EDITORIAL Sergio Sarmiento Caricatura Editorial Columna editoriales

Acuerdo comercial

Archivo adjunto

LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK.

Lo anterior porque después de la tempestad que hemos vivido en las relaciones con el vecino país en últimos tiempos, en los que ha dominado la retórica de la construcción del muro para frenar una corriente migratoria que fluye desde México y que Donald Trump considera perniciosa para la estabilidad de su país, es una sorpresa que nos hayamos amanecido el día de ayer, con la noticia de que tras haber sido alcanzado el acuerdo, todo es miel sobre hojuelas en la relación bilateral entre ambos gobiernos.

Preocupa que el festejo resida en que en el acuerdo relativo a la industria automotriz, signifique un aumento en la proporción de componentes de origen norteamericano, del sesenta y dos al setenta y cinco por ciento, porque ello es un gran retroceso de la posición de México en el rubro de desarrollo tecnológico, que nos condena a la condición de meros ensambladores por tiempo indefinido. En tales condiciones, la posibilidad de generar nuestras propias marcas comerciales de vehículos, como lo está haciendo Corea del Sur en este momento, se avizora cada vez más lejana.

Por otra parte, la cláusula que obliga a la industria automotriz mexicana, a pagar un cuarenta por ciento de la mano de obra a diez y seis dólares la hora, significa más un freno que una oportunidad para el desarrollo, porque vulnera una de nuestras principales ventajas competitivas que es la mano de obra a menor costo. Es deseable que los operarios mexicanos ganen más dinero por su trabajo, pero la pretensión de establecer salarios por decreto, nos enfrenta a una competencia desventajosa respecto a la planta productiva norteamericana, que en su momento redundará en desempleo en territorio nacional y al final del día los empleos altamente especializados que serán pagados bajo ese criterio, serán menos que los que existen en la actualidad.

Las estipulaciones precedentes operan como una pinza de dos mandíbulas, que atenaza apretando a las oportunidades de mano de obra especializada en el sector automotriz nacional. Uno de los brazos reduce los puestos de trabajo y el otro aumenta los salarios por decreto, sin un contexto real que lo justifique y lo sostenga. Lo anterior será causa de una pérdida de competitividad; nos limita a participar en el armado de partes automotrices hechas fuera del país y nos condena a la fabricación de componentes de menor exigencia tecnológica como por ejemplo, pintura, asientos y vestiduras.

Otro de los motivos que se aducen para echar las campanas al vuelo con motivo del acuerdo México Estados Unidos alcanzado el lunes pasado, lo ofrece el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, que se congratula por el acuerdo porque a su decir, se eliminaron cláusulas que limitaban la posibilidad del que será su gobierno de dar marcha atrás a la Reforma Energética, mediante la enmienda constitucional que el Peje proyecta proponer en el corto plazo, lo que según el tabasqueño es una muestra de respeto a la soberanía de nuestro país.

El planteamiento que antecede no tiene sustento, porque los mexicanos sabemos que el esquema de monopolio de estado sobre la explotación de los recursos petroleros, jamás ha funcionado como garante de la soberanía nacional y por el contrario, el regreso al pasado en este rubro, ofrece una oportunidad a Donald Trump, para sacudirse la competencia que pueda significar la participación de inversiones europeas o asiáticas en la región, en cuanto a la extracción e industrialización del crudo. A este respecto, la eliminación de tal tipo de competencia en un mercado global como en el que vivimos, debilita la postura de México, nos hace aún más dependientes de la importación de gasolina texana, y constituye un movimiento en el tablero del Imperio, típico de la aplicación de la Doctrina Monroe: América para los americanos.

Una gran sorpresa que plantea el acuerdo objeto de comentario se refiere a la ausencia de Canadá, que en forma abrupta es segregada del pacto trilateral original, el cual se da por cancelado de un plumazo con el beneplácito de Trump, lo que nos pone a los mexicanos en una condición desleal a nuestros compromisos, frente a la comunidad internacional. Como se ha dicho hasta la saciedad, pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Archivo adjunto

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 1494065

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx