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Niños Kamikaze, nuevas armas de guerra

LOS ISLAMISTAS UTILIZARON PEQUEÑOS EN MÁS DE LA MITAD DE LOS ATAQUES SUICIDAS PERPETRADOS ESTE AÑO

(EL UNIVERSAL)

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AGENCIAS

La violencia contra la infancia en zonas de conflicto ha escalado a un punto que supera los niveles de crueldad anteriormente vistos por la humanidad, denuncia el Fondo para la Infancia de Naciones Unidas (UNICEF). Las tácticas militares asimétricas utilizadas por el grupo islamista Boko Haram en su campaña de terror ejercida contra cuatro naciones del continente africano (Nigeria, Camerún, Chad y Níger) han evolucionado a tal nivel que los niños además de ser empleados como combatientes son usados como "armas de guerra".

"Estamos ante una crisis extremadamente grave, el mundo tiene que tomar conciencia de lo que está pasando en una de las regiones más pobres del mundo", afirma Laurent Duvillier, quien desde hace ocho años trabaja para UNICEF en las zonas africanas golpeadas por la brutal insurgencia. "No son incidentes aislados, es una táctica recurrente, contagiosa y que se expande de manera acelerada".

El uso de niños kamikaze fue identificado por primera vez en 2014 en los pueblos nigerianos aterrorizados por Boko Haram, un grupo que busca imponer su doctrina fundamentalista islámica. Los islamistas utilizaron menores en más de la mitad de los ataques suicidas perpetrados este año, 78 en total, de acuerdo con la base de datos de Nigeria Security Tracker.

"No sólo nos preocupa el aumento exponencial de niños utilizados en ataques suicidas, también la cifra de países afectados: esa tendencia que afectó en un inicio sólo a Nigeria, hoy también se registra dramáticamente en países como Camerún y Chad", sostiene Duvillier.

Las víctimas tienen entre ocho y 18 años, tres cuartos son mujeres y tienen dos tipos de antecedentes: uno de ellos son los secuestrados, como fue el caso de las 276 jóvenes estudiantes llevadas a la fuerza la noche del 14 y 15 de abril de 2014 del Instituto de Chibok, al noreste de Nigeria. El otro corresponde a niños raptados, principalmente menores extraviados y que viven solos en campamentos de desplazados.

El experto descarta que el empleo de niños en las acciones violentas contra cristianos, cuerpos de seguridad, medios de comunicación, escuelas y la población en general haya alcanzado su pico. Naciones Unidas calcula que Boko Haram ha secuestrado a unas 2 mil mujeres de todas las edades en los últimos años y el nivel de vulnerabilidad aumenta constantemente. Antes del estallido de la espiral de violencia en 2009, los cuatro países afectados tenían la tasa de niños fuera de la escuela más alta del mundo, 11 millones; en la actualidad, la cifra se ha multiplicado por el cierre de unas mil 800 escuelas a causa del conflicto, sostiene UNICEF. Y la educación, subraya Duvillier, es clave para romper el círculo vicioso de pobreza, exclusión y discriminación.

 TÁCTICA DE ODIO

En la actualidad, unos 250 mil niños son forzados a prestar servicios como soldados, aunque su utilización difiere de una a otra agrupación bélica y de un país a otro, desde Líbano y Colombia, hasta Sudán y Sri Lanka, sostiene la organización War Child. "El uso de niños por parte del Estado Islámico es diferente al que le dan los grupos del este del Congo", explica a este diario Peter Schouten, experto de War Child.

"Esto se debe a que hay diferencias culturales, la naturaleza de los conflictos es distinta y el tipo de función que deben desempeñar de un conflicto a otro es igualmente diferente".

Por ejemplo, en Siria hay casos en que el uso de los niños es ideológico, existe complicidad de padres y comunidades, y una connotación de mártir, mientras que en Nigeria se da en un contexto de instrumentalización y como parte de una estrategia perversa, asegura Duvillier.

"¿Por qué utilizan niñas? Todo es parte de una táctica de odio. Bajo la mente de Boko Haram el uso de niñas les permite llegar al corazón de la comunidad para aumentar el número de víctimas, porque quién podría imaginar que una niña de ocho años tiene alrededor de su cintura explosivos y en unos cuantos segundos se convertirá en la persona que mata a su familia", dice. "Este es el problema más grave que vemos. Lo estamos observando en muchas comunidades, muchos niños no son vistos como lo que son, un niño, sino como una amenaza potencial para su seguridad".

Muchas mujeres aceptan lo que sea, con tal de liberarse de la esclavitud sexual a la que son sometidas. Y no todas las niñas saben que van a ser inmoladas. "Muchas veces no se dan cuenta que lo que tienen en su cintura es una carga explosiva, no hay que olvidar que son personas con muy bajo nivel de educación. Sólo les dicen: 'Ve en esta dirección' y luego las hacen explotar".

¿Señal de desesperación? El empleo de infantes como armas de guerra podría ser una señal de desesperación del grupo yihadista ante la ofensiva conjunta emprendida desde febrero de 2015 por los ejércitos de Nigeria, Camerún, Chad y Níger, que ha permitido rescatar a más de 680 mujeres y niños que estaban en manos de Boko Haram.

"La pesadilla de las víctimas no termina con haber sido liberadas de los islamistas. Cuando regresan a casa son rechazadas por sus padres, sus familias y la comunidad", afirma Duvillier.

Es el caso de una niña que UNICEF identifica, por cuestiones de seguridad, como Khadija. La joven de 17 años, originaria de Camerún, fue raptada por la yihad cuando se encontraba en el poblado de Banki, Nigeria. Durante su cautiverio, fue violada de manera repetida y quedó embarazada. Luego de ser liberada por el ejercito nigeriano llegó al campamento de refugiados de Dalori, donde otras mujeres le gritan: "No te acerques, eres hija de Boko Haram".

Duvillier advierte: "Estamos ante un escenario muy peligroso, porque si Boko Haram logra separar a las familias de sus hijos, estaríamos ante la victoria final [del grupo]: destruir desde el interior lo más sagrado de la mentalidad africana, que es la comunidad y la familia".

El mensaje de 'los mártires'

El más joven tenía ocho años cuando se hizo estallar. Los periódicos africanos recuerdan que en enero otro niño llegó a pie hasta el pueblo camerunés de Nguetchewe, entró en la mezquita y ésta saltó por los aires. En un tercer episodio, una madre y su hija se acercaron a Tolkomari, también en Camerún, un día del último mes de septiembre; intentaron entrar al mercado, pero una patrulla vecinal las detuvo, sabedora de que los vestidos femeninos son un buen escondite para explosivos. La madre y la adolescente salieron corriendo Presas del pánico, detonaron las bombas, haciéndose estallar frente a la multitud que las perseguía.

Cuarenta y cuatro historias de niños con el mismo final. Boko Haram, la secta afín al Estado Islámico (EI) que desde el noreste de Nigeria se ha infiltrado en varios países en torno al lago Chad, ha convertido a los menores en una de sus armas más peligrosas. UNICEF ha divulgado en un reciente informe (Beyond Chibok, en referencia al pueblo nigeriano donde Boko Haram secuestró a más de 200 adolescentes) que en 2015 en Nigeria y los países vecinos 44 niños fueron utilizados en 40 ataques suicidas, en comparación con los cuatro del año anterior. Las niñas de 13 a 15 años son las más apreciadas para la tarea. El uso de niños-bomba se ha extendido al grado de que las comunidades comienzan a mirar con ojos sospechosos a los niños extraños, mientras los trabajadores humanitarios invitan a considerar a los perpetradores como víctimas y no terroristas.

William Hansen, profesor de política en la Universidad Americana de Nigeria, matiza que las razones de un menor para detonarse son variadas: "La gente hace cosas raras bajo la influencia de la religión o el patriotismo. Sospecho que muchas de esas niñas creen que se ganarán el estatus de mártires y entrarán en el paraíso. Otras son coaccionadas de muchas formas: por sus padres, con amenazas sobre seres queridos (...) Y a muchas simplemente les mienten sobre las consecuencias de sus actos. Pero también creo que una parte de esas chicas, se las considere verdaderas creyentes o víctimas de un lavado de cerebro, son voluntarias en esos ataques suicidas". Los de Boko Haram no son los únicos que usan niños kamikaze. Por años ha existido controversia sobre la participación de menores palestinos en atentados, pero se ha tratado de casos aislados y con connotaciones muy marcadas (años de frustración y traumas por un conflicto eterno, hermanos y padres muertos...). El adoctrinamiento de niños para servir como granadas humanas se extendió por Oriente con la invasión estadounidense de Afganistán y, sobre todo, con la aparición del Estado Islámico en Siria e Irak.

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