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Conformismo, igual a tragedia, igual a luto

El pasado lunes 27 de julio perdimos a un sobrino muy querido en un accidente automovilístico que bien se pudo haber evitado.

Jaime, mi sobrino de escasos 19 años, se dirigía a su casa sobre el periférico Raúl López Sánchez en sentido Torreón-Gómez Palacio a medianoche después de una juntada con amigos. Sus padres esperaban su llegada en casa, pero Jaime nunca llegó.

Quizá mi sobrino iba manejando a exceso de velocidad y sin la debida precaución aunado a la probabilidad de que pudo haber ido distraído con el celular, la música, entre otros factores. No obstante, Jaime era un joven como cualquier otro y bien pudo haber sido sobrino de cualquiera de ustedes.

Nunca podremos saber qué fue lo que realmente sucedió en esos últimos instantes de su vida. El averiguarlo no nos consolará, pero bien pudiera ayudar a prevenir que esta tragedia se repita.

¿Quién diseñó un retorno en el periférico, a la altura de la colonia El Roble, sobre el carril de alta velocidad y que termina en una banqueta de concreto como si fuese una trampa mortal? ¿Quién supervisó el diseño? ¿Quién permitió que se construyera ese retorno que no sólo no cumple con las mínimas normas de seguridad, sino de sentido común? ¿Será que la gente que participó en el diseño y construcción de ese retorno no tiene hijos o sobrinos? ¿Quién es responsable de tanta inseguridad? En primera instancia, nosotros.

Pareciera que estamos aprisionados y paralizados dejando nuestra seguridad y la de nuestros seres queridos en manos de una bola de ineptos, cuyas prioridades no aparentan ser las de la comunidad.

Veo con tristeza que hemos perdido la voz, por no decir la valentía. Día a día, permitimos que nuestros gobernantes hagan lo que les plazca sin temor a la crítica y a la rendición de cuentas.

Infinidad de veces he pasado por el lugar del accidente cuando venía de Monterrey a casa de mis padres en Gómez Palacio y siempre hacía el comentario a quien me acompañara “…que no era posible el diseño y construcción de dicho retorno”.

Desgraciadamente no actué. Me ganó el conformismo en el que muchos de nosotros hemos caído al limitarme a sólo expresar mi disgusto y no denunciar el peligro que presentía.

No faltará quien diga, -y me incluyo- que el denunciar no nos lleva a nada. Preferimos “tirarnos al león” como sociedad, convirtiendo al gobierno como el alentador del “no se puede” y tolerando recibir obras públicas y servicios que “medio funcionan”. Esto es el colmo de colmos.

Hoy que he perdido a mi sobrino y veo cómo su familia ha quedado destrozada, me doy cuenta que el peligro radica en no hacer nada como sociedad. Esta es una desgracia que no entiendo, ni quiero entender.

Te invito a denunciar todo lo que atente contra tu seguridad. Hay que prevenir y no lamentar, y sólo así evitarás la pena que ahora estamos viviendo mi familia y yo. Tú, que estuviste involucrado en el diseño, la construcción y/o la autorización de esta obra y por ende de esta trampa mortal, siéntete corresponsable de esta tragedia. Tú, quien tienes ahora el privilegio de ser servidor público en nuestra región y que tienes autoridad para corregir este monstruo de obra (y muchas otras que se encuentran en la misma situación) te pido que actúes. No hacerlo demostraría que para cambiar, necesitamos “cambiar de gobierno”.

Jesús Hernández Barrera,

Comarca Lagunera.

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