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Mito neoliberal

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MIGUEL FRANCISCO CRESPO ALVARADO

Circula en la red un video de Margaret Thatcher en el que la extinta primera ministra de Inglaterra se mofa de las "ideas socialistas" de un miembro del parlamento que alertaba sobre la creciente desigualdad en aquella nación (estamos hablando de la década de 1980).

El argumento con que la "Dama de Hierro" defendía su política económica -caracterizada por la privatización de los servicios públicos, la disminución del Impuesto Sobre la Renta y la reducción del gasto social educativo y de salud- se basaba en el mito de que, protegiendo a los más poderosos, se multiplicaría la riqueza, pues son los grandes dueños del capital quienes invierten y generan empleos.

Bajo el mismo cuento, se han venido aplicando en México políticas similares, sólo que con métodos más burdos y con el ingrediente adicional de la corrupción. Pero, aún si se suprimiera el latrocinio, las cosas no pintarían bien para las mayorías en este país. La afirmación se basa en lo que pasa en el Reino Unido como consecuencia de que la brecha entre ricos y pobres siguió creciendo.

Un botón de muestra. La BBC presentó un reportaje sobre el creciente fenómeno de las Sugar babies, jóvenes estudiantes que se prostituyen con hombres maduros y ricos, a cambio del dinero que les permite cubrir sus muy costosas colegiaturas. Se trata de una de las múltiples expresiones de la desigualdad en aquella nación del "primer mundo" en donde se privatizaron los servicios educativos.

Regresando a México y al argumento de que hay que proteger a los más ricos, si se revisan las aportaciones que las 10 empresas más grandes realizaron al fisco en 2012, se descubre que en el mejor de los casos pagaron 13.5% de sus ingresos y en el peor sólo 1.2%. En contraste, un trabajador promedio pagó el 19.2%. Como consecuencia, casi la mitad de lo que recibió Hacienda de ISR provino de los trabajadores asalariados. ¿Y quién genera los empleos? Las micro, pequeñas y medianas empresas (8 de cada 10 empleos formales) y, claro, la economía informal (6 de cada 10 fuentes laborales en general). Los grandes capitales ni pagaron impuestos ni crearon los suficientes empleos.

Clamar por equidad no es, entonces, "ser comunista" o "de izquierda", es tener sentido común, que es muy distinto. Ahí están a la vista los casos de Noruega, Suecia y Finlandia, excelentes ejemplos para valorar lo que pasa en naciones que, por convicción, combaten la desigualdad y al mito neoliberal.

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