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Belleza y confusión

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

El año pasado por cuestiones de trabajo, tuve la oportunidad de salir en más de una ocasión a diferentes parajes de la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco. Como en otros años, las lluvias atípicas de febrero y marzo, con sus nublados y su frescor, nos acompañaron durante nuestras primeras caminatas. Fuimos afortunados.

En la primera excursión, en el mes de febrero, caminamos por el Cañón del Mimbre, me había imaginado un paso bordeado por árboles de mimbre con sus llamativas flores fucsia o blancas, pero no fue así, los árboles aún dormían. Esperaban su tiempo para rebrotar, vestirse de verde y después adornarse con sus flores vitales y brillantes.

Esta pequeña decepción fue compensada por los prados de hierbas silvestres que aparecían entre la grava y se establecían en el medio del camino, esas hierbas que responden a la primera humedad, que crecen un poco y con la misma prisa florecen. Por todos lados había flores amarillas, blancas y rosas, y a veces en los resquicios que se forman entre las paredes de piedra y el suelo aparecían plantas extrañas con sus hojas cenizas que se amontonaban a ras del suelo y que lanzaban pequeños vástagos reproductivos que sostenían una flor alargada en forma de oreja de color púrpura oscuro y de una textura aterciopelada. En el piso de piedras del cañón, nos encontramos una planta verde brillante y de flores blancas en forma de corneta, se trataba de un toloache, planta temible que también es conocida como hierba del diablo.

Algo que llama la atención cuando estás en algún paraje desértico en flor, es la casi ausencia de aroma en las flores, es casi imperceptible, muy sutil, aunque en ocasiones puede ser intensa, incluso puede haber olores apestosos o extremadamente dulces, como ocurre con la hierba del venado y el huizache respectivamente. Sin embargo, es mucho más frecuente la ausencia, y cuando te das cuenta que la mayoría de las flores no huelen, entonces toma un significado distinto la intensidad, vitalidad y brillantez de los colores de las flores del desierto, lo más probable es que esté relacionado con uno o varios tipos de polinizadores que son atraídos por el color llamativo de las flores y recompensados una vez que llegan por una buena dotación del nutritivo polen y del azucarado néctar. Esto no es casual, han tenido que pasar muchos años para que las plantas adquirieran los colores de sus flores y en sus polinizadores, la habilidad visual para responder al estímulo de éstos. Por ejemplo, las mariposas son atraídas por los colores amarillos y rojos, y las abejas que tienen una visión más compleja pueden visitar flores rojas o anaranjadas porque distinguen en ellas marcas o líneas ultravioletas que nosotros difícilmente podríamos percibir. Diferente es en el caso de las mariposas nocturnas y los murciélagos ya que no dependen del color de las flores, de hecho prefieren las flores de color pálido o blanco, como las del naranjo.

En los lomeríos de la Sierra de Jimulco durante todo el año, vimos florear a diferentes cactus, la mayoría de estas flores, chicas o grandes, se presentaban abiertas y amplias para el insecto polinizador, cuántas veces vimos jactarse hasta reventar a golosas abejas y abejorros obesos, que ni cuenta se daban de la indiscreta presencia de una lente de cámara fotográfica que intentaba capturar la escena.

Entre estos cactus hay algunos que se ocultan todo el tiempo y que sólo son visibles cuando florecen durante dos o tres días, después se vuelven a esconder y es en ocasiones bastante difícil encontrarlos.

En Jimulco se encuentra un cactus conocido por algunos como falso peyote, peyotillo, chaute, Tsuwiri, pata de venado, entre otros, es una planta que se encuentra al nivel del suelo o bien que sobresale escasamente de la superficie, su color verde grisáceo y su gran resistencia al pisoteo, lo confunde con las piedras de la loma. Pero imaginen a una piedra gris, aplanada, rugosa, con forma de estrella, sacar de pronto desde su centro una hermosa flor magenta que se extiende casi hasta abarcar toda su circunferencia.

Por todas estas características, su lento crecimiento, lo extraño de su forma y la belleza de su flor, el falso peyote es muy apreciado por los coleccionistas de todo el mundo y por lo mismo, una de las especies que más se trafican ilegalmente. Agréguenle a esto que se le confunde con el verdadero peyote y que se extrae creyendo que la planta tiene el mismo poder medicinal.

Por eso el falso peyote es una especie enlistada en el apéndice I de la Convención sobre Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), y en la NOM-059-Semarnat-2010 se encuentra en la categoría de especies en peligro de extinción. Por fortuna, en diferentes áreas naturales protegidas de Coahuila, incluyendo la Reserva Ecológica Municipal Sierra y Cañón de Jimulco, se está trabajando en su conservación.

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