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Hillary para presidenta

SALVADOR SÁNCHEZ PÉREZ

Los ecos del primer debate entre los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos resuenan todavía en nuestros oídos: "secretaria Clinton" o simplemente "Hillary" decía Donald Trump cuando se dirigía a Hillary Clinton. Ella eligió el contundente "Donald" para interpelarlo directamente.

El País dibuja con trazos gruesos el estado de ánimo de ambos: "Él aparecía crispado y serio; ella, con una sonrisa condescendiente, como si su oponente fuese un niño travieso y ella su madre o profesora."

La avalancha de twitts, memes y demás etiquetas en redes sociales no se hicieron esperar, son parte ya naturalizada de la discusión. Los contrastes son también inmediatos: "Así son los debates, no las pantomimas que (se) hacen en México. (¿)El mejor debate en México? Cuando estuvo El Jefe Diego y despedazó a Zedillo y a Cárdenas."

Los "gringos" como en esa esquizofrénica mezcla de amor - odio les llamamos, son democráticos hasta el cansancio. Sólo para noviembre se tienen programadas 17 iniciativas de política deliberativa, que implican el voto de los ciudadanos en las urnas, a lo largo y ancho del estado de California. Los temas van desde el uso de bolsas de plástico en tiendas de dulces, los márgenes de la legalización de la marihuana, regulación para la venta de municiones y medidas de protección para los actores porno.

Depositar el voto en las urnas, con todo lo clave que pueda resultar como momento para la democracia, no es sino el culmen de un proceso que se gesta remotamente. Todo inicia en la escuela primaria, se reproduce en el barrio y pasa por la discusión cotidiana e informada del ciudadano de a pie. Es, sin lugar a dudas, un dinamismo impregnado en la vida cotidiana.

Como sea, hay que hacer elecciones, pero no es tan simple. El sistema electoral norteamericano es complicado por definición. Para elegir al presidente de la nación no bastan las elecciones que se realizan cada cuatro años, el primer martes de noviembre. Todo empieza la primavera del año anterior a la elección, cuando los candidatos interesados anuncian sus aspiraciones. Enseguida, ya en el verano, se realizan los debates que anteceden a las elecciones primarias o caucuses (palabra que designa a las asambleas).

En la primera mitad del año de la elección se realizan los mismos procedimientos, pero ya a nivel de partido, y no será sino hasta septiembre cuando éstos realicen sus asambleas para la elección de sus candidatos. A finales de octubre y noviembre, período en el que actualmente nos encontramos, se realizan los debates entre los candidatos, todo para estar listos el primer martes del mes de noviembre y participar en la elección general.

El ciudadano de a pie no elige a su futuro presidente, sino vota para elegir a su "elector", quien depositará su voto en el Colegio Electoral en diciembre. Cada estado tiene un número de electores en proporción a su población. Deben ser en total 538, número igual a la suma de miembros de la Cámara de Representantes y la de Senadores.

El candidato que logre la mayoría de los votos electorales, 270, será declarado ganador o ganadora. Los votos electorales se cuentan en diciembre, si ocurre que ningún candidato tiene la cantidad de votos requerida, la Cámara de Representantes elegirá al ganador, aquí, cada delegación estatal tiene derecho a un voto. Finalmente el 20 de enero se realiza la toma de posesión.

Por su inteligencia, experiencia y valor, como dice New York Times, Hilary para presidenta. Un basta ya inequívoco a Donald Trump. Sus bravuconerías sólo compensan la insatisfacción de millones de norteamericanos clasemedieros blancos, que son quienes más han sentido, no necesariamente son los más afectados, esta onda baja del capitalismo en que nos encontramos desde 2001.

Mientras, qué lejos estamos nosotros de la democracia, no ya la nostálgica e irrepetible democracia literal, "gobierno del pueblo", como fue en sus orígenes en la Grecia antigua, sino de la representativa, única democracia posible para nuestros tiempos condicionados por la escala de las ciudades.

La democracia es complicada, el autoritarismo es más sencillo y cómodo. Para nosotros ha sido más fácil reproducir el caciquismo que heredamos de nuestros ancestros. El autoritarismo existe no sólo porque hay caciques autoritarios, sino también porque hay súbditos que claman, una y otra vez, ser sometidos.

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