Los pinabetes
La mayor virtud de esta especie ocasionará su extinción, si lo permitimos por supuesto.
Estos frondosos y enormes árboles fueron durante muchas décadas el resguardo, la sombra y el refugio de muchos laguneros y por supuesto de muchas aves.
Sin embargo, su tamaño y su follaje abundante que deshoja todo el año eleva el nivel del suelo que lo rodea por este continuo tirado de follaje. Lo cual es una maravilla para evitar el proceso de desertificación.
Es pues una invaluable cualidad ecológica que a las nuevas generaciones les parece un gran defecto.
Estos árboles fueron traídos a La Laguna a finales del siglo diecinueve para formar cortinas de protección de los vientos bajos a los algodonales y por supuesto mínimos requerimientos de agua.
En mi niñez, en la década de los cincuenta, estos árboles eran emblemáticos de nuestra ciudad en el bosque y la alameda, las banquetas anchas, muchas sin pavimento eran bellamente adornadas por esta especie, y sin temor de decir mentiras me atrevo a afirmar que constituían el ochenta por ciento de árboles de la ciudad, no se diga en los poblados rurales.
Y que eran regados únicamente por el agua que el cielo nos manda cada año.
Había uno en especial que recuerdo con cariño y nostalgia ubicado en avenida Ocampo entre García Carrillo y Comonfort. Conocido por la chiquillada como “La Nave” a unos metros de la casa de mi abuelita, era para nosotros este enorme pinabete, un hermoso tronco de desplante de mínimo un metro cincuenta de ancho, con una inclinación cómoda para escalar, además salpicado de protuberancias abultadas de cálida redondez, y a distintos niveles y direcciones bifurcaban troncos también inclinados y con aquellas protuberancias que lo hacían escalable y con follaje que incluso daban privacidad a los distintas “cabinas” de “La Nave”, y al tomar sus posiciones cómodamente sentados toda la tripulación (hasta doce muchachos) y moviendo algunas “palancas”, ramas, arrancaba y despegaba a las estrellas, aquel colosal artefacto emulando hazañas del héroe de los “cuentos”: Flash Gordon. (Muchos años antes que el Capitán “James Kirck” de Viaje a las estrellas).
Así pues, había cortinas de pinabetes en muchos lugares, recuerdo una fila de ellos a cada costado del Canal de la Perla desde la colonia Nueva Aurora hasta Peñoles que incluso esta empresa no estaba cercada y estos pinabetes pasaban por todo aquel llano, hoy colonia Luis Echeverría, recuerdo también con nostalgia la cortina de pinabetes atrás del colegio Francés de La Laguna, también atrás del seminario desde el río hasta el canal de El Coyote, hoy bulevar Constitución.
También había cortinas de pinabetes hasta “La Choza” una construcción de adobe en medio de sembradíos hoy edificio donde fue “Gigante”. También el aeropuerto viejo, hoy calzada Las Fuentes y Saltillo Cuatrocientos, y por supuesto muchas escuelas en su patio y exteriores contaban con estos árboles.
En resumen, puedo afirmar que si hay una especie de vegetación heroica que ayudó a forjar La Laguna es el pinabete y hoy con gran ingratitud y grave miopía vemos en esta especie un enemigo.
Pero como decía mi abuelita: “En el pecado llevaremos la penitencia”, Dios quiera que los señores de ecología volteen sus sabios conocimientos para resembrar esta especie en las riberas del río, y todas las partes en que se pueda sembrar árboles de esta magnitud e importancia ya que sus cuidados son mínimos y no se diga sus necesidades de agua.
Vaya este escrito como humilde homenaje y reconocimiento a estos árboles que esperamos que alguien tome cartas en el asunto porque este arbolito puede ayudar y mucho a nuestra región, muchas gracias.
Arturo Pedro Salas Juárez,
Comarca Lagunera.
