Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que tuvo en los brazos a su primer hijo, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó.
-Yo siento un sagrado temor por los libros sagrados. Todos ellos tienen por tema principal la muerte y lo que después de ella habrá de suceder. Pienso que los verdaderos libros sagrados son los que hablan de la vida y de lo que en ella sucede. Para mí son sagrados los libros de Shakespeare y Cervantes; de Tolstoi y Dickens; de Dostoievski y Balzac. En sus obras están los hombres, no los dioses. Está la verdad, no el dogma. Está la vida, no la muerte. Respeto a quienes hallan inspiración en los libros sagrados, pero quiero recordarles que la Biblia y el Corán han dado origen a sangrientas guerras. Ni Hamlet, ni don Quijote, ni Ana Karenina, ni David Copperfield, ni Los hermanos Karamazov ni Papá Goriot han hecho nunca que los hombres se maten unos a otros. Hay que tener cuidado, entonces, con los libros sagrados. Son muy peligrosos.
Así dijo Jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!...