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La felicidad

Qué fácil es ser felices cuando se entiende la felicidad como una aspiración humana. Se sabe que la felicidad es la consecuencia de pequeños y de grandes satisfactores, satisfactores que nosotros mismos podemos fabricar a través de nuestra buena voluntad y las ganas de compartir con otros las bondades de nuestra vida. Y la verdad, no se trata de ser ricos o pobres, más bien se trata de compartir lo poco o lo mucho que Dios nos da y que pone a nuestra disposición a través de diferentes medios para facilitarnos nuestra existencia, considerando que hay más personas desafortunadas que nosotros y que con nuestra ayuda, tendrán más posibilidades para superarse.

Dar o compartir es la fórmula de la felicidad. Dar lo que podamos y un poco más puede ser el mejor camino para dejar de ser infelices, para dejar de ser egoístas. Porque debemos comprender que el egoísmo duele y duele porque se piensa y se actúa sólo en razón del yo y de lo propio como estatus de vida. Quién sólo piensa en su persona y en sus mundanos intereses estará destinado a la amargura, a la infelicidad de satisfacciones cortas y fugaces, porque jamás se tendrá lo suficiente como para calmar las ansiedades de lo insatisfecho. Quién es egoísta, es soberbio y con el tiempo se perderá en la soledad del abandono, con todo y sus tesoros.

Pensemos que la felicidad es dar un poco de lo nuestro a quien lo necesita. Un trozo de nuestro tiempo para conversar sanamente con la familia nos hace más fuertes; Una visita al familiar en soledad o atribulado, puede ser la diferencia entre la enfermedad y la salud; Una ayuda a mamá con sus diarios quehaceres, puede servir de remanso en el loco ajetreo que exige vivir en un hogar limpio y con decoro; una sonrisa con un grato saludo, puede ser la diferencia para vivir un ambiente fraternal entre vecinos; sentar a tu mesa al familiar menos pensado para compartir el pan y la sal, puede ser un momento de significativa alegría para ti y en especial para toda tu familia.

Los hijos que piensan menos en sí y actúan en función de las necesidades de sus padres o también de sus hermanos, serán adultos felices con un futuro más halagador y placentero. Los padres que trabajan en función de las necesidades de su familia, seguramente; su trabajo dejará de ser un castigo a su condición humana. Los jóvenes que estudian en función del sacrificio y el esfuerzo de sus padres, tendrán un mejor y natural aprovechamiento, tal vez no de manera brillante, pero sí de manera muy satisfactoria.

Dar o compartir es la razón que podemos tener para ser felices y no se trata de andar repartiendo moneditas a cuanto pordiosero cruza por nuestro camino, ni de imitar a la Madre Teresa hasta que nos duela; se trata de dar dentro de nuestras posibilidades y un poco más. Es común ayudar a otros a quien no conocemos y nos olvidamos de los nuestros. ¿Por qué no empezar por nuestra propia casa, con nuestros familiares y parientes primero?

También es común pensar que los que sí tienen, nada les falta; qué equivocados estamos, porque tal vez son los que menos tienen en su alma.

Dejar de ser egoísta es dejar la soledad para conseguir fácilmente la felicidad en familia.

Juan Antonio Aguilar Tello ,

Torreón, Coahuila.

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