En una acera de la calle Acuña entre avenida Presidente Carranza e Hidalgo, un testigo arquitectónico, envuelto en vivos tonos rosados, grita toda su historia a los transeúntes que invaden el primer cuadro de la ciudad.
Se trata de la Casa Zarzar, un edificio construido en 1938 y culminado en 1941 por la propia familia Zarzar, apellido ligado al apogeo económico y comercial de La Laguna.
El complejo tiene arquitectura morisca y el renombrado constructor Cesáreo Lumbreras (quien también construyó La Alhambra en Colón y Abasolo) fue el encargado de su edificación.
A TRAVÉS DEL TIEMPO
En un mediodía lagunero, doña Herlinda Milade Zarzar Batarse abre la puerta de la histórica propiedad para ofrecer un recorrido. En la entrada hay una pequeña sala que antecede al vestíbulo, donde los retratos de don Juan Zarzar y su hijo don Jorge Zarzar (padre de doña Herlinda), posan sobre una chimenea de granito y dan la bienvenida.
La propietaria accede a contar la historia de su familia, toma asiento en un sillón y abre las páginas de su memoria ante el micrófono.
"Mi familia llega en 1906 aquí, a Torreón. Viniendo mi abuelito (Juan Zarzar) con su esposa y algunos de sus hijos, vinieron de Belén, de Palestina. Había amigos, paisanos que les decían que Torreón era un lugar muy bonito, similar a su tierra, que el clima era similar y no había tanto frío".
Entonces, la familia Zarzar se instaló en Torreón, fundó el negocio El Puerto de Beirut, en la esquina de avenida Hidalgo y calle Acuña, allí vivió la Revolución Mexicana. El padre de doña Herlinda solía narrar que, tras el arribo de Francisco Villa, los miembros de la familia tuvieron que esconderse.
"Tenía un conocido, un amigo que los escondió en su casa y de esa manera pudieron ellos salvarse también. Mi papá decía que saquearon un poco la tienda de ellos. Era también tienda de mi abuelito y de mis tíos".
Doña Herlinda no conoció a su abuelo don Juan Zarzar, pues cuando este falleció ella apenas tenía un año de nacida. Don Juan tuvo seis hijos: Miriam, Miguel, Alejandro, Emilio, Jacobo y Jorge, padre de doña Herlinda.
Con voz nostálgica, revela que la construcción de la actual Casa Zarzar comenzó en 1938. Los muebles que todavía se conservan se fabricaron ahí mismo, junto con los detalles de herrería. Los pisos de cada habitación tienen mosaicos distintos.
"Mis tíos se fueron saliendo de la casa con mi abuelo. Mi abuelo murió, mi abuela también, y quedaron aquí mi papá y mi mamá. Aquí nacimos, en esta casa, nosotras. Fuimos cinco hermanas: Lourdes, Guillermina, Rocío, Magdalena, yo y mi hermano Juan".
Doña Herlina pasó su infancia en la propiedad, cuando en el centro de Torreón no existían las aglomeraciones actuales. Dice que solía jugar en medio de la calle Acuña, pues el automóvil aún no experimentaba su apogeo. Al mismo tiempo, recuerda a su papá, quien siempre le contaba historias del origen de la familia.
LOS MURALES
En la planta alta de la propiedad, un conjunto de murales narran precisamente la procedencia oriental de la familia Zarzar. Según doña Herlinda, las obras fueron pintadas por el maestro Triana, un ayudante del maestro Salvador Tarazona.
Conforme se asciende por la escalera de granito, se puede observar la técnica de trampantojo, la cual busca engañar la vista al jugar con el entorno arquitectónico. En este caso, el autor emuló a detalle muros y marcos de madera para albergar a las pinturas.
La luz entra por las ventanas e ilumina las obras, a la vez que una pianola antigua marca el fin de la escalera. Doña Herlinda explica la narrativa de los murales, los cuales contienen diferentes escenas relacionadas con el mundo de Oriente.
"Ellos buscaban en los libros de lectura para ver qué dibujos ponían en las paredes y así se hizo esta casa, tratando ellos de tener algo similar a su tierra".
El primer mural arroja la escena de unos árabes en el desierto, rumbo a la guerra. Otra comparte un bazar de Arabia, junta a una bailarina árabe y otra española, en medio de ellas aparece el Patio de los Leones en la Alhambra de Granada.
Doña Herlinda se detiene un momento junto a una pintura que guarda una particular historia.
"Esta historia, nos decía mi papá, es la de un caballo cuyo amo quiere ir a la guerra, pero el caballo no lo quiere dejar ir. Así nos contaba, era una lucha entre los dos".
Así mismo, también están plasmados los bustos de los filósofos griegos Sócrates y Platón, además de otro mural donde se puede apreciar a un grupo de cazadores árabes con águilas.
RESTAURACIÓN
Aunque es una propiedad privada, en enero de 2020 la Dirección de Centro Histórico de Torreón comenzó un proyecto para restaurar la Casa Zarzar junto a otros edificios históricos de la ciudad (como la Iglesia del Perpetuo Socorro, Teatro de la Unidad Deportiva Nazario Ortiz o la Tintorería California). La inversión total, entre todos los edificios, fue de un millón de pesos, aunque a la Casa Zarzar sólo le tocaron 70 mil.
La dependencia informó que interviene porque, más allá de que sean privados, estos edificios también son un patrimonio tangible de la ciudad. Así, se informó a este medio que en la Casa Zarzar se resolvieron problemas de salitre, se colocó pintura y se realizaron trabajos de restauración en los murales gracias a la restauradora Carola Sánchez. No obstante, aún quedan algunos detalles en el mural de una de las bailarinas.
Al cuestionarle a doña Herlinda qué le gustaría que pasara a futuro con la casa, respondió: "Ojalá que se pudiera poner como un museo, porque estaría muy propia para eso, o para una casa de música, donde se den clases de música, porque en el piso de arriba hay una sala muy grande y hay tres recámaras más, y aquí hay dos. Sería ideal para eso, una casa de música", concluyó.
Histórica. La Casa Zarzar comenzó a ser construida en 1938 y se terminó en 1941, siendo un patrimonio arquitectónico de la ciudad.
