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Liberación

FEDERICO REYES HEROLES

Que si por fin llegó el esperado golpe de timón, que si el presidente, el secretario y el gobernador encontraron un salvavidas, que si así opacaron la fuga. Todo es cierto y, sin embargo, es sólo la superficie. La medida corta raíces envenenadas mucho más profundas. La humillación de miles y el autoritarismo están de por medio.

La acción en contra de La Quina, la liquidación de Luz y Fuerza del Centro y el rescate del sistema educativo de Oaxaca compiten por la dimensión y comparten ciertas características. En los tres casos se retaba la hegemonía del estado, en las tres acciones se recuperaron espacios físicos y cotos reales de poder económico y administrativo. El estado es majestad: esa es la imagen de supremacía que no puede estar en duda. Ningún poder real debe retarla. De ahí la obligada persecución del narco que domina territorios e impone su propia ley. No es la solución definitiva, pero siempre debe privar la legalidad. Eso se tambalea en el caso de La Quina. La lectura parcial de los tres casos podría desprender una ruta antisindical y, por ende, de derechas. Y sin embargo es lo contrario, se rescata al eje de una sociedad moderna: el ciudadano.

La Quina, el SME y la Sección 22 ofendían a la anhelada modernidad ciudadana, defendían privilegios. Los tres movimientos eran (uno todavía es), lo más retrógrado. Si de verdad queremos una sociedad más justa, más igualitaria, lo primero es luchar contra los privilegios. Lo increíble del caso es que, en pleno siglo XXI, el SME y los líderes de la CNTE y la Sección 22 tomaran como banderas de lucha propuestas que pertenecen al medioevo, a las guildas, a las castas, pensando que podían engañar a una sociedad que se irrita si alguien violenta el orden de una fila. Eso sí, disfrazados de izquierda. ¿En qué mundo vivían? ¿En qué mundo vive AMLO cuando propone una alianza con el conservadurismo más cínico? Son momias que todavía caminan entre nosotros.

Las confrontaciones con el SME y la CNTE deben enmarcarse en la difícil construcción de la modernidad política en su dimensión cultural. Son post ideológicas. Las coordenadas derecha-izquierda explican poco. En realidad, es algo mucho más elemental. Son obvios conflictos de interés. En palabras sencillas del gobernador Cué: "no se puede ser patrón y trabajador a la vez". No se puede ser supervisor y supervisado. No se puede ser evaluador y evaluado, ni otorgar beneficios con dineros públicos que redundan en uno mismo, ni autorizar licencias, vacaciones o promociones que recaen en el propio gremio. Durante casi un cuarto de siglo estuvieron de los dos lados del escritorio, ejerciendo la autoridad sobre sí mismos. Así decidieron pagarse cifras insultantes asignadas para "hacer política".

Y claro, con el paso del tiempo, un acuerdo corrupto en su origen sólo puede degradarse. Fueron 4,000 plazas administrativas, 300 mandos medios y altos, alrededor de 1,000 mdd., de presupuesto anual. Los "comisionados" rondaban los 2,000, un ejército. La "utilidad neta" por concepto de aportaciones obligadas podía alcanzar el millón de pesos diarios. Ese era el tamaño del negocio en el que terminaron los dineros públicos que debían beneficiar a los niños de Oaxaca. Al horrendo bicho le salieron tentáculos, jorobas, garras, y así se llegó a la extorsión institucionalizada. Sin movilización política no había salario. Imaginemos al profesor, pero también padre de familia, sometido al yugo: o marchas o no cobras. Los números globales nos hablan de 80 mil maestros que tenían virtualmente que hincarse para llevar la quincena.

Ese era el bastión del México medieval que reinaba a sus anchas en Oaxaca. De ahí que no sería extraño esperar una desbandada de los antiguos "leales", los humillados. Quiero imaginar los resentimientos, el odio, las "flechas", como diría Canetti, acumuladas durante décadas por el sojuzgamiento sistemático de jefecillos o gangsters en control del aparato de extorsión. Pero hay algo peor: lo que nació desde hace años como un sano instrumento de control en los programas asistenciales -hoy amparados en las siglas Prospera-, el engarzar a la escuela con los apoyos a través del testimonio y firma del maestro como aval para así garantizar que los educandos fueran llevados a recibir instrucción, devino en otra arma de chantaje. Si el maestro no otorgaba la firma a los padres, el apoyo no llegaba. ¡Usaron el hambre de alrededor de 240 mil familias, como factor de extorsión!

Vendrán meses difíciles, pero lo ocurrido el martes 21 de julio es, ante todo, un acto de liberación. Liberó al gobernador, al secretario y al presidente. Pero -lo menos visible- liberó también a decenas de miles de maestros y cientos de miles de familias que llevaban el grillete de la Sección 22. Alentador, muy alentador.

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