Tras las elecciones, las imágenes y propaganda de los partidos políticos y candidatos en bardas, postes, teléfonos públicos, semáforos y demás elementos de mobiliario urbano; además de trípticos, cartas, invitaciones, volantes, son basura.
A pesar que ya trascurrieron 17 días después del dos de julio, la reseca electoral persiste. El malestar no es sólo por el proceso de impugnación interpuesto por Andrés Manuel López Obrador, los tiempos corren y el plazo para que el Tribunal Electoral emita su fallo concluye en septiembre. El verdadero problema, a nivel local, es la gran cantidad de basura electoral que existe en todas las calles de la Comarca Lagunera.
Los rostros sonrientes de los candidatos a diputados y senadores, así como a la Presidencia de la República, permanecen ?vigilando? a los ciudadanos, alargando la pesadilla que resultó de estas campañas en donde las propuestas fueron desplazadas por la guerra de lodo.
A pesar de las advertencias de las autoridades municipales de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo, de aplicar sanciones a los partidos que no recojan su publicidad, los organismos políticos fingen demencia y no se preocupan por limpiar las calles, lo que sin duda evidencia el nulo compromiso social de la clase política que ayer buscaba el voto de la ciudadanía.
Tras las elecciones, las imágenes y propaganda de los partidos políticos y candidatos en bardas, postes, teléfonos públicos, semáforos y demás elementos de mobiliario urbano; además de trípticos, cartas, invitaciones, volantes, son basura.
Las campañas electorales en todo el país generan toneladas de basura que afectan al medio ambiente. De acuerdo a estudios ambientalistas un alto porcentaje de la basura electoral va a parar a los rellenos sanitarios, lo que se traduce en contaminación del subsuelo y mezcla de gases, generada por la descomposición de la basura, que puede dar lugar a conflagraciones debido a su alto contenido en metano, además de otros compuestos peligrosos para el ser humano, como el benceno, tolueno, cloruro de vinilo, dicloroetano y cloroformo.
En las campañas de este año, los candidatos a puestos de elección popular colgaron cientos de miles de mantas, pendones, gallardetes y carteles en postes de alumbrado público, semáforos, puentes peatonales, teléfonos, macetones e incluso árboles.
El costo que representa para las autoridades recoger la basura electoral es significativo. Según cifras oficiales, tan sólo en las elecciones del año 2000 el Gobierno del D.F. gastó diez millones de pesos para retirar la basura electoral. Se generaron 48 mil 302 toneladas de propaganda. En otras ciudades, como Guadalajara, se calcula que fueron recogidas unas tres mil toneladas y en Monterrey unas cuatro mil, mientras que el total nacional ascendió a 50 mil toneladas. Ninguna ciudad de La Laguna todavía ha informado cuánto gastará en limpiar las calles.
Es tal la dimensión del problema que la Comisión Permanente del Congreso de la Unión urgió a los gobiernos estatales y municipales a retirar la basura electoral, pues además de causar contaminación visual obstruye el drenaje y las señalizaciones en las ciudades del país.
Mucha de la propaganda fue colocada en lugares que representaban un peligro para los automovilistas. Por ejemplo en Torreón en el Periférico se colgaron pendones y mantas en los puentes peatonales, los cuales no estaban bien sujetados y la amenaza que cayeran sobre algún vehículo era latente. La contaminación visual distrae tanto a conductores como a peatones.
Urge limpiar las calles de la Comarca Lagunera de toda esta basura electoral, pero también es necesario legislar para buscar otras formas de promoción que generen un menor daño al medio ambiente.
Tanto los partidos políticos como los candidatos deben hacer conciencia de los saldos negativos que resultan después de las votaciones, por lo que se debe buscar mecanismos para mitigar el impacto de la basura electoral en la población y el medio ambiente.
