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Los Reyes Magos reparten regalos a los niños

Alfonso Quezada

México (Notimex).- Los Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar alimentaron muy bien durante todo el año a sus animales (caballo, elefante y camello) para recorrer el mundo el 6 de este mes y repartir millones de juguetes a los niños que creen en ellos.

La tradición de los Reyes Magos como generosos proveedores de juguetes y regalos a los niños, es relativamente reciente y sólo fue adoptada por algunos países latinos. Los reyes comenzaron a llevar juguetes a los niños a mediados del siglo XIX. Con anterioridad sus regalos se limitaban a cosas relacionadas con la vida cotidiana. Gaspar era el encargado de repartir golosinas, miel y frutos frescos y Melchor tendía más a lo práctico y su fuerte eran la ropa o zapatos.

Baltasar jugaba el peor papel al tener que ocuparse de castigar a los niños traviesos dejándoles carbón o leña por todo regalo, símbolo del pensamiento racista.

Para poder llevar a cabo su labor con justicia, los reyes magos disponan de la ayuda de unos duendes que espiaban a los niños y les contaban a sus jefes hasta los más mínimos detalles de su comportamiento. La costumbre exige a los niños poner los zapatos limpios la noche de Reyes para recibir jus,a mlose mb que dejarle paja o pasto y agua para sus tres animales.

El festejo de los reyes magos se conmemoró en el siglo V en Occidente. Se eligió el día 6 de enero para conmemorar la Epifana, la manifestación de Jesús al mundo a través de los reyes magos, su bautizo en el Jordín y el milagro de las bodas de Canaán.

En el Evangelio de Mateo se cuenta que "Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: "Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle".

Oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él, toda Jerusalén.

Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer Cristo. Ellos le dijeron: "En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judío, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judío; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel. Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: "Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontrais, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle" Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegra. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, le adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y, avisados en sueños que no volvieran donde estaba Herodes, se retiraron a su país por otro camino".

Al leer esto sólo se sabe que los magos eran varios, no se sabe el número, y que adoraron al niño Jesús ofreciéndole presentes y luego de un sueño se volvieron a su patria. Cómo entonces pasaron de magos a reyes?, magos de que?, reyes de donde y por que?. En el texto de Mateo no se responde a nada de ello, tampoco en el resto del Nuevo Testamento. En un principio su número era indeterminado. Las representaciones artísticas son las que le fueron dando su actual número y apariencia.

En el siglo III se los representaba como dos, en las catacumbas romanas y en el siglo IV aparecan dos o cuatro magos, según los casos; la media docena tampoco faltó en algunas pinturas. En la iglesia siria y armenia se defendió la docena de magos puesto que, según ellas, los magos prefiguraban los doce apóstoles y representaban a cada una de las tribus de Israel. Para la iglesia copta (de Egipto) eran sesenta y citaban los nombres de más de una docena de ellos.

Finalmente, en el primer cuarto del siglo III, el citado Orígenes afirmó que los magos haban sido sólo tres, después de todo Mateo sólo cita tres presentes. En el siglo IV, de modo progresivo, comenzó a prevalecer el número de tres.

Durante los dos primeros siglos sólo fueron magos, el apodo de "reyes magos" vendra después. Como la práctica de la magia estaba prohibida por los textos bíblicos y el concepto de magos adquirió rápidamente un significado peyorativo, no se consideró modificante que sujetos de tan dudosa reputación deambulasen por el portal de Belén. Ya en el siglo III, esta imagen fue abolida por el teólogo Quinto Tertuliano 160-220), que fue el primero en denominarlos reyes, él dijo: "se ha sostenido que los Magos eran reyes de Oriente". Nadie había sostenido tal cosa antes de él, pero eso era un detalle sin importancia para un cristiano consciente de su deber.

Sus nombres salieron a la luz en el siglo VI. Aparecen en un mosaico bizantino del 520 aproximadamente localizado en Ravena, Italia. En el figura hay una leyenda sobre los tres magos que dice "+SCS BALTASAR, +SCS MELCHIOR + SCS y GASPAR", eso es, sacratísimos o veneradísimos Baltasar, Melchor y Gaspar. El primero es Baltasar, de 30-40 años, con barba oscura, lleva en sus manos un recipiente para mirra; Melchor, como de 20-25 años y sin barba, transporta una bandeja para incienso; y Gaspar de más de 50 años, con pelo y barba largos y blancos, presenta una canasta con oro. Todos son blancos, ninguno se ha convertido en negro.

Otra descripción que de los Reyes Magos da el erudito teólogo anglosajón Beda el Venerable (675-735) dice así: "El primero de los magos fue Melchor, un anciano de larga cabellera blanca y luenga barba (...) fue él quien ofreció el oro, símbolo de la realeza divina. "El segundo, llamado Gaspar, joven, imberbe, de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole el incienso, símbolo de la divinidad. "El tercero llamado Baltasar, de tez morena" (no negro), testimonió ofreciéndole mirra, que significaba que el Hijo del hombre debía morir".

Según varios historiadores, los tres nombres que se les asignó son tan arbitrarios y ficticios como los que se les dio en otra parte del orbe cristiano: Apellicon, Amerim y Serakin entre los griegos; Kagpha, Badalilma y Badadakharida en Siria; Ator, Sater y Paratoras en Etiopa, etc.

Sus supuestas edades no fueron menos irreales y cambiaban substancialmente en función de los gustos particulares de cada artista que los representaba. Finalmente, en el siglo XV, Petrus de Natalibus fijó que Melchor tenía sesenta años, Gaspar cuarenta y Baltasar veinte.

Baltasar no fue negro hasta el siglo XVI. En este siglo, las nuevas necesidades ecuménicas de la Iglesia católica llevaron a implantar un simbolismo inédito, identificando a los tres magos con los tres hijos de Noé (Sem, Cam y Jafet) que, según el Antiguo Testamento, representaban las tres partes del mundo y las tres razas humanas que lo poblaban, de acuerdo a como se creía en esos días.

De este modo, Melchor, el anciano de cabello y barba canos, pasó a simbolizar a los herederos de Jafet, eso es a los europeos, y ofreció al Niño Divino el oro.

Gaspar, rubio y lampiño, representaba a los semitas de Asia y su don era el preciado incienso. Baltasar, negro y barbado, personificaba a los hijos de Cam, los africanos, participando de la adoración universal con su entrega de mirra. "Los americanos o los chinos y japoneses, hubo que ignorarlos porque no se podían inventar nuevos reyes y menos inventarles nuevos hijos a Noé", al decir de diversos historiadores.

El único intento fue el de una pintura portuguesa en la cual se remplazaba al rey negro Baltasar por un jefe indio amazónico.

En México existe la costumbre de que el 6 de enero se come la llamada "rosca de reyes" y las personas que encuentran en ese rico pan un Niño Dios de plástico tienen que ofrecer una cena en su casa el 2 de febrero (Día de la Candelaria) siguiente.

La "rosca", que es elaborada con harina de trigo, huevo, leche y mantequilla, entre otras cosas, es acompañada con chocolate, café o leche.

Generalmente, en el Día de la Candelaria se sirven tamales, dulces o picosos, que son acompañados de atole de diversos sabores y café negro o con leche.

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