BUENOS AIRES, A RITMO DE TANGO
En un tiempo, y a ritmo de tango, se decía que un hombre con dinero era ?tan rico como un argentino?. Eran los buenos tiempos de fin del siglo antepasado y del pasado cuando en el país de las pampas resaltaba la elegancia y la riqueza.
Los argentinos, y especialmente los habitantes de su capital, Buenos Aires, iban a Europa y traían arquitectos, cuadros, esculturas y alfombras para hacer sus grandes mansiones al estilo de París y Viena.
Al mismo tiempo, los inmigrantes italianos y españoles llegaban a buscar fortuna en negocios pequeños que poco a poco iban creciendo. Los tiempos han cambiado, y aunque Buenos Aires sigue siendo una ciudad cosmopolita, se dice que el ombú, árbol nativo de aquí, es lo único que conserva el simbolismo de la vieja Argentina.
Desde los Cafés al aire libre se puede ver la mezcla de razas que hay en esta ciudad del sur continental, donde los alemanes y los franceses llegaron en abundancia. Y aunque los ?porteños? siguen siendo los legítimos bonarenses, no se olvida que en un principio fueron los contrabandistas y los pelafustanes los que dieron vida al tango, el ritmo musical que identifica a este país.
En Argentina sobrevive el mito de Juan y Evita Perón, aunque se olvida que bajo el Gobierno de estos personajes se cerró la economía del país al mundo, y el Gobierno comenzó a subsidiar a la industria.
Todo se desplomaba, llegó la crisis y Argentina sufrió una caída vertical de la que aún no se repone... Pero el tango lo consuela todo, y en su música y en su letra canta y llora lo que fue el viejo Buenos Aires.
Alta, blanca, de ojos claros aceitunados, y cabellera negra, la típica mujer argentina se confunde con la nórdica y la europea, porque este es el país que tiene la mayor mezcla de esas razas.
En Buenos Aires hay 42 mil taxis, 1.8 millones de carros particulares, 11 mil autobuses, 23 mil millas de líneas del tren subterráneo con ocho distintas rutas, y 35 mil policías para que cada uno cuide a 85 habitantes.
Y el mate sigue siendo la bebida refrescante que todos toman, y en los bares el Campari y la Sangría es lo que más se consume, y la ciudad porteña vive y se agita con el recuerdo del hombre que puso a Argentina en la atención mundial con su voz y sus canciones, Carlos Gardel.
Escuchar el tango en los bares de la vieja ciudad, y verlo bailar, es uno de los mayores atractivos de Buenos Aires, pero no hay que olvidar sus churrascos, el chimichurri, sus empanadas camperas, sus gauchos con sus boleadoras y sus trajes típicos.
El turista que llega a Buenos Aires se sorprende al encontrar una ciudad cosmopolita, muy europea, de calles y amplias avenidas, de altos y modernos edificios, pero lo que busca es lo esencial de la capital argentina: los legendarios y típicos barrios de La Chacarita y San Telmo, sus bailadores y cantantes de tango, y por supuesto, el recuerdo siempre presente de Carlos Gardel.
