Cultura

Las palabras tienen la palabra

El evento de los libros

JUAN RECAREDO

La gente va y se pasea entre ellos… los toma, los hojea. No hay problema: tómelo, véalo, hojéelo y ojéelo, con h y sin h, con las hojas y con los ojos. Sosténgalo en sus manos, lea un parrafito o dos, descubra una frase genial, una palabra que le mueve el corazón, el principio de una historia que le mueve el tapete, vidas, hechos, fantasías y puntos de vista… ¿cuántas cosas se encierran en las páginas de un libro?

Y las ferias de libro, la de aquí o la de allá, ésta más grande que aquélla, unas más y otras menos, pero todas nos llevan a ese universo apasionante que es el mundo de los libros. En la feria del libro, se me llenan los ojos de títulos, de portadas, de ideas escritas que el autor quiso compartir con un lector hasta entonces desconocido, pero que en la feria viene a ser usted o yo, los que vamos ahí a buscar tal vez ni sepamos con claridad qué, no nos está muy claro qué es eso que buscamos, pero eso qué importa. Lo único que sé es que hay muchas cosas que tengo que descubrir al abrir las páginas de un libro.

Para el que se labró con mucho esfuerzo el oficio de escritor, el que quiso dedicar sus horas libres a plasmar en letras y palabras sus sentimientos, sus ideas y fantasías, para él o para ella la feria del libro es una brillante oportunidad para conquistar al lector desconocido, al que casualmente llega a la mesa de exhibición y ve un título que le llama la atención y toma el libro y lo abre al azar, y lee un poco, luego se vuelve a la portada y se ensimisma leyendo en la contraportada una partecita de la historia, o los galardones que el autor se ganó o que dice que se ganó escribiendo.

Y si voy a la feria del libro, ¿qué voy a encontrar ahí? Pues libros, por supuesto, pero también encontraré pláticas, conferencias, presentaciones de libros, el autor y algún amigo que promueven ese libro en particular para que me deje cautivar por él y que lo compre. Hay ofertas increíbles, un letrero que ofrece libros a diez pesos. Ahí está la Divina Comedia, los entremeses cervantinos, ese clásico que siempre quise leer y por alguna razón nunca leí o que sí lo leí hace tiempo y me encantaría volver a leerlo, volver a vivirlo y a volver a vibrar con las aventuras y desventuras de Mark Twain, de Óscar Wilde o Tennessee Williams.

Usted quiere leer o releer, La cabaña del tío Tom o Las aventuras de Tom Sawyer o quizá volver a emocionarse con La rosa tatuada, que en el cine le impresionó tanto, o con Un tranvía llamado deseo o con La gata sobre el tejado caliente.

En la Feria del Libro, siempre podré encontrar también las obras de los recién llegados a la compleja industria editorial, los que aprovechando las facilidades que hoy nos da la tecnología, cumplieron su tercer sueño: ya sembraron un árbol, ya tuvieron uno o varios hijos y sólo les faltaba la experiencia emocionante de escribir -y publicar- un libro. Al fin lo lograron y ya están aquí, poniendo su obra a consideración del público, tratando de ganarse a pulso un lugar digno en el difícil oficio de escritor.

Escríbale a Don Juan Recaredo:

La dirección de su correo electrónico es [email protected]

PREGUNTA DEL PÚBLICO:

Aquiles Beltrán: ¿Cómo debe decirse, "ellos quedrán venir", "ellos querrán venir" o "ellos van a querer venir"?

RESPUESTA:

De las tres opciones que usted cita, la segunda, "ellos quedrán venir", es incorrecta.

Me retiro con esta reflexión: La manera en que uno toma las riendas de su destino, es más determinante que el mismo destino. ¿Cómo dijo? LAS PALABRAS TIENEN LA PALABRA.

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