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La Constitución europea

Joel Hernández Santiago

Silenciosamente, sin tanto estruendo, Lituania fue el primer país de la Unión Europea que ratificó la Constitución Europea al ser aprobada por el Parlamento en Vilnus, la capital de este país báltico. Valery Giscard d’Estaing envió un mensaje al pueblo lituano: “Es un paso grande y claro. Gracias, hombres y mujeres de Lituania”... En fin. Digamos que este es el principio del largo recorrido de 25 estaciones que habrá de recorrer el documento constitutivo de una UE cada vez más fortalecida, más unida y más diversa.

Y aunque España se preciaba de que sería el primer país en aprobar la Constitución, lo cierto es que en este procedimiento histórico, el pequeño país del norte les comió el mandado... Como quiera que sea y en contraposición de aquellos que dudaban o dudan de la efectividad o que no entienden su sentido, al final de cuentas lo que importa es que la Constitución Europea está lista de tal forma que el 29 de octubre se llevó a cabo en Roma un momento, dirían los clásicos: histórico; o los menos clásicos: inolvidable.

Ese día los jefes de Estado y los ministros de Exteriores de las 25 naciones que componen la Unión Europea firmaron de forma solemne una Constitución que agrupa a toda Europa en un solo organismo de Gobierno. Después, según se dijo antes, el documento se enviará a cada uno de los Estados miembros para que sus parlamentos o congresos lo ratifiquen.

Para Jeremy Rifkin, “con todos sus defectos, la Unión Europea constituye una proeza extraordinaria, sobre todo cuando nos detenemos a pensar que ni siquiera sus arquitectos están seguros de lo que representa exactamente. El problema es que nunca ha existido ninguna institución de Gobierno como la UE. No es un Estado, aunque actúa como tal. Sus leyes tienen prioridad sobre las leyes de los 25 países que la componen, y son vinculantes. Tiene una moneda única -el euro- que utilizan muchos de sus miembros... Regula el comercio y coordina la energía, el transporte, las comunicaciones y, cada vez más, la educación por encima de todas las fronteras nacionales que abarca. Sus ciudadanos tienen un pasaporte común de la EU. Posee un Parlamento Europeo que elabora leyes, y un Tribunal Europeo cuyas decisiones son vinculantes para los países miembros y los ciudadanos de la Unión. Tiene un presidente y una fuerza militar. Es decir, la Unión Europea cumple muchos de los requisitos que constituyen un Estado. Sin embargo, no puede cobrar impuestos a sus ciudadanos, y los Estados miembros tienen derecho de veto sobre cualquier decisión que pueda desembocar en el envío de tropas”.

Y, sobre todo, la Unión Europea no es una entidad unida a un territorio. Aunque coordina y regula actividades que se desarrollan en los límites territoriales de las naciones-Estado que la componen, no tiene territorio propio; es más, es una institución de Gobierno extraterritorial. Así, la Unión Europea es la primera institución de megagobierno en la historia que nació de las cenizas de la derrota.

No hay que olvidar la larguísima historia de enfrentamientos, luchas, devastaciones y guerras entre países de Europa durante muchos siglos. Así, con la Constitución Europea, en lugar de conmemorar un noble e irremediable pasado, su intención es garantizar que ese pasado no se vuelva a repetir.

Después de mil años de constante conflicto, guerra y derramamiento de sangre, los países de Europa salieron diezmados de las sombras de dos guerras mundiales en menos de medio siglo: sus habitantes mutilados y muertos, sus monumentos e infraestructuras en ruinas, sus tesoros materiales agotados y su modo de vida destruido. “Decididos a no volver a empuñar nunca más las armas unas contra otras -dice Rifkin-, las naciones europeas buscaron un mecanismo político que pudiera agruparlas y dejar atrás sus antiguas rivalidades”.

Hoy, más que nunca, la posibilidad de un mundo en equilibrio, sin potencias únicas y con posibilidades de optar por modelos diversos dentro de la nueva corriente de la economía y la justicia social en el mundo, la Unión Europea entrega al mundo uno más de sus productos políticos históricos: la Constitución Europea... ¿veremos alguna vez una Constitución Latinoamericana?

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