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ARTURO MACÍAS PEDROZA

LA CANASTA ECOLÓGICA

Soy una simple canasta de mimbre, sencilla pero bella. Evoco en quien me mira recuerdos melancólico y despertar de conciencia. Hecha por las hábiles manos de unos indígenas, cada parte mía expresa una sabiduría ancestral. Tal vez sea por eso que, aunque no soy "de marca", llamo más la atención que una Louis Vuitton, como lo comprobé ayer que caminaba cargada por mi dueño entre los pasillos del supermercado, llevando algunos productos de mi tocaya básica (antes me cargaban más pero ya no me llenan como antes. ¿Por qué será?).

Hoy estoy contenta porque después de haber estado de adorno y luego guardada por mucho tiempo, por fin me puse de moda. Todos me sonríen al verme pasar y me comparaban con sus bolsas plásticas que casi escondían avergonzados. No faltaron los envidiosos que sin duda pensaron en sacar también ellos la canasta que tienen arrumbada en su casa rumiando en su interior: "la mía es más bonita; hoy la desempolvaré, para que los demás vean la calidad de canasta que me cargo, yo también voy a entrar a la moda ecologista".

Pero usarme es más que una moda: es signo, es motivación, es desafío, es un silente grito del modo irracional de producir, de consumir y de tirar que tiene actualmente la humanidad y que está destruyendo el planeta y a ella misma.

Una vez que me dejaron en la casa adornando el vestíbulo después de llegar del mercado, alguien puso dentro de mí un pequeño libro que me puse a leer (cuando las canastas estamos descansando nos gusta leer); se trataba de la carta encíclica del Papa Francisco llamada "Laudato sí" (alabado seas), que nos invita a cuidar la tierra, "nuestra casa común, que es también como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos" (n. 1). Es ahí donde descubrió mi dueño la necesidad de una profunda transformación del estilo de vida de los humanos, de sus modelos de producción, su paradigmas de consumo y de las estructuras de poder que no respetan el medio ambiente. Ante la grave situación de crisis ecológica mundial, el Papa propone un modo alternativo de entender las relaciones entre nosotros y con el mundo. Es por eso que mi dueño toma la canasta no sólo para no contaminar con bolsas (que ya de por sí es una gran contribución al problema ecológico), sino para significar colgándome de su brazo, un modo alternativo de vivir, "capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo (n. 222). Dice que quiere hacer comprender a todos la urgencia y la posibilidad de optar por un estilo de vida diferente.

"A problemas sociales se responde con redes comunitarias no con la mera suma de bienes individuales. Las exigencias de esta tarea van a ser tan enormes, que no hay forma de satisfacerlas con las posibilidades de la iniciativa individual y de la unión de particulares formados en el individualismo. Se requerirán una reunión de fuerzas y una unidad de realización" (n. 219). No soy la única canasta en el supermercado; soy parte de una campaña coordinada que está impactando poderosamente y que está invitando a una mayor participación de todos.

Aprovechando la sabiduría de los pueblos originarios que nos comparten la conciencia de estar conectados con las demás creaturas formando una preciosa comunión universal, y añadiendo creatividad y entusiasmo, mi dueño aunque yo sea sólo una canasta, sabe que soy reflejo de Dios y tengo un mensaje que enseñar y que el hombre no tiene derecho a ignorarme pues soy parte de esta sublime fraternidad que formamos toda la creación.

La bolsa "puede esconder" productos nocivos; en cambio las cosas que ponen en mí hablan de transparencia, de salud, de consumo local, de productos del campo, de frescura; en mí, que soy una canasta decente como todas, no admito productos dañinos, comidas chatarra, empaques bromosos, cosas inútiles, alimentos industrializados y/o contaminantes. Me he convertido en todo un promotor de la buena alimentación y enemigo del despilfarro.

¿Te atreves a relacionarte tu también conmigo? ¿Serás capaz de llevarme cotidianamente contigo para ser una conciencia ecológica para ti y los que te vean? ¿Podrás dar razones de esto a quien te pregunte sobre mí? ¿Aceptas el reto de un cambio de estilo de vida simbolizado por una canasta, que te motivará a ser parte de muchas más acciones comunitarias?

Termino con algo que me pasó en la caja del supermercado para finalizar mi agradable paseo, después de sentirme orgullosa de haber causado miradas de aprobación de muchos que entendieron inmediatamente mi mensaje: Como una bella música en mis oídos oí la voz sonora de un niño que gritó desde otra caja señalándome con el dedo: "Mira mamá, una bolsa ecológica".

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