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Los partidos del sistema

En tres patadas

DIEGO PETERSEN FARAH

Si entendieron bien el mensaje, los partidos deberían estar hoy más preocupados que un cachorro en tienda de mascotas. Los tres grandes partidos no sólo perdieron más de 4 millones de votos en tres años, (entre 2009 y 2015) sino que las candidaturas independientes y los movimientos de liderazgos fuertes (el de Andrés Manuel López Obrador, a nivel nacional, o el de Enrique Alfaro en Jalisco) amenazan seriamente la vida de los partidos, o al menos de partidos como los que hemos tenido los últimos 25 años.

La pregunta es si se trata de un problema del sistema de partidos o si más bien lo que está en crisis son los partidos del sistema, léase PAN, PRI y PRD. En general podemos estar de acuerdo que el sistema de partidos es un buen invento que sigue vigente. Agrupar en bloques los intereses disímiles le da a una sociedad la posibilidad de resolver los grades temas, de construir acuerdos de manera ordenada que sin la existencia de los partidos sería complicadísimo si no es que imposible. Una Cámara de diputados con un legislador independiente resulta atractiva; un cámara con cien independientes sería ingobernable. Los partidos son fundamentales para la gobernabilidad y la gobernanza, el problema es que en su arrogancia creyeron que la democracia eran ellos.

Los partidos del sistema se fueron alejando de los votantes y terminaron representando únicamente al sistema de poder. Los poderes necesitan encontrar cauces de representación, el problema es que "los pactos" olvidaron que este país, aunque les pese, ya no es el de los años noventa, el que se gobernaba con la opinión de, una centena políticos, 50 líderes sociales (obispos, rectores, y líderes obreros), una decena de empresarios y diez intelectuales. Los partidos terminaron, pues, representándose a sí mismos y sólo a sí mismos, y perdieron todo contacto con la sociedad.

Los partidos del futuro serán abiertos o no serán. Esto es, o se convierten en mecanismos públicos para procesar los intereses ciudadanos y canalizar a los nuevos movimientos políticos y sociales o los votantes los irán desapareciendo. Un sistema de partidos transparentes, con elecciones primarias para elegir candidatos, rendición de cuentas efectiva, más horizontales y con menor presupuesto público pueden tener futuro. Unos partidos manejados verticalmente por camarillas y mamando del erario, no.

Los llamados partidos grandes tienen poco más de un año para procesar lo que les pasó y dar un golpe de timón de cara a la elección presidencial, pues para finales de 2016 la preocupación será única y exclusivamente la selección de candidatos. Si para entonces no han cambiado sus estructuras y formas de procesar las candidaturas, en el 2018 el payaso podría cargarse al menos a un par de ellos, PAN y PRD, en el entendido de que un PRI en el poder podría tener un resultado que prolongue, por unos años más, la vigencia de las viejas formas.

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