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Normalidad en la frontera

Notimex

San Antonio, Texas.- La frontera entre Estados Unidos y México recupera de manera paulatina su ritmo de actividad a un año de los ataques del 11 de septiembre de 2001, pese a los fuertes dispositivos de seguridad establecidos desde entonces.

Autoridades y residentes fronterizos indicaron que a un año de distancia las actividades en la zona se han restablecido casi a la normalidad tras haberse adaptado a las nuevas medidas de seguridad impuestas después de los atentados.

"Aún no es lo mismo que era antes, pero ya es mucho mejor", dijo Eréndida Gastélum, una residente de Laredo, Texas, que cruza la frontera una o dos veces por semana para ir de compras a Nuevo Laredo, Tamaulipas.

"Hace un año dejé de ir. No valía la pena esperar (dentro del automóvil) hasta tres horas para poder cruzar de regreso. Ahora, puedes ver, las esperas ya son normales, de media hora a una hora", agregó Gastélum.

La frontera fue una de las primeras áreas donde repercutieron los atentados del año pasado contra las torres gemelas en Nueva York y el Pentágono, en Washington, al decretarse el máximo estado de alerta en el país.

Agentes del Servicio de Aduanas y de Inmigración y Naturalización de Estados Unidos comenzaron el mismo 11 de septiembre a realizar exhaustivas inspecciones de personas y vehículos en todos los puertos de entrada.

El incremento de la seguridad prácticamente paralizó los cruces internacionales a lo largo de los más de tres mil kilómetros de frontera entre Estados Unidos y México.

Miles de personas dejaron de cruzar y el comercio de las comunidades fronterizas, en especial del lado estadounidense, registró una súbita disminución de entre 30 y 50 por ciento, al prolongarse por más de 12 horas las inspecciones a camiones de carga.

Incluso, la inmigración ilegal se redujo ante el temor de enfrentar la vigilancia reforzada. La Patrulla Fronteriza reportó una disminución del 20 al 25 por ciento en el primer mes después de los atentados.

En los puertos de entrada, los agentes comenzaron a verificar en una base de datos de 19 agencias federales la identidad de cada persona que pretendía ingresar a este país, lo que implicaba horas de espera para poder cruzar la frontera.

Las autoridades también comenzaron a exigir a ciudadanos estadounidenses portar sus pasaportes o identificaciones para cruzar de regreso a su país, algo inusual.

A casi un año de los sucesos, residentes y autoridades fronterizas reportan que tras el trastorno de las semanas iniciales, la gente comenzó a adaptarse a la situación y los cruces comenzaron a fluir en forma más rápida.

El estado de alerta permanece en el nivel máximo y las inspecciones a vehículos y peatones continúan siendo minuciosas, pero ya no se llevan tanto tiempo como fue en las semanas posteriores a los ataques.

"Tuvimos que afinar lo que estábamos haciendo", explicó Roger Maier, vocero del Servicio de Aduanas en El Paso. "Estamos haciendo lo mismo, pero más rápido", dijo.

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