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Se incrementa la incidencia de suicidios en Saltillo

POR: Pedro Vázquez V.

SALTILLO, Coah.-- En los últimos años la incidencia de los casos de suicidio se ha incrementado sensiblemente en Saltillo. De 1995 a la fecha, ha ocurrido un promedio de 30 casos por año. Los hombres, son los que más recurren a esta fatal decisión, sobre todo los casados. En general, el 85 por ciento de los suicidas, de ambos sexos, pertenece en un 85 por ciento a las clases bajas, económicamente. En Coahuila, se registraron 97 casos en 2001.

Esto lo revela un estudio que realizó la Procuraduría General de Justicia de Coahuila (PGJE), a través de su Centro de Evaluación y Apoyo Sicosocial, a fin de conocer las causas que han propiciado el aumento de los índices de suicidios en los últimos años.

“La incidencia de suicidios en Saltillo se ha observado en ascenso en los últimos años, debido a múltiples factores y es preocupante que la actitud prevalezca y se generalice como respuesta ante situaciones específicas, pues se detecta el riesgo de que sea adoptada como `modelo o estilo de vida , para la presente y futuras generaciones.

LA DECEPCIÓN AMOROSA; PRINCIPAL CAUSA

Según el estudio, la decepción derivada de una relación amorosa, es en un 50 por ciento la principal causa que orilla al suicidio; superando en mucho a otros factores como los problemas económicos, que apenas alcanzó un 20 por ciento, y a los problemas familiares, que sólo son el 15 por ciento de los casos.

Las personas que se suicidan por decepción amorosa, según la investigación, no es propiamente por este hecho, sino que el afectado ya tiene un historial de alteraciones en su conducta que pueden remontarse a su infancia; como una baja autoestima, actitudes tendientes al aislamiento, la dependencia excesiva, estados neuróticos y otros más.

EN SU MAYORÍA SON DE ESTRATOS BAJOS

El 85 por ciento de los casos de suicidio, de los 20 que estudio la PGJE, se ubican en las clases más bajas económicamente. Y se comprobó que pertenecen a un núcleo de la población con una mayor tendencia de tendencias auto agresivas, que “presenta marcadas deficiencias en los aspectos social, económico, educativo, y cultural”.

Se detectó, además, una incapacidad de solvencia económica y moral, que en el suicida potencial fue dando lugar a sentimientos de frustración y de pensamientos negativos; y a continuos estados depresivos, de aislamiento y con intensidad sicótica.

Sólo un 10 por ciento de los casos estudiados, pertenece al nivel económicamente alto, y el 5 por ciento restante se ubica en el nivel medio.

EL 45 POR CIENTO ESTABA ALCOHOLIZADO

El 45 por ciento de los suicidas, tomó la fatal decisión de quitarse la vida bajo el influjo de las bebidas alcohólicas o de otras sustancias que alteran la conducta, y en algunos casos se dio ambas situaciones.

Pero, según se aclara, ni las bebidas alcohólicas o alguna droga fueron las que iniciaron el deseo de suicidarse, sino que actuaron como detonante en alguien que ya había pensado en el suicidio pero que no se había atrevido a realizarlo.

El 55 por ciento restante, no necesitó de beber o de drogarse para suicidarse.

VARONES, EL 85 POR CIENTO

En cuanto al por qué el 85 por ciento de los suicidas correspondió al sexo masculino, la investigación reveló que en apariencia el hombre, producto de una cultura machista en la que vivimos, es fuerte, duro y recio; pero más bien por su formación es escasamente flexible en su conducta, poco adaptable a circunstancias difíciles, que en su interior es frágil y vulnerable frente a sus conflictos emocionales.

La mujer en cambio, por su estructura propia, tiene un alto sentido de adaptabilidad y de flexibilidad, predominando las cualidades de tipo emocional; previsora, tolerante y más capaz de enfrentar y dar un mejor manejo a un fracaso en su vida.

CASADOS; LA MAYORÍA

El 65 por ciento de los casos de suicidio correspondió a personas casadas; el 20 por ciento a quien vivía en unión libre; y un 15 por ciento a personas solteras.

Se desprende del estudio de la PGJE, que entre los suicidas existió una relación enfermiza, en la que los valores se vieron dañados, y faltó la comunicación suficiente para encontrar una solución por ambas partes.

Las personas más afectadas fueron quienes no supieron afrontar el divorcio o una separación de su pareja, y experimentaron el sentimiento de una pérdida muy importante, sin poderse adaptar a su nueva situación.

LA DESINTEGRACIÓN FAMILIAR; OTRO FACTOR

El factor de desintegración familiar en que se desarrollaron los casos de suicidio estudiados, no fue un factor preponderante, pero sí influyó al desequilibrar la esfera afectiva y emocional del suicida, dándole más empuje a los deseos de privarse de la vida.

De hecho, el 55 por ciento de los suicidas se ubicó en una relación familiar desintegrada o en ambientes disfuncionales, y la investigación concluyó que la ausencia de estabilidad familiar, así como la carencia desde la niñez de imágenes paternas, fueron factores que crearon un ambiente de auto agresión.

EL CUARENTA POR CIENTO ERAN JÓVENES

De los casos estudiados, se detectó que el 40 por ciento, que es mayoría, eran jóvenes de entre 19 y 23 años de edad; el 35 por ciento, de entre 44 y 55 años; el 15 por ciento, de 30 a 36 años; y el 10 por ciento, de 65 a 68 años.

Se deduce que entre los suicidas de entre 19 a 23 años, enfrentaban condiciones que presuponen cierta inestabilidad y falta de madurez para enfrentar situaciones difíciles, y percepciones y pensamientos más idealistas que realistas.

Los jóvenes se mantuvieron en conflicto, hasta que se presentó un detonante que en la mayoría de los casos fue una decepción amorosa o rechazo sentimental.

¿Qué orilló a personas de edad, que se supone tienen madurez y estabilidad emocional, a tomar la decisión de suicidarse?, plantea la investigación.

Los casos estudiados hacen suponer que las personas vivían en aparente calma y con estabilidad emocional, pero hubo algo que desequilibró su mundo emocional con relación a su expectativa de vida de acuerdo a su edad avanzada; como la pérdida de su trabajo; un problema de salud; un agudo problema familiar o económico, e inclusive un agudo sentimiento de culpa por incumplimiento de objetivos o metas trazadas.

Su edad, se establece, los ubicó en una posición de suponer que no quedaba mucho o nada por hacer y pensaron que lo mejor era adelantar no inevitable: la muerte.

EL MÉTODO; LA HORCA

En cuanto a los métodos para privarse de la vida, los suicidas prefirieron el de asfixia por ahorcamiento, que llegó al 65 por ciento de los casos; el 30 por ciento usó una arma de fuego y un 5 por ciento se envenenó.

Los casos de ahorcamiento fueron porque en el momento de tomar la fatal decisión, la persona no disponía más que de una cuerda, de un tendedero, de un alambre o de hasta las cintas de su calzado.

Los que se dispararon un balazo, contaban con una arma de fueron porque eran de mejor nivel económico y pudieron adquirir este tipo de arma. Y las partes del cuerpo más buscadas para privarse de la vida, fueron el cuello y la cabeza.

EL VERANO; FATAL

Aunque no es concluyente, el estudio arrojó que los casos analizados se registraron en el verano, y la explicación que se da es que, por ejemplo, la depresión en las personas es más probable que ocurra en otoño y se asocia con días nublados o lluviosos.

“Mientras que los estados de manía ocurren con más frecuencia en verano; al contrario de la creencia popular de que el momento de mayor riesgo de suicidio es en la época navideña”.

SOLO EL 25 POR CIENTO RECIBIÓ ATENCIÓN

Conforme a los casos estudiados, sólo el 25 por ciento de las personas recibió atención terapéutica, pero derivada de que sus familiares buscaron que se atendieran del alcoholismo o dependencia de las drogas.

Pero tales tratamientos, se establece, no tuvieron los resultados ideales, sencillamente porque las personas que eran atendidas no mostraron interés en recibir apoyo profesional y dejaron de asistir a las sesiones terapéuticas.

Inclusive, se detectó que en algunos casos los familiares se vieron obligados a retirar a las personas del tratamiento, porque fueron manipuladas bajo amenazas de suicidio.

NECESARIO UN PROGRAMA PREVENTIVO

En virtud de lo anterior, se concluye, es necesario que exista un programa de prevención en el que exista un compromiso e involucramiento de la sociedad para interactuar con las diferentes dependencias que pueden intervenir, no sólo del sector salud, sino instituciones educativas, organismos civiles y la propia PGJE.

“Esto, con el fin de sensibilizar y preparar a la gente para abordar acciones encaminadas a minimizar los riesgos de la población, con conducta o síntomas que apunten a una actitud suicida”, finaliza el estudio.

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