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Más dinero, más pobreza

NUESTRO CONCEPTO

Cuando Enrique Peña Nieto asumió la Presidencia de la República el 1 de diciembre de 2012 anunció un ambicioso programa de combate a la pobreza alimentaria como parte de sus 13 iniciativas para transformar el país. La llamada Cruzada Nacional contra el Hambre fue puesta en marcha en los primeros 60 días de gobierno con la intención de atender de forma urgente a las personas más necesitadas. En ese entonces, México contaba con una población de 53.3 millones de personas en pobreza, de los cuales 11.5 millones vivían en pobreza extrema. La responsabilidad recayó en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), encabezada por Rosario Robles, una política surgida de las filas de la izquierda electoral mexicana. En aquel arranque de sexenio era difícil cuestionar una estrategia que evidentemente era necesaria.

Además de la cruzada antihambre, otros programas de asistencia social fueron puestos en marcha, la mayor parte de ellos como seguimiento a lo realizado en la administración anterior. En 2012, sólo en la Sedesol, había 24 programas sociales en operación. A estos hay que sumar los desarrollados por otras dependencias federales y por los gobiernos estatales y municipales. La cifra rebasa los 100 por entidad. Y de 2013 a 2014 se registró el incremento más importante desde 2007 en el gasto con fines de desarrollo social. ¿Cuánto cuesta la política social en México? Como referencia, en 2014 se presupuestaron 2 billones 43,045.6 millones de pesos, con lo que concentró el 58.5 por ciento del gasto programable del Presupuesto de Egresos de la Federación.

Con estas cifras y proporciones lo menos que se pudiera esperar es la desaceleración en el ritmo de crecimiento de la población en pobreza. Sin embargo, esto no ha ocurrido. El Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval) dio a conocer la semana pasada que en México, en 2014, había 55.3 millones de personas en pobreza, 3.7 por ciento más que en 2012. Si se compara el dato de 2010, cuando se contabilizaron 52.8 millones de mexicanos pobres, es posible notar que esta población no sólo no ha disminuido, sino que ha acelerado su crecimiento. Mientras que en el bienio previo a la llegada de Peña Nieto a Los Pinos el número de pobres creció en 500,000, en los dos primeros años de administración aumentó en 2 millones.

Pese a la creciente cantidad de recursos que se invierten año con año para combatir este mal crónico de la sociedad mexicana, los números son elocuentes a la hora de exhibir los resultados. Algunas voces expertas atribuyen estos números negativos a varios factores económicos, como la crisis de 2008-2009, de la cual el país no ha logrado recuperarse, o el raquítico crecimiento que ha tenido el PIB en los últimos años. Sin embargo, hay analistas que suman a estos factores otros de carácter político, como una reforma fiscal que en vez de fomentar la inversión y el ahorro ha tenido el efecto contrario. Pero, además de esto, sin duda algo se está haciendo mal en la política social. Porque con todo y crisis, escaso crecimiento y reforma fiscal, el gasto social sigue aumentando.

No es difícil deducir que hoy, como hace décadas, el clientelismo sigue siendo el ingrediente principal de los programas asistenciales, independientemente del nivel de gobierno y del partido que esté en el poder. El objetivo verdadero de los programas no es sacar de la pobreza a los empadronados, sino mitigar momentáneamente una necesidad a cambio de obtener votos. Mientras esta visión siga prevaleciendo no resultará extraño que la pobreza siga creciendo. en vez de fomentar la inversión y el ahorro ha tenido el efecto contrario. Pero, además de esto, sin duda algo se está haciendo mal en la política social. Porque con todo y crisis, escaso crecimiento y reforma fiscal, el gasto social sigue aumentando.

No es difícil deducir que hoy, como hace décadas, el clientelismo sigue siendo el ingrediente principal de los programas asistenciales, independientemente del nivel de gobierno y del partido que esté en el poder. El objetivo verdadero de los programas no es sacar de la pobreza a los empadronados, sino mitigar momentáneamente una necesidad a cambio de obtener votos. Mientras esta visión siga prevaleciendo no resultará extraño que la pobreza siga creciendo.

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