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Ensayo sobre la cultura / LA CONTINUACIÓN DE LO ANTERIOR

José Luis Herrera Arce

Decíamos en el artículo pasado que el problema de la literatura en Torreón, no estaba ni en los escritores que había muchos, ni en los talleres literarios que también funcionaban, ni en la escuela de escritores ni en la publicación del libro. El embudo comenzaba a establecerse en la etapa de distribución ya que, a las instituciones que publican los libros, parece no interesarles la distribución de los mismos. No, por favor, no pregunte usted entonces ¿para qué los imprimen? Se supone que un libro debe de llegar a las librerías, el porqué no llegan es porque no se ha desarrollado lo que se necesita para hacerlo. El problema es ¿cómo, un instituto cultural le factura los libros que le venda a las librerías? Este problema es mucho más difícil que el planteado por Descartes: la comunicación de las sustancias.

Éste es un problema de la pura burocracia. El segundo problema, también a resolver por la burocracia es el de la promoción del libro y del escritor; para lo cual contaré la siguiente anécdota:

Cuando gané el concurso Julio Torri, yo también acababa de publicar un libro. Cuando fui por el premio, a una de las autoridades culturales del Estado le plantee el hecho de que si ya tenía el premio un ganador, nada les costaba presumirlo; imaginando yo que los premios servían para promover. La persona me dijo que si yo lo quería hacer que lo hiciera, que él me apoyaba. Mejor me quedé callado. Se suponía que el de los contactos era él y el de la autoridad también, y el que sabía los teléfonos y conocía a las personas. Ya me veía yo hablando al museo Pope: ?acabo de ganar el premio Julio Torri, ¿no quieren darme la oportunidad de presentar un libro??. Ahí se quedó.

Para promover había que diseñar diferentes tipos de circuitos: locales, en universidades y escuelas, (si no pueden facturar los libros, los pueden regalar, el chiste es que de alguna manera lleguen al lector) a nivel estatal, a través de los institutos culturales, las casas de la cultura o lugares afines. Y nacional; si los chilangos vienen a la provincia, ¿por qué los provincianos no han de ir a la capital? Esto ya está en la dimensión de los sueños guajiros.

Sigamos adelante. Hasta ahora el escribir es más un pasatiempo que una profesión. Nadie nos paga por hacer obra. El único consuelo que nos queda, como a todos los artistas de las diferentes ramas, son las becas, los apoyos. En eso sí escaseamos, hay una para todos los escritores del Estado y para obtenerla hay que ser joven.

Para hacer de la escritura una profesión tendría que haber alguien que apague por escribir. No lo hay. (Ahora que si ustedes conocen a alguien que lo haga, recomiéndenme) hasta en las supuestas promociones para la lectura, a uno ni lo toman en cuenta. Tengo obra para niños. Con un cuento gané una mención honorífica a nivel nacional en la primera feria infantil y juvenil del libro. El fin de la obra es la promoción de la lectura en los niños. También tengo una novela para niños: se venden los derechos por si a alguien le interesa. (¿Qué acaso usted no vende lo que produce por más malo que sea?). Tendría que abrirse un poco el mercado de la literatura y las instituciones culturales podrían colaborar para ello; por lo menos eso es una de sus tantas funciones, lo demás es demagogia.

No sé, éstas son ideas que he tratado de hilar para establecer un panorama y sus posibles funciones. Espero que en este orden de ideas sean las recomendaciones que les hagan a las nuevas autoridades culturales. De todos modos, sigo desconfiando que en dos días se descubra la panacea cultural de una ciudad que, como pocas, ha dado tantos frutos a nivel nacional. Por qué no preguntarle mejor a nuestros triunfadores qué les hace falta para seguir siéndolo, a quienes los han formado, qué les hace alta para seguir formando y así, a los que viven a diario la problemática, qué les hace falta para resolverla.

Que conste, el consejo es gratuito. La experiencia literaria en algo debe de servir.

De ¿por qué enumeré a los escritores en el artículo pasado? Sólo para darme cuenta que de había diez de más importancia que yo, quienes seguramente invitaron a esa junta para hacer la evaluación; aunque algunos de ellos no viven en la ciudad.

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