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Daniela Suárez Gándara

¿Por qué lloramos?

Es imposible encontrar a alguien quien nunca llora, el llanto es inherente a la vida, por cierto, es la marca de la llegada a este mundo, pues es la primera reacción del bebé al nacer.

Para la fisiología, las lágrimas son más que un líquido producido por el cuerpo humano con la función del limpiar y proteger los ojos. Estas gotitas compuestas de agua, sales minerales, proteínas y grasas, cuando insisten en caer, exprimen sentimientos, cargan dolores y comunican aquello que las palabras no logran hablar.

Podemos llorar de alegría, pero muy raramente acontece eso, en la mayoría de las veces, la causa del llanto son por dolores físicos, emocionales o morales. Por ejemplo, por lo general, sólo valoramos la salud cuando una enfermedad viene y de repente roba todas las fuerzas, amenaza nuestra vida o la de un familiar.

Por esa razón, existen los tratamientos, y normalmente la cura es un gran alivio, pero los dolores del alma son mas atroces y ese dolor es como si estuviese rasgándose en lo más íntimo, para ello no hay medicamento o consuelo, ya que no hay humanamente hablando una manera de suavizar los dolores de las decepciones, traiciones, complejos, vergüenza, culpa, la baja autoestima, etc.

Lloramos también por la dureza del corazón, de nuestros familiares, que insisten en tomar decisiones equivocadas, en la vida, lloramos cuando nuestros amigos lloran, etc. En resumen, miremos donde miramos problemas y motivos para llorar, sabemos que las emociones se oponen a la fe y dar autonomía al corazón, es asumir una cuenta alta de sufrimiento. Así que pregúntese, ¿por que fuimos creados por esa "debilidad"?

¿Cómo lidiar con el nudo en la garganta y el dolor en el pecho por las injusticias de la vida? Solamente recobrar fuerza interior, ejercitar nuestro potencial, que el poder de la fe en nuestro interior esté la verdadera madurez de enfrentar ante cualquier circunstancia que nos causa este mal trago que nos han provocado los sinsabores de la vida.

Llorar produce alivio para el alma, pero la mayoría de las veces, no trae solución, pero cuando a su vez las lágrimas son acompañadas por medio de la fe y derramadas ante su creador, producen recompensas, él no sólo percibe o se conmueve, si no que guardas todas ellas en su odre, él valora mucho una lágrima y mucho más la fe y la obediencia.

Vivir por la fe nos pone en una cajita de cristal, de manera que quedamos intocables, por el sufrimiento, al contrario, prepárese para sonreír, por las victorias, pero también preparado para las luchas, y si las lágrimas insisten en mojar su rostro, no hay problema, pero déjelas caer delante de su creador, para que él cure su pena y dolor.

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