Foto: Gabriela Altamirano
En un inicio sólo la zona metropolitana del Valle de México podía acceder a los recursos del Fondo Metropolitano. Hoy en día son 47 las zonas que reciben recursos de este millonario fideicomiso que contempla lineamientos muy específicos, como ciudadanos es nuestra responsabilidad informarnos y vigilar que se apliquen correctamente.
La palabra burguesía proviene del vocablo 'burgos', que era como se le conocía a las ciudades en sus inicios. El cambio de la vida en el campo a la dinámica de la misma en la ciudad fue impulsado por la revolución industrial. En estas primeras ciudades todas las personas se conocían, todos tenían un lugar en la sociedad y desempeñaban un oficio o actividad útil para la comunidad. Como era de esperar, estas urbes fueron creciendo y al hacerlo propiciaron que la vida de sus habitantes se fuera haciendo más compleja y a la par fueron surgiendo necesidades específicas que a su vez dieron origen a nuevos oficios y profesiones. Esto viene a colación porque este fenómeno de crecimiento y desarrollo se sigue dando en la actualidad y es tal que en algunas ocasiones las fronteras políticas salen sobrando, ya que la sinergia que existe entre las diferentes ciudades que forman un núcleo económico y cultural es más fuerte. Esto da origen a lo que conocemos como zona metropolitana, un concepto que se ha vuelto imprescindible a la hora de entender y describir las ciudades modernas, y que no es otra cosa que una demarcación territorial compuesta por varias poblaciones que giran en torno a un polo económico.
ZONAS METROPOLITANAS DE MÉXICO
En México el proceso de metropolización inició en los años cuarenta, apuntalado por la Ciudad de México, Monterrey, Torreón, Tampico y Orizaba, sin embargo, se carecía de información sistematizada que diera cuenta de la amplitud del fenómeno; en consecuencia, las distintas reformas económicas, políticas y en particular constitucionales, pasaron por alto la tendencia hacia la metropolización de varios centros urbanos, misma que habría de acelerarse y consolidarse en las décadas siguientes.
No obstante, el fenómeno comenzó a estudiarse más a fondo durante los cincuenta y sesenta dando origen a diferentes definiciones de lo que era una zona metropolitana, así como a listas de regiones que encajaban en este concepto. La cantidad de zonas metropolitanas por los estudiosos variaban entre 12 y 37, sin lograr ofrecer un conteo definitivo.
En 2004, la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), el Consejo Nacional de Población (CONAPO) y el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) publicaron el libro Delimitación de las zonas metropolitanas de México, resultado de un trabajo conjunto en torno a la definición de las zonas metropolitanas del país y su delimitación territorial, mediante el establecimiento y aplicación de criterios operativos para identificar las unidades que las integran, a partir de la cartografía geoestadística y los datos del XII Censo General de Población y Vivienda 2000. Este ejercicio constituyó el primer esfuerzo de instituciones gubernamentales para contar con una delimitación exhaustiva y sistemática de las zonas metropolitanas.
FONDO METROPOLITANO
Conforme fue cobrando relevancia el análisis de la metropolización fue también revelándose la necesidad de generar esquemas que favorecieran el desarrollo metropolitano atendiendo a ciertos aspectos como la competitividad, la movilidad y la sustentabilidad.
En 1998 el Estado de México y el Distrito Federal (zona metropolitana del Valle de México) comenzaron a promover mecanismos de coordinación para desarrollar áreas de interés común y en 2003 propusieron la creación tanto de un fondo metropolitano como de una Comisión de Desarrollo Metropolitano. En 2006, tras las gestiones correspondientes, se aprobaron finalmente recursos para el Fondo Metroplitano y se constituyó el fideicomiso para el mismo.
En el año de su creación, únicamente la zona metropolitana del Valle de México pudo acceder a los recursos del Fondo Metropolitano, al año siguiente, se adicionaron las zonas metro de Guadalajara y Monterrey, y en 2008 las de Puebla-Tlaxcala, León, Querétaro y La Laguna.
Según los datos del INEGI en el territorio nacional existen hoy en día 59 zonas metropolitanas, así como 11 solicitudes de regiones económicas que buscan ser reconocidas como tal. Del total, sólo 47 son consideradas en el presupuesto federal para acceder a una parte de los 10 mil 400 millones 284 mil pesos con que cuenta el Fondo Metropolitano, recursos que se destinan, prioritariamente, al desarrollo de estudios, programas, proyectos, acciones y obras públicas de infraestructura y equipamiento que impulsen la competitividad económica y las capacidades productivas de las diferentes zonas metropolitanas, además de apoyar a la sustentabilidad de las mismas y disminuir su vulnerabilidad ante los fenómenos naturales, ambientales y los que derivan por la dinámica demográfica y económica.
REGLAS DE OPERACIÓN
Es de gran importancia conocer la planeación que existe en estas zonas ya que actualmente congregan a una gran parte de la población. Conocer el presupuesto que se destina a estas urbes y vigilar su efectiva aplicación es de gran importancia, ya que hoy más que nunca la población está más expuesta a muchos riesgos que tienen su origen en la descontrolada urbanización.
Los recursos del Fondo Metropolitano deben de ser destinados tomando en cuenta parámetros como el impacto ambiental, la calidad de vida de los habitantes, la movilidad y la competitividad, entre otros.
En las reglas de operación del Fondo Metropolitano se especifica que los recursos deben destinarse prioritariamente a estudios, planes, evaluaciones, programas, proyectos, acciones, obras de infraestructura y su equipamiento, en cualquiera de sus componentes, ya sean nuevos, en proceso, o para completar el financiamiento de aquellos que no hubiesen contado con los recursos necesarios para su ejecución.
Asimismo, establece que los estudios, planes, evaluaciones, programas, proyectos, acciones y obras de infraestructura y su equipamiento deben ser viables y sustentables, orientados a promover: la adecuada planeación del desarrollo regional, metropolitano y urbano, el transporte público y la movilidad no motorizada y el ordenamiento del territorio para impulsar la competitividad económica; la sustentabilidad y las capacidades productivas de las zonas metropolitanas; así como coadyuvar a su viabilidad y a mitigar su vulnerabilidad o riesgos por fenómenos naturales ambientales y los propiciados por la dinámica demográfica y económica; la consolidación urbana y el aprovechamiento óptimo de las ventajas competitivas de funcionamiento regional, urbano y económico del espacio territorial de las zonas metropolitanas.
Además señala que todos los proyectos deben apegarse a los lineamientos propuestos en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, el Programa Nacional de Infraestructura 2014-2018, el Programa Sectorial de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano 2013-2018 y el Programa Nacional de Desarrollo Urbano 2014-2018, así como a los planes estatales y municipales de desarrollo urbano comprendidos en la respectiva zona metropolitana.
Para la disposición y aplicación de recursos del Fondo Metropolitano las entidades deben llevar a cabo un proceso que implica la participación varios actores y contempla diversos mecanismos de control para garantizar un ejercicio eficiente.
En primer lugar debe existir un Consejo para el Desarrollo Metropolitano encargado de decidir en qué se van a utilizar los recursos cuidando que las todas las propuestas guarden congruencia con el Plan Nacional de Desarrollo y otros programas estatales. En este consejo, por regla, está permitido que tomen parte diversos actores de la sociedad civil.
Posteriormente, un Subcomité Técnico debe evaluar los proyectos, en términos de costo-beneficio e impacto ambiental para determinar si se recomienda o no al Comité Técnico la autorización de los recursos del Fondo. El Comité Téncico, por su parte, debe encargarse de administrar y dar seguimiento de los recursos y proyectos.
Las entidades federativas deben enviar informes detallados sobre la aplicación de los recursos cada tres meses a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, a SEDESOL y al Poder Legislativo.
CONFLICTOS
Mucho se podría decir con respecto a este tema, citando un sinfín de estudios que se han hecho, sin embargo, la principal pregunta que los ciudadanos deben hacerse al escuchar en que se están aplicando estos recursos, es: “¿De qué forma esta obra mejora mi experiencia en la comunidad metropolitana?”.
Uno de los grandes problemas es que los gobiernos municipales y estatales no están invirtiendo los recursos del Fondo en obras de impacto metropolitano, sino que lo ven como un recurso extraordinario que viene a solucionar las carencias derivadas de su ineficaz recaudación y administración de nuestros recursos. Estudios recientes revelan que en la mayoría de las zonas metropolitanas este recurso se utiliza hasta en un 80 por ciento para vialidades
municipales, recarpeteo, remozamiento de vialidades, acciones que no se apegan en sentido estricto a las regalas de operación del Fondo Metropolitano.
A esto hay que sumarle que en la mayoría de las localidades donde se recibe el fondo no existen comités técnicos que evalúen de forma integral los diferentes proyectos, con el fin de escoger los que más bienestar lleven a los habitantes de las diferentes regiones. Un ejemplo concreto puede verse en La Laguna, donde hay personas que viven en torreón y trabajan en el lado de Durango y tienen que tomar varios transportes para llegar a su destino, cuando lo más viable seria que existieran un medio de transporte que recorriera la región que lo hiciera ahorrar tiempo y dinero.
En otros lugares los recursos son vistos como un botín que el Estado debe de repartir entre los diferentes municipios integrantes de la zona metropolitana, llegando a hacerse públicas las desavenencias entre el ejecutivo estatal y los ediles municipales, tal es la situación actual de la zona metropolitana de Monterrey.
Y es que como sociedad se tiene la obligación de organizarse para exigir que los intereses que muevan la aplicación de estos recursos sean los del bienestar desde un punto de vista metropolitano mejorando el transporte y sus tiempos de traslado, creando espacios donde el habitante común y corriente pueda ejercitarse, instruirse o tenga la oportunidad de entretenerse. Siempre en un entorno limpio, amable con el medio ambiente y seguro.
De no tomar cartas en el asunto nuestras metrópolis seguirán creciendo de una manera desordenada, contaminando sin control, y reduciendo nuestra calidad de vida.
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