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Francoise Giroud

Guadalupe Loaeza

e“El día en que nací, recibí mi primera lección de mi padre. Yo era su segunda hija. La mayor ya tenía seis años. Deseaba un hijo. Al verme, exclamó: ¡Vaya desgracia!”. Me rechazó. La leyenda cuenta que, incluso, me tiró. Jamás me repuse. Quiero decir, que durante algunos decenios y sin poderlo evitar, no he cesado de pedir perdón, aquí y allá, por no ser varón. No he cesado de probar, que ser mujer, estaba, así mismo, bien”, empieza diciendo Francoise Giroud en su libro Leçons particulières. (Lecciones particulares, Editorial Fayard).

En la primavera de 1996, tuve el privilegio de entrevistar a la escritora, guionista, ex secretaria de Estado, pero sobre todo, periodista, Francoise Giroud. La entrevista se llevó a cabo durante el trayecto de Cuernavaca hacia el aeropuerto Benito Juárez en donde tomaría su avión para regresar a París. Francoise había venido a pasar unos días con su amigo Bernard Henry Levi quien se encontraba en nuestro país filmando su película Le jour et la nuit. A lo largo de dos horas que duró el camino, me habló de su infancia, de su vida, de sus amores, de sus éxitos profesionales, de sus duelos y de sus soledades: “Muchas veces he sentido la soledad hasta la médula de los huesos”, dijo.

Los invito a descubrir esta dama de la prensa, quien jamás tuvo miedo a la verdad, ni mucho menos, a la vida.

Francoise Giroud nació el 21 de septiembre de 1916 en Ginebra donde vivían sus padres, de origen turco, como refugiados. Su papá, Salih Gourdji, periodista, fundador y director de la agencia telegráfica muere muy joven, dejando a su joven esposa, sola pero no totalmente desprotegida. A Elda Faragi, una mujer sumamente emprendedora, no se le cierra el mundo. Al contrario, sabe cómo abrir puertas y más puertas con tal de darles una buena educación a sus hijas, gracias a una pequeña pensión que le dejó su marido y a una tienda de ropa. Cuando Francoise llega a la adolescencia, lo único que le importa es tener un oficio que le permita independizarse económicamente. Su madre, quiere que sea doctora, pero ella que ya tiene 14 años decide tomar clases de taquimecanografía. A los 16 años inicia una carrera en el cine como asistente de guionista para Jean Renoir. Su primera película en la que participó fue Grande Ilusión. En esa época conoce a Louis Jouvet, Raimu, Gide, Saint-Exupéry, Mauriac, Malraux, Camus, Pagnol, y otros personajes de los cuales recibe un sinnúmero de lecciones las cuales narra en su maravilloso libro Leçons particulières. En 1944 es detenida por la GESTAPO. Ella logra escapar, pero su hermana mayor es deportada, pérdida que la marcaría toda su vida. Hay que pelear para que no haya guerra, sería su consigna.

De todas sus vivencias como periodista en París, -Soir y la revista Elle, la que sin duda fue la más importante para Giroud fue cuando la nombraron directora de la revista L’Express, semanario que dirigió a lo largo de 20 años: “Junto a Jean-Jacques Servan-Schreiber fundamos esta revista y una relación apasionada. Fueron los años de 1953 a 1974. Entonces se vendían 600 mil ejemplares. El objetivo del semanario era sobre todo apoyar a Mendes France. Éramos muy combativos, intelectuales de izquierda”.

“La relación apasionada” de la que habla Francoise terminó en un verdadero drama. Servan-Schreiber se casa con otra. La deslealtad de su amante, la lleva a padecer una depresión, que parecía no tener fin.

¿De qué se sufre cuando un hombre prefiere a otra mujer, o a la inversa? Se sufre de haberse vuelto insuficiente. In-su-fi-ciente. A tal grado se metió Francoise en un túnel negro, que pensaba que la única salida que tenía era el suicidio. Pero, afortunadamente, recurrió a Lacan, quien le enseñó a volver a vivir.

El compromiso de esta mujer valiente no nada más tenía que ver con su oficio como periodista, sino también lo tenía respecto a la política de su país. Lo tenía con millones de mujeres que veían en ella, al prototipo de la luchadora por sus derechos y lo tenía frente a sus convicciones ideológicas. En 1974 durante la presidencia de Valery Gicard D’Estaing, (padre de la despenalización del aborto), éste la nombra Ministra de la Condición Femenina y de Cultura.

“Cuando fui ministra mi objetivo era mejorar la condición de la mujer en lo que se refiere a la reducción total de la distancia que separa el estatus social de la mujer y el del hombre en el interior de la sociedad. Luché por sus derechos, por su autonomía, por la eliminación de las discriminaciones, por las marginadas, por las viudas, divorciadas y madres solteras”.

Es indiscutible que el tema preferido de Francoise Giroud, siempre fue la mujer. No es casual que prácticamente toda su obra (20 libros), sean biografías de mujeres como Cosima Wagner, Jenny Marx, Alma Mahler y Lou Andréas Salomé. Como escritora obtuvo el Premio de la Academia de Médicis y el Gran Premio de la Mujer. Hay que decir que además de su gran talento como escritora y biógrafa, Francoise fue una mujer sumamente seductora. Sus ojos grandes y oscuros y su sonrisa eran irresistibles. Adoraba los libros, el cine, la historia y la música, pero más a sus gatos. Siempre decía que uno de sus mayores deseos era reencarnar en uno de ellos. Muy seguido se soñaba como gato...

Respecto al periodismo que se hacía hoy en día en Francia me dijo lo siguiente: “Pienso que ahora el periodismo se hace por mujeres. Son mucho más comprometidas, más valientes y entregadas. Lo mismo lo veo en la prensa, en el radio, que en la televisión. No obstante el medio sigue siendo muy machista, ellas se defienden a capa y espada. Mientras no haya una directora a la cabeza de un periódico para atraer más mujeres, no habrá una verdadera igualdad en este oficio”.

Uno de los peores sufrimiento que vivió Francoise, aparte de su ruptura con Servan-Schreiber fue cuando murió su hijo Alain Pierre en un accidente de sky. “Siempre me reprocharé de no haberlo amado lo suficiente”, dijo.

Francoise Giroud no se perdonó muchas cosas. No se perdonó no haber sido varón. No se perdonó que su único amor la hubiera abandonado por otra. Y no se perdonó la muerte de única su hermana. Sin embargo queremos pensar que Francoise sí fue feliz, porque como mujer fue muy libre. Cuando en la entrevista le pregunté qué era para ella, la felicidad, esto fue lo que me respondió: “La libre expresión de uno mismo, el amor y el Sol. La culpabilidad, es lo contrario de la felicidad. Ésa, que conozco bien, no deja a las mujeres liberarse. No obstante, pienso que ahora la mujer se da permiso para ser feliz. Ya entendió que puede serlo. Y esto significa el fin de la resignación. En cuanto al tema de los varones, ella misma se preguntó en la entrevista: Y, ¿los hombres? Pues, ésos están sorprendidos. Más bien pasmados. No entienden nada de lo que sucede a la mujer que se quiere liberar. En seguida se sienten perturbados frente a su machismo. Es algo que no pueden evitar ni superar. También en Francia existe el machismo. Sin embargo, los hombres terminarán por resignarse y aceptarán que la mujer puede realizarse tanto en el amor como en el trabajo sin detrimento del uno ni del otro.

El viernes pasado por la noche, Francoise Giroud fue al teatro a ver la obra La Belle et la Petite Bete de Jedrome Savary. En el entreacto, al descender las escaleras, se tropezó, cayó al suelo y se pegó en la cabeza. Un doctor que se encontraba entre el público, la revisó, mas no le encontró nada grave. Francoise regresó a la sala. Al terminar la obra estaba encantada. Al otro día llamó a su amiga Arielle Dombasle, esposa de su mejor amigo Bernard Henry Levi, para decirle cuánto le había gustado su actuación en la pieza del teatro. Al colgar la bocina, cerró los ojos y nunca más los volvió a abrir. Tenía 86 años y todavía muchas, muchas ganas de vivir.

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