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El arte de perdonar

El dejar atrás las ofensas es indispensable para sanar nuestras vidas

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Angélica Sandoval

En la actualidad, La Laguna está viviendo situaciones de desconcierto, desconfianza, y desesperanza por lo que el perdón se ha vuelto una herramienta indispensable en el entorno social.

“Vivimos dentro de una cultura de violencia en todos los niveles, desde los niños con el bullying, la violencia en la familia, en la pareja, en el medio laboral y aquella que genera la delincuencia organizada y si no somos capaces de entender lo que significa el perdón vamos acumulando rabia y deseos de venganza lo que se convierte en un círculo vicioso”, expuso Leticia Lobo, coordinadora del equipo de las Escuelas de Perdón y Reconciliación (Es.Pe.Re) en la región lagunera, las cuales realizan algunos talleres en Casa Iñigo.

Según relata, fue a partir del año 2007 cuando inició una de las etapas más ofensivas y agresivas para la comunidad debido a que comenzaron experiencias de violencia del narcotráfico, seguidas de situaciones económicas difíciles y un éxodo de profesionistas en busca de mejores oportunidades lo que ha repercutido en la parte más sensible de la sociedad: La familia.

Actualmente, dijo, se observa la división que existe en la sociedad por crisis políticas, además de diferencias en las cámaras empresariales y en instituciones que antes trabajaban de la mano y ahora han roto sus lazos y trabajan de forma aislada. “Hoy es tiempo de arremangarse la camisa en La Laguna, un camino imprescindible es el perdón y la reconciliación para poder generar una cultura de paz y riqueza social”, dijo.

Las Escuelas de Perdón y Reconciliación fueron nombradas así debido a que tienen un método de enseñanza que buscan orientar a las personas sobre el proceso del perdón. “El perdón no es una varita mágica instantánea que se da de un momento a otro, es un camino largo que hay que recorrer, que se tiene que aprender y practicar por el resto de nuestras vidas”, añadió Lobo.

Espere Laguna tiene como propuesta concientizar a la población sobre la necesidad de tener un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida, además de que busca promover entre los asistentes un interés por iniciar o continuar un proceso de búsqueda de la paz interior con el que se les facilite construir un ambiente sereno en su entorno personal, familiar, laboral y social que fortalezca su interior frente a la violencia actual.

“Después de perdonar, te quitas un saco de piedras, suena simple pero cuando uno va cargando con recuerdos dolorosos y negativos sientes coraje”, comentó.

Lobo señala que “contra la irracionalidad de la violencia, no hay nada más fuerte que la irracionalidad del perdón”. Hasta hace algunas decenas de años, el perdón estaba prácticamente olvidado de las ciencias sociales y solamente sobrevivía en el ámbito religioso, pero actualmente se comienza a comprender que la promoción de una cultura del perdón, es una de las armas más poderosas para combatir la violencia, resolver conflictos, construir la paz y el bienestar material y moral de la humanidad.

Las ofensas que hemos recibido o causado en la vida, han dejado huellas en nosotros y para hacer un camino de sanación, necesitamos ir transitando por el reconocimiento de nuestras heridas, mirándolas de frente y atrevernos a poner delante de nuestros ojos al ofensor y/o al ofendido. Etimológicamente, la palabra perdón significa donar con plenitud, el regalo por excelencia, el perdón no es una obligación, es una decisión de vida. Según Espere Laguna, el método del perdón tiene una serie de etapas que tienen un efecto de catarsis y ayudan a las personas a liberarse de la rabia y el rencor que las ofensas provocan, las cuales al acumularse se transforman en “veneno” para el cuerpo.

¿Por qué es necesario el perdón?

Henri Lacordaire escribe que “si quieres ser feliz por un instante, busca la venganza, si quieres ser feliz para siempre, ábrete al perdón”.

La tragedia de las víctimas de la violencia es que la rabia que sigue a la ofensa se convierte gradualmente en resentimiento y en deseo de venganza, favoreciendo la multiplicación de las violencias, esto sucede tanto a nivel personal, en vida de pareja, familia, comunidad, escuela, trabajo, entre otros.

La medicina ha logrado probar ampliamente que la rabia, el rencor y el deseo de venganza producen decenas de enfermedades que perjudican seriamente el desarrollo de las personas y comunidades. Un trauma mal manejado hace que las personas permanezcan “congeladas” y constantemente paralizadas, las defensas físicas y emocionales se debilitan y aparecen las enfermedades.

La decisión de perdonar implica la determinación de no buscar hacer justicia por sí mismo, trae salud, liberación y paz profunda.

En ocasiones, la persona que ha cometido la ofensa puede ser alguien que no conozcamos, como el caso de una asalto en la calle, en otras ocasiones el ofensor ya no vive en la ciudad o en el país y es poco probable que lo volvamos a ver, también puede suceder que esa persona no deseé tener contacto con la persona que ha ofendido o que el ofendido haya fallecido.

Las situaciones anteriores no impiden que quien ha tomado la decisión de perdonar lo haga, puesto que el más importante beneficiado es la persona que otorga el perdón, aunque el otro no se entere o no lo acepte. El perdón es un proceso personal, íntimo, consciente y voluntario, no es instantáneo, cada persona tiene su tiempo para elaborarlo, existe un libro que se titula No perdones demasiado pronto.

El perdón más difícil

Sólo aquel que aprende a perdonarse así mismo se abre a la posibilidad de perdonar al otro, porque comparte con el otro su propia experiencia. Por el contrario, aquél que no sabe perdonarse tampoco es capaz de perdonar a otro.

Este es uno de los más difíciles perdones, estamos acostumbrados a que el medio ambiente en que crecimos y nos desenvolvemos nos impone expectativas acerca de cuál es la manera correcta de pensar, actuar y sentir y si no discernimos qué es lo que realmente podemos y deseamos, comenzamos a perder nuestra autoestima y la aceptación y respeto por nosotros mismos, esto nos lleva a ser jueces severos e implacables y se nos dificulta otorgarnos el perdón al sentir que hemos fallado a otros y a nosotros mismos.

Para otorgarnos el perdón es importante conocernos, detectar nuestras debilidades y fortalezas, reconocernos como seres humanos falibles con derecho a equivocarnos y a corregir nuestros errores, al aprender esto se nos facilita practicar una correcta compasión para poder perdonar a los más cercanos, lejanos y aún desconocidos cuando estos ofenden.

Abandonando la victimización

Leticia Lobo explica que cuando soy capaz de reconocerme como el responsable de mis pensamientos, emociones, actitudes y decisiones es cuando se me facilita vivir sin sentirme víctima sino constructor de mi vida. El pasado es una referencia, no es una residencia, dice una frase conocida, si solemos vivir recordando viejas heridas aunque éstas hayan sido terribles e injustas, estamos perdiendo el tesoro de vivir y elegir cómo deseamos que sea nuestra actitud en el presente, de esta manera además de tener mejor calidad de vida, también dejamos de afectar a las personas más cercanas que perciben y sufren con nuestro viejo dolor.

“En los talleres Espere, creemos profundamente en el valor de la experiencia comunitaria, es más fácil aprender a transitar el camino del perdón en compañía de personas en quienes puedo depositar mi confianza y en quien estoy seguro de que guardarán la confidencialidad de lo que se comparte. Ayuda mucho a compartir la herida con alguien que sabe escuchar, sin juzgar ni moralizar, ni agobiar con consejos superficiales”, finaliza Lobo.

El camino

Pasos que facilitan el perdón:

1.Reconocer que la herida sigue abierta o sigue causando dolor.

2.-Aprender que el perdón me podrá beneficiar a mí mismo.

3.-Decidir perdonarnos.

4.-Estar abierto a conocer los hechos desde distintas perspectivas.

5.-Tener disposición a hacer una nueva narrativa.

6.-Reconocer al otro como ser humano.

7.-Liberarme de los sentimientos negativos y del dolor, liberarme de las ataduras que me unen al otro (esté presente o no).

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