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Meditaciones

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Todos deberíamos tener por costumbre, meditar unos minutos al día. Meditar sobre lo que hemos hecho, lo que estamos haciendo y lo que deberíamos hacer en el futuro.

Pero como en nuestra sociedad los valores están invertidos, no podemos destinar tiempo a esas trivialidades. Cuando menos así pensamos, sin saber todos los beneficios que encontraríamos al través de la meditación.

En la cultura oriental, la meditación es algo fundamental en la actividad diaria. Pero lo es, entre otras cosas, porque es un asunto religioso.

Nosotros, también, por tradición religiosa, deberíamos hacer lo mismo. Jesús se retiró al desierto a meditar y lo mismo hizo en el huerto de los olivos, antes de enfrentarse al calvario.

Pero como nosotros tomamos de la religión sólo lo que nos conviene, esos pasajes no los tenemos en cuenta. Viene a cuento, la siguiente anécdota del Buda:

"Se le preguntó al Buda: ¿Qué has ganado con la meditación? Él respondió: Nada. Sin embargo, te digo que he perdido, la ira, la ansiedad, la depresión, la inseguridad y el miedo a la vejez y a la muerte".

La meditación te da tranquilidad, sosiego, tolerancia, comprensión y muchas cosas más.

Sólo busca en tu casa un espacio tranquilo y siéntate unos minutos a meditar. Respira pausadamente, limpia tus pulmones y exhala todos los problemas, lo que no es necesario para vivir.

Nuestra sociedad nos llena de cosas inútiles y nosotros lo permitimos.

No es más productivo el que anda más acelerado por la vida. Es más productivo, el que ve las cosas con ecuanimidad y en su justa dimensión. Sin magnificarlas ni minimizarlas.

La meditación nos ayuda a perder los miedos, a no juzgar a los demás, a no criticar ni menospreciar.

A tener como norma que si no tenemos algo bueno que decir de alguien, mejor nos mantengamos callados.

¿Quién soy yo para juzgar la vida de otros? Si desconozco las circunstancias que rodean un hecho, ¿por qué me siento autorizado a emitir un juicio?

Pero nos agrada indagar en la vida de otros, juzgar y sentenciar, como si nosotros no tuviéramos debilidades.

Bien dice el Evangelio: Ven la paja en el ojo ajeno y no advierten la viga en el propio.

Meditar sobre nuestras debilidades, nos hace humildes y comprensivos.

Unos minutos al día de meditación, nos podrían hacer mejores personas.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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