al enterarse de su deseo de entrar al Seminario de Torreón. ?Poco a poco fueron asimilando, y yo tenía mucho miedo de que mi decisión estuviera equivocada pero me arriesgué, aunque me dio miedo que en el proceso de la formación, desertara?.

Durante sus estudios en el Seminario, Héctor tuvo muchas crisis. ?Ahora ya no tengo dudas, me siento feliz de ordenarme. Creo en el Dios de Jesucristo, que es Padre, un Padre de amor y misericordia?.

Para lograr la credibilidad de la gente en la vocación sacerdotal, Héctor considera que la Iglesia debe adaptarse a los nuevos tiempos. ?Muchos no creen en el ministerio sacerdotal, pero con nuestro testimonio iremos recuperando la confianza de la sociedad porque está inmersa en una cultura post-moderna que no le interesa mucho la vida institucional, sin embargo, en nosotros está acrecentar la fe, la esperanza y el amor en Dios?.

CAMINO AL SACERDOCIO

El pasado sábado 19 de agosto, Eduardo Gerardo Garay Rodríguez se convirtió en diácono, y aunque aún no puede confesar, ungir enfermos o celebrar misa, tiene fe en que en seis meses el Obispo le dé su ordenación sacerdotal.

?Creo que Dios nos habla de mil maneras, y con todos lo hace diferente, pero el ideal común es Jesucristo, de servirle a Él en el pueblo de Dios?.

Para Eduardo, el llamado de Dios es entregar la vida a Jesús. ?Quiero servir a los niños, a los jóvenes, a todos?. Antes de que decidiera ingresar al seminario, hacía lo que un joven de 18 años: tenía novia, amigos y un trabajo.

Sin embargo, su acercamiento con la Iglesia a través de la catequesis fue más fuerte que cualquier otro sentimiento. Cuando Eduardo le dijo a su familia que quería ser sacerdote, voltearon a verlo con asombro, ?no me creyeron, pensaron que no iba a aguantar; mi papá se resistió como cuatro años pero mi familia se dio cuenta que estaba decidido y me apoyó?.

Al igual que Marco Antonio y Héctor, Eduardo tuvo momentos de desaliento, en los que pensó regresar a su antigua vida, pero al final no desistió. ?Para mí es un reto, un compromiso. Ahora estoy en las manos de Dios, y con su infinita misericordia me guiará. Sé que es mucha responsabilidad porque hay gente que duda de nuestra vocación sacerdotal, estamos enfrentando una grave crisis de credibilidad no sólo en el aspecto religioso. Esto es un gran reto para nosotros porque si la gente no cree, entonces debemos preguntarnos por qué no cree, qué testimonio les estamos dando para que así sea, aunque las dudas de la gente no significan que la Iglesia se esté perdiendo?.

El llamado de Dios

Ricardo Vázquez de los Santos, promotor vocacional del Seminario Diocesano de Torreón, considera que las crisis fortalecen: ?como Iglesia estamos tratando de impulsar el conocimiento porque cuando algo no se conoce es difícil que se experimente?.

Cuando la sociedad, dice, conozca realmente la vida de un seminarista y de un sacerdote, los jóvenes podrán acercarse para probar un estilo de vida en concreto.

?Con el conocimiento se rompen los tabúes y los malos conceptos desaparecen para pasar a la verdadera imagen, si la familia antes no concebía que su hijo fuera un sacerdote, ahora lo puede contemplar?.

En ese punto, coincide el obispo de la Diócesis de Torreón: ?No hay que tomarlo por el lado de que perdemos un hijo sino que Dios está bendiciendo a una familia, porque de ahí está sacando a alguien que la hará de Él. No deben tener miedo al llamado de Dios?.

Nombres y números

De acuerdo al Seminario Diocesano de Torreón, del año 2000 al año 2005 se han ordenado 16 sacerdotes:

Año Número de Ordenaciones

2000 3

2001 5

2002 4

2003 1

2004 2

2005 1

Este año recibirán la ordenación sacerdotal:

Guillermo Zamora Barrientos.

César Hernández Salazar.

Héctor Hugo Rodríguez Martínez.

Rubén Montalvo Arámbula.

Marco Antonio González.

Gerardo Mayorga Sánchez.

FUENTE: Seminario de Torreón

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