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Verdades y rumores

EL AGENTE 007

Cuentan que la reunión que tuvo la plana mayor del PRI el fin de semana pasado en la capirucha del esmog es considerada como “un gran triunfo” por parte del equipo del gober Rubén Moreira. Nuestros subagentes disfrazados de sillas nos reportan que el mandatario provincial logró dos cosas importantes ese día: sentarse cerca del preciso Enrique Peña Nieto y recibir un saludo de él. Como se sabe, aparecer en la misma foto con el Gran Tlatoani es un acontecimiento de gran relevancia para los priistas y cuantimás si en un acto multitudinario son favorecidos por una reverencia del mismo. Sobre todo en medio de una pugna interna en la que otros grupos, relegados hoy del quehacer político estatal, buscan resurgir de cara a la elección de 2017.

Incluso dicen que en la primera fila don Rubén estuvo sentado a menos espacios del primer mandatario de los que estuvo el secretario de Agricultura, Enrique Martínez, rival de los Moreira. No obstante, los aguafiestas que nunca faltan comentan que tanto la distancia como el saludo fueron situaciones fortuitas. Y es que, según estas versiones, el gober logró colarse en la primera línea cerca del preciso gracias a que llegó tarde al acto y en la búsqueda de asientos no faltó un acomedido que le cediera su lugar. Al finalizar el encuentro en el que don Enrique habló de los riesgos de “la demagogia y el populismo” (no se ría, eso dijo) y del nuevo rumbo que debe tomar el partido, se armaron los grupitos de cada bando. De un lado se observó a Martínez acompañado del “Padrino” Manlio Fabio Beltrones, el diputado federal Salomón Juan Marcos y la senadora Hilda Flores. Del otro, al gober Moreira se le vio arropado por su secretario Rodrigo Fuentes, la pastora estatal del PRI Verónica Martínez y el alcalde de Torreón, Miguel Riquelme. Y como este último grupo estaba cerca de la salida del recinto, y por ahí tenía que pasar el preciso para retirarse, pues fue a ellos a quienes les tocó el saludo. Por lo que, según estas voces, habría que tomar las cosas con más mesura.

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Y a propósito de Martínez y Martínez, de quien se ha dicho que podría ser el bueno para suceder al “César” del priismo nacional, dicen los enterados que esto sólo sería posible de cumplirse un requisito previo: que el diputado sonorense Manlio Fabio Beltrones se desista de suspirar por la silla que hoy ocupa Camacho Quiroz. Como se sabe, el “Padrino” quiere ser el Gran Pastor de los tricolores desde hace tiempo pero para ello le han puesto una serie de condiciones que debe cumplir. Entre ellas está la de no utilizar el puesto como catapulta para la silla de Los Pinos, defender con garras y dientes al presidente Peña (cosa cada vez más difícil), apoyar sus reformas, no dividir al partido y mantener la conveniente alianza con el Negocio -perdón, Partido- Verde. Pero como Beltrones también suspira por la Presidencia de la República y no puede tener las dos cosas, pues si quiere la silla grande tiene que dejar la chica. Y es ahí donde, si se decide por la grande, dejaría el camino libre a don Quique para ser el futuro pastor nacional tricolor. Obviamente esta jugada implicaría un acuerdo entre ambos que pudiera modificar el status quo de la política de la provincia coahuilense, con sorpresas incluidas. A ver.

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A quien se le ha visto muy activo llevando a cabo una especie de campaña interna en el ayuntamiento de Torreón es al primer regidor Miguel Mery. Y es que el edil priista se ha tomado muy en serio la especie de que el alcalde Miguel Riquelme está viviendo su último año al frente de la administración municipal porque ya se prepara para encarar el proceso interno de su partido para convertirse en candidato a la gubernatura de Coahuila. Nuestros subagentes disfrazados de escritorios reportan que Mery se anda paseando por las oficinas del edificio público más caro de la ciudad con el Reglamento Interno del Ayuntamiento en mano haciendo ver a todos que cuando se vaya Riquelme él se quedará a cargo ya que la norma -por el momento- indica que en ausencia del alcalde el primer regidor es el que asume sus funciones. Sin embrago, las malas lenguas dicen que esto no necesariamente sería así. Resulta que corren versiones en radiopasillo de que el regidor, que desde hace rato suspira y fuerte por ser la máxima autoridad de la Perla de la Laguna, no cuenta con los favores del grupo riquelmista, que es la versión local del moreirismo. Prueba de ello es que, según los subagentes, el munícipe no le da mucha “bola” a Mery y que prácticamente le tiene congeladas las audiencias. Tanto así que para conocer qué piensa el jefazo de él tiene que andar preguntando a terceros qué es lo que dice de su desempeño al interior del parque recreativo municipal, mejor conocido como Cabildo. En este sentido, hay algunas lenguas viperinas que hablan de una jugada que implicaría un cambio en el reglamento para que en vez de ser el primer regidor el que asuma las labores de alcalde, pueda ser otro funcionario. Y en este caso ese funcionario sería nada más y nada menos que el secretario del Ayuntamiento, Jorge Luis Morán, hombre de penumbroso perfil a quien varios en la administración guardan cierto temor. De ocurrir todo lo que el grupo en el poder tiene proyectado, al regidor Mery no le quedaría de otra que sentarse a esperar en la banca a que se presente otra oportunidad para entrar a la cancha en una posición mejor que las que ha tenido hasta el momento.

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El que no halla ni dónde meterse es Guillermo Anaya Llamas, diputado federal del PAN y suspirante a la gubernatura de Coahuila, quien ha sido sometido a un duro fuego a discreción esta semana. Pero ahora no fue por haber sido vinculado con oscuros personajes del mundo “empresarial”, o por haber protagonizado una nueva reyerta dentro de su partido. Los dardos envenenados que en el ciberespacio le han lanzado se deben a que un integrante de su familia fue acusado de incurrir en maltrato animal en un conocido club social y deportivo de la ciudad. Y como era de esperarse, en estos días en que la crueldad contra los animales es un tema muy sensible para muchos, una asociación civil denunció públicamente el hecho y pidió a las autoridades que iniciaran una investigación. El asunto pudo haber terminado ahí, pero no. Los integrantes de la asociación denunciaron también que el diputado les llamó para exigir que retiraran la publicación supuestamente con amenazas y toda la cosa. Y lejos de lograr su cometido, el asunto se hizo más grande. Dicen nuestros subagentes disfrazados de palos de golf que el tema ya llegó a la mesa directiva del club de marras y que en ella se analiza una sanción para la familia del diputado al cual no le quedó de otra que enviar una carta asumiendo la responsabilidad por lo ocurrido y manifestando su respeto a las medidas que la directiva considere pertinentes. No cabe duda que en estos días de precampañas políticas, y parafraseando el dicho del gran Cayo Julio César, “la familia del César no sólo debe ser honesta, sino parecerlo”.

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Un fantasma amenaza la renaciente convivencia en las calles de la ciudad, es el fantasma del “guarurismo”. Hace algunos años, los custodios de influyentes personajes de la vida empresarial y política de la región eran los amos y señores de las arterias citadinas. Cuando vino la ola delincuencial y azotó con toda su furia a esta otrora apacible comarca, el señorío en las calles pasó a los malosos, quienes hicieron de la vía pública un campo de batalla. Pero ahora que las aguas están más tranquilas en cuanto a presencia criminal se refiere y que, por ende, la vida urbana ha renacido poco a poco, los guaruras han regresado por sus fueros. En los últimos días se ha observado en numerosos establecimientos comerciales, restaurantes y bares a camionetas de custodios de empresarios y políticos que con total impunidad circulan por las calles de la zona metropolitana de La Laguna. Y no sólo se abren paso como pueden en las vías sino que también bloquean el tránsito o se estacionan donde no deben. Tal es el caso de los espacios para personas con discapacidad que son invadidos por esta especie que se creía en extinción, impidiendo que los ciudadanos que requieren de bastones o sillas de ruedas para moverse puedan acceder a los establecimientos referidos. Lo que llama la atención es que algunos de esos guaruras son de personajes que, por sus cargos públicos, deberían predicar con el ejemplo. Esta situación pone en evidencia dos cosas: que como sociedad muy poco aprendimos de los días más aciagos de la violencia, y que las autoridades, que deberían ser las encargadas de poner orden en las calles, suelen ser las primeras en armar el desorden. Pobre región.

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