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Comercio exterior y ocupación

JULIO FAESLER

En Coahuila están por perderse 40 mil empleos por la llegada de productos chinos si no se resuelve la crisis en que se encuentra la industria acerera.

La publicación a plana entera de la queja de empresas que representan más del 70% de la producción acerera nacional, relativa a las importaciones masivas procedentes de China, India, Rusia y otros países plantea un problema de fondo a la política que nuestro gobierno viene siguiendo en materia de comercio exterior.

La inconformidad que se expresa en los desplegados de estos días es un ejemplo de los empleos que se pierden cuando la política de comercio exterior es la incorrecta. La capacidad nacional de producción de aceros es más que suficiente para surtir las necesidades de la industria que los consume.

Frente al principio de completa libertad de comercio que desde hace varios años se aplica para desarrollar y fortalecer la producción nacional, hay bastantes experiencias que señalan que la indiscriminada apertura del mercado nacional a la competencia extranjera no solo impide aprovechar los recursos del país, entre los cuales el más importante es el de la mano de obra, sino es amenaza frecuente a muchos productores que incluso han sido obligados a cerrar sus empresas.

La pérdida de mercados y la de miles de empleos está a la vista. La industria mexicana del acero está sufriendo pérdidas a causa de las importaciones a precios más bajos que los costos de producción. El caso de las telas, el calzado, artefactos domésticos, los juguetes y hasta las golosinas, vienen a cuento. La invasión del mercado mexicano de películas asiáticas de plástico es un hecho. Solo las empresas asociadas con extranjeras han logrado sobrevivir, muchas mexicanas prefieren venderse a compradores foráneos.

El asunto es nítido: si la prioridad más importante en el terreno social y económico de toda política de desarrollo es la de cuidar del bienestar y la salud de su población, los componentes de esas acciones deben constituir un conjunto armónico que lleve a dicho fin. Dentro de ellas un elemento central es el comercio exterior siempre considerado como el motor del desarrollo.

Asegurarnos de lo anterior requiere que las decisiones en materia de comercio exterior estén en consonancia con el potencial productivo del país. A este efecto, la Secretaría de Economía encargada por la Constitución a promover el desarrollo general, tiene que tomar en cuenta los efectos y las repercusiones de sus decisiones.

La política de gran apertura a las importaciones se convierte en dañina a los intereses nacionales cuando promueve intencionadamente la sustitución de la producción nacional entregando a otros la producción de los artículos y con ello reduciendo el empleo. Se calcula que al menos el 60% de la composición de nuestras manufacturas es extranjera. La industria automotriz, campeona de nuestras exportaciones, opera con un bajo contenido nacional, quizás del 30%.

Esta situación puede explicar el porqué tenemos impresionantes cifras de exportación no reflejadas en la creación de empleos. La actividad industrial que la alimenta es parcial, limitada a la maquila y al armado de componentes extranjeros.

De producirse en México los componentes que importamos, los nuevos empleos que se crearían se sumarían a los del ensamble y armado que ya existen y que forman el grueso de nuestra industria actual.

Es importante señalar que la explicación de los bajos precios a que se ofrecen los productos asiáticos, como el acero, no siempre configuran ventas por debajo de costo. Si los de China, por ejemplo, son inferiores a los nuestros, sus precios de venta resultan válidos y no son de "dumping". La acción que corresponde a nuestras autoridades es la de defender al producto nacional, más caro por sus costos de infraestructura nacional, frente a la competencia no siempre "desleal" sino simplemente más eficiente. En este contraste, el trabajador sale perdiendo y son miles los que acaban por ser despedidos.

No se han articulado dos responsabilidades que convergen en el Comercio Exterior, las de las Secretarías de Economía y la de Trabajo. En la Comisión de Comercio Exterior, órgano de la Secretaría de Economía, que intenta conciliar los intereses del productor nacional con los del consumidor, no se consideran los del trabajador, piedra angular precisamente del consumo. Urge subsanar esta situación.

No podemos armonizar nuestro comercio internacional sin incorporar los aspectos laborales al de la promoción de exportaciones y racionalización de importaciones. No hacerlo es seguir dejando trunco el desarrollo nacional.

El problema del acero es amplio. Abarca una industria localizada en varios puntos de la República que hasta ahora ha perdido 10 mil empleos directos, 40 mil indirectos pudiendo aumentarse en muchos más. Las decisiones que hay que tomar para defender la ocupación van más allá de una sola Secretaría; para tomarlas hace falta una coordinación que se imparta desde el máximo nivel.

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