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Cínicos

Diálogo

YAMIL DARWICH

La palabra "cínico", según el diccionario, se refiere a la "desvergüenza o descaro en el mentir o en la defensa y práctica de actitudes reprochables". Sin duda que se trata de una de las más deplorables manifestaciones del espíritu humano.

El cinismo nació en Grecia, durante los siglos IV y III a.C., con un sentido diferente del que ahora le damos. Antístenes enseñaba en un gimnasio llamado Cinosarges, -perro veloz- y por su comportamiento le apodaron Kínico. Decía "quien conoce al hombre, conoce la cosa".

Un siglo después, Diógenes de Sinope, su alumno, ideó una postura filosófica basada en no creer en la sinceridad o bondad humana, ni en sus motivaciones ni en sus acciones, así como una tendencia a expresar esta actitud mediante la ironía, el sarcasmo y la burla.

Un buen ejemplo fue el dado por Diógenes, quien al ser puesto a la venta como esclavo, le preguntaron qué era lo que sabía hacer y contestó: "mandar; comprueba si alguien quiere comprar un amo".

El cínico es despreciativo de las personas que con él conviven y tiene, al menos, adormecida la conciencia y por lo tanto no puede ser lúcido al momento de diferenciar entre lo bueno y lo malo.

Al parecer, el cinismo es "adictivo" y con el paso del tiempo profundiza en la pobreza ética y poco a poco se confunde y agrava, hasta chocar con la moral; desgraciadamente, el uso frecuente del cinismo, como respuesta a las necesidades de satisfacer los apetitos personales, hace que la misma sociedad se habitúe a ello y deje de sancionarlo o al menos criticarlo y atacarlo.

Pareciera que empezamos a sufrir los efectos del cinismo y al habituarnos a ello dejemos de reaccionar permitiendo que la desvergüenza de esos enfermos sociales sea mayor.

En política existen muchos ejemplos, que aunque nos ofenden, vamos aprendiendo a tolerarlos como algo común y hasta natural. Solamente para ejemplificar le cito algunos recientes:

Enrique Peña Nieto y sus propiedades, además de las declaraciones patrimoniales contradictorias y modificadas; un exgobernador interino de Coahuila, Jorge Torres y su secretario de gobierno huyendo de la justicia; el endeudamiento del Estado de Coahuila y, ante las evidencias, la no actuación del gobernante, llegando al extremo de negar que los dineros ilegales descubiertos en EUA proceden de las arcas del mismo.

Marcelo Ebrard y los graves yerros en la construcción del tren subterráneo en la línea doce y lo más grave, el ocultamiento y puesta en función con riesgo para los capitalinos que lo utilizan; luego las acusaciones de negocios ilegales durante su gestión como regente, en la compra venta de terrenos con un hermano señalado.

Pudiéramos seguir citando casos de cinismo extremo: del defraudador, cínico y de las autoridades que desempeñan sus funciones de la misma manera. "Favor con favor se paga".

¿Qué me dice del actuar con barbarie e ilegalidad de los maestros de Oaxaca, Guerrero y Michoacán? Peor aún, la reacción de las autoridades de los estados federales y de la Secretaría de Educación Pública, que ceden ante la presión violenta, por el temor de aplicar la ley, dejando en el analfabetismo funcional a miles de niños. Por cierto, son los estados más pobres y con mayor baja en aprovechamiento académico.

Otro bocadillo amargo que debemos engullir es la sonada ley de transparencia, a la que no todos se someten y muchos que aparentemente lo hacen, cínicamente declaran a sus esposas o familiares directos como propietarios de bienes y capitales, muchos sin trabajo que justifiquen sus millonarios ingresos.

Lo triste del caso es que ese cinismo que nos ha envuelto a todos los mexicanos, amenaza crecer, como enorme tornado, hasta finalmente destruir al país y, angustiosamente, no se vislumbra solución posible, en tanto no se rompa la cadena de corrupción que incluye a todas las líneas de productividad nacional -con muy pocas excepciones-, a los mandos políticos y sus partidos totalmente corrompidos. Incluya a las agrupaciones religiosas y hasta los medios del espectáculo, sea deportivo o de diversión.

Empecemos la lucha: participando en todas las actividades sociales y políticas que nos sea posible y exigiendo, desde adentro, que ellas reacciones con la fuerza de la unión; hagamos costumbre el buen comportamiento personal y familiar, aceptando hacer el pago que tiene la dignidad y la honradez en un medio corrupto. Eduquemos y eduquémonos, denunciando en todos los medios y por todas las formas a esos cínicos; La Internet con sus múltiples programas de comunicación y difusión de actos y situaciones civiles nos da amplias oportunidades de hacerlo.

De continuar así, terminaremos estando todos contagiados y nos aplicarán lo dicho por Hermenegildo Torres en su PUP, que para el caso del cinismo diría: "si tuviéramos que meterlos a todos en un corral, no habría nadie para cerrar la puerta".

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