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Rezago económico de México

Salvador Kalifa

La mayoría de los mexicanos se da cuenta que su situación económica no mejora con la rapidez que quisiera, ni con la celeridad de otras naciones, pero no alcanza a percibir que la explicación de ese estancamiento está en las acciones (o inacciones) de nuestros políticos, quienes con su demagogia se aferran a posturas ideológicas que ya fueron abandonadas en la gran mayoría de los países del orbe.

El rezago de nuestro país es particularmente espectacular en relación con las naciones asiáticas. México está perdiendo ante ellas la carrera económica, lo que no le preocupa a nuestra clase política, más entretenida en complots y pugnas estériles que les rinden beneficios personales, en lugar de instrumentar las acciones que lograrían crear un entorno propicio para el despegue acelerado y sostenido de la inversión y las oportunidades de empleo en el país, único medio para sacar de la pobreza a millones de mexicanos.

Uno de los temas que llama la atención en mis presentaciones sobre el entorno económico y financiero de México, es el que se refiere a las comparaciones de nuestro nivel de ingreso por persona con los de varias economías asiáticas a través del tiempo. Las estimaciones que utilizo provienen de diversos trabajos especializados que toman en consideración las variaciones en los ingresos de las personas, así como en los precios de los productos en cada país, para reflejar los cambios en el poder de compra de sus habitantes.

Quizá el estudio comparativo más citado es “The World Economy, a Millenial Perspective; 2001” que realizó Angus Maddison. Este trabajo presenta datos sobre el ingreso por persona ajustado por la capacidad de compra para una gran diversidad de países desde comienzos del siglo pasado hasta el año de 1998. El Fondo Monetario Internacional también publicó un comparativo similar para diversas naciones en su World Economic Outlook Database de abril 2004.

Vale la pena tomar algunas cifras que aparecen en ambos trabajos con el fin de darnos una idea del terreno económico que hemos perdido durante años, gracias a nuestros gobernantes, y el que muy probablemente seguiremos perdiendo si nuestro espectro político lo siguen dominando personajes dogmáticos, desorientados y “mesiánicos”, que insisten en experimentar con modelos económicos alejados de los principios fundamentales de una economía de mercado. Los datos que menciono no sólo son sorprendentes, sino también ilustran las diferencias entre las políticas económicas acertadas y los resultados de la demagogia gubernamental.

En 1950 el ingreso por persona en México (2,365 dólares) era 23 por ciento superior al de Japón (1,926 dólares). Leyó usted bien. Hace poco más de 50 años teníamos un nivel de vida superior al de los japoneses. Las rutas económicas de ambas economías han sido muy distintas desde entonces. La situación de Japón mejoró drásticamente mientras que la nuestra sólo mostró avances muy modestos. Hoy, la economía de Japón, a pesar de más de una década de estancamiento, proporciona a sus habitantes un ingreso por persona ajustado por poder de compra (28,273 dólares) tres veces mayor al nuestro (9,357 dólares).

Una historia similar ocurre cuando hacemos una comparación entre México y Corea del Sur (Corea). En 1950 México tenía un ingreso por persona tres veces superior al de Corea. Todavía en 1980 nuestro ingreso era 50 por ciento mayor al coreano. En 2004 el ingreso de los coreanos fue de 18,186 dólares, casi dos veces más grande que el de nuestro país. La transformación de Corea es más reciente que la de Japón, ya que a principios de los años 80 no sólo el ingreso por persona sino también los salarios en la industria manufacturera eran superiores en México.

De acuerdo al Departamento del Trabajo de Estados Unidos, las remuneraciones por hora en la industria manufacturera en 1980 eran de $0.96 dólares en Corea y de $2.21 dólares en México. La situación cambió substancialmente para el año 2001. Las remuneraciones en Corea fueron de $8.09 dólares por hora frente a $2.34 dólares por hora en nuestro país. Esto es una muestra clara de que el progreso económico no requiere salarios bajos, sino alta productividad, que a la postre se traduce en mayores ingresos para los asalariados.

La preocupación más reciente es China y la evidencia nos comienza a esbozar una historia parecida. En 1950 el ingreso por persona en México era casi seisveces superior al de China. En 1990 sólo era más de tres veces mayor. Para 1998 la diferencia se había reducido a poco más del doble. En 2004, los cálculos del FMI indican que nuestra ventaja fue de sólo 1.8 veces. Las trayectorias económicas previstas para ambos países de aquí al final de la década indican que antes de 2010 los chinos tendrán un ingreso por persona similar o superior al nuestro.

Como sucedió en una época con Japón y luego con Corea del Sur, la preocupación de los empresarios mexicanos vuelve a ser que los productos chinos nos están “robando” el mercado estadounidense y conquistando con artículos muy baratos el mercado interno. Mientras, nuestros legisladores destacan por su incompetencia y nuestros gobernantes por sus ilusiones de grandeza.

Un estudio reciente sintetiza esta realidad al señalar que “El verdadero problema es que México no ha hecho cosa alguna para contrarrestar la erosión de sus ventajas competitivas atacando sus desventajas”. México necesita que sus políticos hagan algo efectivo al respecto, modernizando nuestro marco institucional y adoptando en definitiva una economía de mercado; en vez de emplear sus energías en una retórica inútil y demagógica que ofrece modelos económicos alternativos que no funcionan.

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